Se trata de una entidad clínica heterogenia caracterizada por episodios de vértigo que se producen de manera espontánea y recurrente, asociados a hipoacusia fluctuante, acúfenos y sensación de plenitud ótica.
Presenta una prevalencia que oscila entre 3,5 y 513 casos por cada 100.000 habitantes, predominando ligeramente en el género femenino.
Es considerada la tercera causa de vértigo tras el posicional y el paroxístico benigno, suele diagnosticarse entre los 30 y 50 años, aumentando progresivamente la prevalencia con la edad.
Entre un 10 y un 40% de los casos se da de manera bilateral, y podemos encontrar una agrupación familiar, normalmente con patrón de herencia autosómica dominante de penetrancia incompleta en el 5-15% de los casos.
Manifestaciones clínicas
De manera habitual, las personas aquejadas con esta patología presentan episodios vertiginosos espontáneos y de varias horas de evolución, que se suelen desencadenar tras episodios estresantes, aumentos de sodio, cambios de presión atmosférica o cambios en la presión acústica provocados por sonidos de baja frecuencia, pero de alta intensidad.
Las crisis son consistentes en vértigos a menudo rotatorios, seguido de sensación subjetiva de inestabilidad durante días. A menudo, estos episodios son precedidos por acúfenos, plenitud ótica y disminución de agudeza auditiva que persiste durante el vértigo. La fluctuación auditiva es uno de los criterios diagnósticos de esta patología.
Con el tiempo, los episodios vertiginosos tienden a distanciarse, e incluso llegar a desaparecer tras unos 10 años de enfermedad, no pasa lo mismo con la hipoacusia, que al principio es fluctuante, pero conforme trascurre la enfermedad, la audición se va deteriorando, quedando estabilizada en un determinado nivel.
Diagnóstico
La hipoacusia neurosensorial es el síntoma guía para establecer el diagnóstico afectando a frecuencias bajas y medias (<2000 Hz) y requiriendo una diferencia al menos de 30 dB Hl en al menos 2 frecuencias consecutivas al comparar el oido afecto con el sano. Aunque al principio es fluctuante, tras varios episodios vertiginosos, suele evolucionar hasta una hipoacusia pantonal siendo esta progresión variable entre pacientes.
Hay otros criterios diagnósticos de Meniere como: dos o más episodios de vértigo espontáneo con duración de entre 20 minutos a 12 horas, síntomas otológicos fluctuantes o no poder ser atribuido a otro diagnóstico vestibular.
Tratamiento
El tratamiento intercrisis ha de procurar ser siempre conservador e incluir medidas higiénico-dietéticas, que incluya el aumento de la ingesta de agua, dieta baja en sal y evitar tóxicos e irritantes como el café, tabaco o alcohol.
Entre los fármacos empleados para prevenir la aparición de crisis vertiginosas se encuentran los diuréticos y betahistina oral.
Cuando fracasan estas medidas se puede recurrir a la administración intratimpánica de corticoides o gentamicina, si bien hoy en día, no se disponen de pruebas concluyentes sobre su eficacia.
En algunos casos muy concretos, puede llegar incluso a ser necesaria una intervención quirúrgica tipo laberintectomia seguida de la colocación de un implante coclear.
AUTORES
Marta López Pérez. MIR Medicina Familiar y Comunitaria.
Miguel Sánchez Ortiz. FEA Urgencias Hospitalarias.
Ignacio Lasierra Lavilla e Ignacio Valles Tormo. MIR Medicina interna.
Hospital Obispo Polanco. Teruel