Invertir en Ciencia es sinónimo de progreso y más si cabe en época de crisis económica. Lo que sucede es que muchas veces se aporta dinero a la investigación científica y no se obtiene ningún beneficio. Otras veces, en cambio, sí que se consigue progresar y además revierte en la mejora y desarrollo de la sociedad de cara al futuro. Este sería el caso del monstruoso Gran Colisionador de Hadrones o LHC, ubicado en la frontera franco-suiza dentro de las instalaciones del Laboratorio Europeo de Física de Partículas o CERN.
Está ubicado entre la frontera de dos países porque se trata de un experimento de 27 kilómetros de circunferencia situado bajo tierra. Es lo que se conoce como un enorme acelerador de partículas que, aunque no está pensado para las aplicaciones médicas, sí se están empleando parte de sus avances en el futuro de la lucha contra el cáncer, especialmente en materia radioterápica.
El objetivo principal de este grandioso complejo científico es encontrar lo que se conoce como ‘la partícula de Dios’ o ‘Bosón de Higgs’, una partícula elemental que representaría los primeros estadios del origen del Universo, es decir, el momento en el que apareció el Big Bang y como consecuencia surgió todo lo que ahora tenemos. Según los expertos de más alto nivel existe esta partícula y sólo con este tipo de instalaciones se puede llegar a recrear esos primeros instantes de vida en el Universo. En todo el mundo hay muchos centros de investigación que lo están intentando encontrar, pero el CERN es el más preparado y novedoso en estos momentos.
Entonces, para el hallazgo de esta partícula que supuestamente dio origen al Universo, los científicos emplean los llamados hadrones, unas partículas nucleares que se ha demostrado que en un tratamiento con radioterapia tienen una mayor eficacia que los fotones, que son los que se emplean habitualmente en esta técnica contra el cáncer. De hecho, a este nuevo método tan eficaz se le ha llamado ‘hadronterapia’ y facilitaría una mejor y más alta dosificación de radiaciones a los tumores, sin llegar a dañar los órganos colaterales. Se trata pues de una alternativa que, aunque en España todavía no disponemos de ella, está adquiriendo cada vez más y más experiencia clínica en el extranjero.
Para poder entenderla es necesario tener claro qué es la radioterapia, una de las estrategias fundamentales en el tratamiento local del cáncer que tiene como objetivo curar o paliar la enfermedad, minimizando la toxicidad en los tejidos sanos, habitualmente, y en colaboración con otros tratamientos como la cirugía y la quimioterapia. Ésta emplearía los fotones para reducir el tumor, a diferencia de la hadronterapia, que emplea los hadrones, que son más eficaces, según se ha demostrado. Concretamente, entre muchas de sus ventajas, la hadronterapia no precisa de instalaciones tan grandes como el Laboratorio Europeo de Física de Partículas y el LHC, de 27 kilómetros de circunferencia, y además permite una liberación más precisa y localizada de la radiación, facilitando una mejor distribución de la dosis de radiación en el tejido tumoral y mayor preservación del tejido sano circundante que la radioterapia convencional con fotones o electrones.
La hadronterapia más generalizada es utilizada generalmente en casos pediátricos, en tumores pulmonares, en cáncer de próstata, en el cerebro, en la cabeza, cuellos, entre otros. Además, a diferencia de la radioterapia, la hadronterapia permite la aplicación de mayores dosis sin aumentar la toxicidad en los tejidos sanos circundantes o aplicar la misma dosis terapéutica con menor toxicidad o efectos adversos.
Colaboración española
En España hay 300 españoles que colaboran con los experimentos del Laboratorio Europeo de Física de Partículas. Concretamente, esta parte de hadronterapia es especialmente tratada por investigadores del Instituto de Física Corpuscular (IFIC) de la Universidad de Valencia. Entre otros investigadores participantes del proyecto estaría el científico Carlos Lacasta, que explica a Zona Hospitalaria que, dentro del CERN, se dedican a hacer un programa de Física Médica que cuenta con bastantes fondos para estudiar las investigaciones que puedan aplicarse a la medicina.
“A raíz de toda esa interacción se está poniendo cada vez mucho más peso en la utilización de protones e iones para quemar tumores. La hadronterapia tiene una propiedad y es que si se lanza un protón hacia un tumor se deposita la energía a una determinada distancia, con lo cual eso puede quemar un tumor sin quemar nada antes, sin dañar partes anteriores no damnificadas por el tumor”, señala Lacasta, a la vez que indica que la técnica se está estudiando también desde Santiago de Compostela o desde Barcelona, entre otras ciudades.
El primer centro en España
En el mundo existen actualmente unos 30 centros de hadronterapia, habiéndose tratado ya hasta 50.000 pacientes; aunque ninguno de ellos en España. No obstante, en los últimos años los recursos de oncología radioterápica se han ido equiparando progresivamente a los estándares aceptados en otros países europeos y en cuanto este tipo de tratamientos, el Sistema Nacional de Salud, a través de su ‘Estrategia contra el Cáncer’, en el marco del Plan Nacional de Calidad, propone determinar uno o varios centros nacionales de referencia que serán de financiación adicional para que se pueda priorizar este tratamiento de forma adecuada.
De hecho, está pendiente de aprobación el primer centro de estas características en la Península, que si la crisis lo permite, se ubicaría finalmente en la ciudad de Valencia y se llamaría Instituto de Investigación de Física Médica (Ifimed). Aún por poner en pie, está pensado para un uso compartido entre la actividad clínica, proyectos de I+D y programas formativos. Además, se trataría de un centro pionero en España que permitiría la aplicación de tratamientos innovadores a algunas enfermedades oncológicas y neurodegenerativas.
Según palabras de la ministra de Ciencia e Innovación en este último semestre, Cristina Garmendia, el proyecto se encuentra en proceso de “estudio y consolidación” y comportaría una apuesta presupuestaria de 120 millones de euros. La instalación debe estar financiada al 50 % por el Gobierno central y el otro 50% por el gobierno autonómico. En países como Italia o Alemania ya se está llevando a cabo. Ahora le toca a España.