Las técnicas de screening diagnóstico buscan detectar patologías con alto impacto en la población general cuando aún no se han manifestado clínicamente en orden de reducir la mortalidad provocada por dichas entidades. Uno de los fundamentales es el screening de mama por razones obvias.
El uso de la mamografía disminuye la mortalidad por cáncer de mama hasta en un 30% para el grupo de mujeres entre los 50-69 años, señalada por varias publicaciones y la Agencia Internacional de Investigación contra el Cáncer, aunque algunos autores dudan de estos resultados. La reducción de mortalidad también se ha detectado en los grupos de 40-49 años y de 70-74 años pero con menor evidencia. La Sociedad Europea de Imagen Mamaria (EUSOBI) recomienda el screening bianual para mujeres entre 50-69 años; como segunda prioridad, extenderlo también bianual a las mujeres de 73-75 años y como tercera prioridad una exploración anual en mujeres de 40-45 a 49 años (por la mayor densidad mamaria y crecimientos más rápidos de los tumores), según las posibilidades de cada región y país. Por encima de los 75 años no hay consenso si bien se sugiere continuar con él mientras la paciente no presente una patología que reduzca sus esperanzas de vida.
El riesgo estimado de cáncer de mama inducido por la radiación para mamografía, basados los cálculos en distintos modelos, se ha calculado en 1/100000 mujeres a las que se les realiza screening. Ese riesgo es al menos 100 veces menor que la probabilidad de evitar una muerte por cáncer de mama por lo que los beneficios de dicha técnica parecen demostrados.
Mamografía y ecografía
A muchas pacientes les resulta extraño realizar dos técnicas, mamografía y ecografía, juntas en el manejo diagnóstico de la patología mamaria si bien hay que recordar que los hallazgos entre ambas son complementarios siendo necesario su uso conjunto sobre todo en mamas densas.
El factor que mayor influencia tiene sobre la sensibilidad de la mamografía es la densidad mamaria, es decir, la cantidad de tejido mamario que hace una imagen más o menos clara. Es por ello que se han buscado nuevas técnicas diagnósticas que ayuden en su diagnóstico.
La aplicación de la mamografía digital en vez de las placas de radiografías antiguas, ha supuesto una mejora en pacientes pre y perimenopáusicas con mamas densas, pero la sensibilidad sigue siendo baja (59%). Por esta baja sensibilidad se empujó a la búsqueda de nuevas técnicas de diagnóstico. La ecografía ha demostrado buenos resultados en mamas densas pero su papel en screening es limitado. Por ello ha surgido la tomosíntesis.
La tomosíntesis, también se denomina mamografía tridimensional es uno de los avances más reciente. Se basa en la adquisición de imágenes bidimensionales de baja dosis de radiación, con la mama comprimida, en múltiples ángulos mediante el barrido del tubo de rayos X en un arco prefijado, permitiendo reconstrucción cuasitridimensional de la mama en cortes de 1mm de grosor paralelos al detector. Por decirlo coloquialmente sería el scanner de la mama. Parece que favorece la detección de distorsiones provocadas por un cáncer sobre todo en pacientes con mamas densas pero estudios con elevado número de pacientes y mayor experiencia son necesarios.
La EUSOBI en sus últimas recomendaciones también establece indicado el uso de resonancia magnética (RM) de screening en mujeres con alto riesgo de cáncer de mama (riesgo mayor o igual al 20%) según sus antecedentes familiares.
Por último, una de las técnicas más recientes en estudio es la mamografía con contraste y la realización de estudio espectral, similar al que se realiza en la resonancia magnética mamaria, basada en la angiogénesis tumoral. Basados en los primeros resultados obtenidos comparando la mamografía con contraste frente a la RM con contraste se considera a la primera una alternativa en casos de contraindicación de la segunda o no disponibilidad de RM.