Manejo de los acúfenos


Dr. Diego Regalado Bermeo. Adjunto-ORL. Hospital Reina Sofia. Tudela. Dra. Paula Arruti Mendiluce. MIR de Familia. Hospital Son Llatzer. Palma de Mallorca. Dr. Ignacio Arruti González. Jefe de Sección ORL. Complejo Hospitalario de Navarra

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Los acúfenos son percepciones auditivas no originadas por sonidos reales. Comúnmente son percibidos como pitidos, zumbidos, silbidos, chasquidos/clics, latidos. Pueden notarse en uno o ambos oídos; asi mismo pueden ser continuos o intermitentes, no es raro que el paciente no pueda identificar exactamente la procedencia o localización del acúfeno.

Son referidos más frecuentemente en varones y la incidencia es mayor cuanto mayor es la edad, algunas investigaciones mencionan mayor incidencia en el oído izquierdo. La literatura describe una prevalencia en 10 de cada 100 adultos, en los niños confirmar esto es difícil.

Clasificación

De forma general el acúfeno puede ser clasificado como agudo o crónico en función del tiempo de permanencia del síntoma, de otra forma también puede ser visto como de origen orgánico o funcional, según tenga o no una asociación especifica con alguna afección o patología originaria, puede denominarse objetivo si es posible oírlo durante la exploración o subjetivo si solo el paciente lo nota, en ese mismo contexto según la magnitud de este pueden denominarse leves, moderados o severos y por su duración pueden ser continuos o intermitentes.

Origen

La génesis del acúfeno es aún incierta, se teoriza como resultado de lesiones en las células del oído interno que emiten señales atípicas hacia el cerebro que el paciente percibe como sonido. Los acúfenos pueden ser originados en cualquier parte de la vía auditiva y se teoriza que puedan ser codificados directamente en la corteza cerebral auditiva. Otros estudios identifican al acúfeno como una respuesta fantasma (por reorganización) del sistema nervioso central frente a alteraciones del mecanismo auditivo.
La alteración funcional de las células del oído interno puede ser secundario a:
Alteraciones en el sistema auditivo (ruido, presbiacusia, otosclerosis, neurinoma vestibular, malformación de Chiari, otras alteraciones).
Desórdenes neurológicos (Mioclonías del músculo tensor del tímpano/músculo del estribo, Esclerosis Múltiple, neuropatía tóxica/metabólica).
Desórdenes vasculares (murmullos arteriales, cortocircuitos arteriovenosos, paragangliomas, latidos venosos).
Patología de cabeza y cuello (desórdenes en la articulación témporo-mandibular, afección cervical, bruxismo, disfunción de la Trompa de Eustaquio, condrosarcoma, arteria carótida aberrante, tumores del saco endolinfático).
Fármacos (diuréticos, antibióticos, quimioterápicos, radiación, etc.).
Los acúfenos están influenciados de forma directamente proporcional por la carga de estrés psíquico del paciente, asi mismo pueden verse modificados por la tensión arterial o la posición del paciente e incluso por variaciones en la presión atmosférica.
Se ha identificado al tabaco como agente a tener en cuenta ya que se ha encontrado relación positiva en pacientes con presencia de acúfenos.

Diagnóstico

El diagnóstico empieza por una adecuada entrevista y examen físico del paciente, tratando de recolectar la mayor cantidad de información respecto a: tipo de acúfeno, intensidad, desencadenantes, atenuantes, asociaciones, tiempo de evolución y de forma muy relevante, tratando de identificar el nivel de afectación en la calidad de vida del paciente; siempre es recomendable realizar una adecuada exploración neurológica del paciente.
El examen físico del oído es el primer escalón diagnóstico ya que permite determinar posibles orígenes orgánicos del acúfeno como tapones de cera, otitis…, también es indispensable la realización de una audiometría e impedanciometría de los dos oídos.
Aunque la mayoría de acúfenos terminarán siendo acúfenos simples, siempre se debe seguir un proceso de diagnóstico, según las asociaciones que el acúfeno tenga, es asi que hay que prestar especial interés a los acúfenos unilaterales pulsátiles en los cuales gana mucha relevancia los estudios de imagen enfocados en determinar anomalías vasculares intracraneales, se puede usar herramientas como: la angiografía, angioresonancia y angio-tac, todo esto en el marco de sospecha de presencia de malformaciones arteriovenosas o fistulas entre estructuras vasculares intracraneales y desde luego lesiones ocupantes de espacio, que condicionen incremento de la presión intracraneal.
De la misma manera los acúfenos asociados a pérdida auditiva neurosensorial asimétrica deberían ser investigados con ayuda de resonancia magnética de la base de cráneo y potenciales evocados auditivos, para la adecuada identificación de estructuras del tronco encefálico asi como del trayecto de los nervios acústicos, vestibulares y faciales.

Tratamiento

Es importante como parte del manejo del acúfeno crónico trabajar en corregir las posibles causas orgánicas originarias o asociadas con el mismo, sin dejar de lado la gestión del acúfeno en sí, ya que como se mencionó antes, éste por si solo puede llegar a disminuir la calidad de vida del paciente, siempre teniendo en cuenta que no existe hasta el momento tratamientos altamente específicos, que curen este síntoma; pero sí se disponen de varias herramientas que pueden ayudar a su adecuado manejo y control.
De esta manera se recomienda la optimización de la audición como una buena herramienta para el control del acúfeno, ya que un oído que pueda percibir adecuadamente el sonido tenderá a identificar menos la presencia de acúfenos. Cuando la afectación de la calidad auditiva es por daño en el mismo sistema sensitivo, lo cual limita las opciones médicas o quirúrgicas o por envejecimiento, la recomendación para la optimización de la audición radica en la adaptación de audífonos.
El control farmacológico de enfermedades que pueden empeorar la percepción del acúfeno como la ansiedad, depresión o insomnio puede también contribuir a la minimización del síntoma y mejoría de la calidad de vida del paciente con acúfenos; aunque en ocasiones también le permiten al individuo allanar el camino o complementar la eficacia de diferentes mecanismos de terapia conductual o conductivo conductual, que facilitan gestionar de manera más optima el acúfeno asi como el estrés que éste genera.
En la gran mayoría de casos se podría aplicar y encontrar mejoría usando estrategias de biofeedback (biorretroalimentación) y reducción del estrés sobre todo en etapas iniciales ya que mediante éstas el paciente podría aprender a controlar tanto su respiración como su frecuencia cardiaca, logrando relajarse y disminuir el distrés generado por el acúfeno.
Otra de las herramientas que han sido analizadas como parte del arsenal para el manejo del acúfeno es la terapia de reentrenamiento del acúfeno, la cual consiste en conseguir que subconscientemente el acúfeno sea asimilado por el paciente y percibido como sonido natural no molesto.
La terapia de enmascaramiento para el acúfeno consiste en usar un instrumento similar al audífono que genere ruido continuo, leve, de fondo, que permite disminuir en algunos casos la intensidad o anular en otros la percepción del acúfeno, sin embargo, al retirarlo el acúfeno reaparece, en estos casos se puede complementar la terapia sobre todo en el momento del sueño usando una radio, un ventilador, una máquina de ruido ambiente, una almohada con altavoces, etc. Este tipo de complementos son especialmente interesantes en casos en los que el paciente está particularmente incomodo en situaciones de silencio.
Además, mencionar que cuando el acúfeno ha aparecido secundariamente a la toma de algún fármaco la inmediata suspensión o cambio de medicamento podría representar que el acúfeno cese e incluso puede impedir que se presenten daños a nivel de la calidad de audición, ya que está descrito que la aparición de acúfenos precede a la hipoacusia como manifestación de afectación de la vía auditiva.
Respecto al tratamiento farmacológico del acúfeno se han reportado resultados prometedores, pero lamentablemente sin gran respaldo estadístico, con el uso de misoprostol, lidocaína colocada intratimpánica o con alprazolam por vía oral, se han ensayado también fármacos antiepilépticos asi como vasodilatadores con resultados ambiguos respecto al grado de recomendación.
Existen otras terapias menos científicamente aceptadas que, aunque no tengan evidencias estadísticas de respaldo sí que cuentan con pacientes que han experimentado mejoría, entre estas destacan por ejemplo la electroestimulación que trata de estimular eléctricamente algunas partes del oído interno usando electrodos, el concepto es muy parecido al de la acupuntura. La estimulación magnética transcraneal repetitiva que está en etapa experimental trata de estimular el cerebro mediante campos electromagnéticos. Las terapias herbales incluyéndose en estas el uso de Melatonina o el Ginkgo Biloba al igual que los otros mecanismos descritos presenta grupos de pacientes que han mejorado, sin embargo, no han logrado una potencia estadística que los haga totalmente recomendables, exactamente el mismo contexto que se aprecia con las terapias con vitaminas del grupo B, Zinc, Magnesio, Cobre, etc.
A modo de resumen se agrupan estas opciones terapéuticas en:
Optimización de la audición.
Terapia de reentrenamiento de acúfenos.
Biorretroalimentación y reducción del estrés.
Terapía conductivo-conductual.
Terapia de enmascaramiento del acúfeno.
Tratamientos alternativos .

Pronóstico

Usualmente los acúfenos no se relacionan con patologías graves o que pongan en peligro la vida de los pacientes.
Respecto a la evolución, aunque la desaparición del acúfeno de forma espontánea es posible no siempre es este el camino que este síntoma toma, según la literatura se afirma que en 10% de los casos representan gran afectación en la calidad de vida del paciente y un 25% de casos pueden empeorar con el tiempo, aunque lo más típico es que el acúfeno presente una atenuación lenta, especialmente relacionada a la gestión del impacto que el acúfeno genere en la calidad de la vida del paciente.