El hecho de encontrar un bulto en el pecho al palpar la mama puede ser motivo de preocupación de cualquier mujer, y lo más probable es que lo primero que nos venga a la cabeza sea la posibilidad de que se trate de un tumor maligno. Sin embargo, lo más habitual es que esa no sea la causa.
Normalmente se trata de otras patologías benignas o incluso de la propia morfología del tejido que forma la glándula mamaria, que además va variando a lo largo de la vida de la mujer, en función de sus fluctuaciones hormonales. Entre los 18 y los 40 años, la mayor parte son debidos a patología benigna, mientras que la patología maligna es más habitual en mujeres en torno a la menopausia o tras la misma.
A pesar de la edad de la mujer, cuando aparezca un nódulo o bulto en el pecho, debemos consultar a un experto, para intentar averiguar su naturaleza, especialmente si es una lesión que aparece por primera vez, si persiste más de dos-tres semanas y si no desaparace tras la menstruación.
Lo más recomendable es consultar con el médico de Atención Primaria, que, en función de la exploración y de la sospecha, puede remitir al ginecólogo como especialista de referencia, o podría solicitar alguna exploración complementaria. Para la consulta con el médico es importante intentar facilitar el diagnóstico y para ello es conveniente poder responder a determinadas preguntas como: ¿En qué fase del ciclo menstrual me encuentro? ¿El bulto apareció antes de la regla o después? ¿Ya me lo había notado en otras ocasiones?
Además de estas preguntas, el facultativo realizará una historia clínica completa, teniendo en cuenta los antecedentes personales y familiares, datos acerca de la menstruación, tratamientos hormonales, etc. También efectuará una exploración de las mamas y de las axilas y es probable que solicite alguna otra prueba para ayudar al diagnóstico preciso.
Las exploraciones que se suelen realizar en este tipo de casos son la mamografía y la ecografía. Se trata de técnicas diferentes, que resultan complementarias en muchas ocasiones, de ahí que muchas veces se hagan ambas. La elección de una u otra técnica de entrada variará en función de la edad de la paciente y de la sospecha diagnóstica.
En función de los hallazgos encontrados en estas exploraciones, es posible que se proponga a la paciente realizar una punción para obtener una pequeña cantidad de muestra que se envíe a analizar y precisar así el diagnóstico. Existen varios tipos de agujas con las que se puede realizar la punción, si bien la mayor diferencia entre ellas es el calibre: algunas son de calibre fino y permiten obtener una pequeña cantidad de muestra, y otras son de calibre más grueso, que permiten conseguir mayor cantidad de tejido mamario. Aún así, en muchas ocasiones no será necesario recurrir al análisis del tejido sino que será suficiente seguir un control periódico.
¿Cuáles son las patologías más habituales?
Debido al desarrollo de las glándulas mamarias a lo largo de la vida, el tipo de patología benigna varía a lo largo de ella. La primera etapa corresponde a la del desarrollo (hasta los 18-20 años) y en esta época los lóbulos de la mama aumentan de tamaño y pueden dar lugar a los fibroadenomas. En la segunda etapa, la de la actividad hormonal cíclica regular o época reproductiva (hasta los 40 años aproximadamente), es frecuente la mastopatía fibroquística, con dolor y abultamiento coincidiendo con los ciclos menstruales. En esta etapa también pueden aparecer episodios de mastitis o inflamaciones de la glándula mamaria, durante la lactancia. La tercera etapa es la fase de involución, que comienza a partir de los 40 años aproximadamente y en la cual el envejecimiento de los lóbulos mamarios puede ocasionar quistes.
¿Cómo reconocerlas y cómo se tratan?
Los fibroadenomas son nódulos redondeados, muy móviles, indoloros y con crecimiento muy lento. Frecuentemente disminuyen su tamaño o desaparecen, por lo que lo recomendable es llevar un control periódico. En casos de aumento rápido de tamaño, deformidad del pecho o dolor, podrían extirparse.
La mastopatía fibroquística se manifiesta como zonas irregulares o densas en el pecho, con dolor y pesadez los días previos a la menstruación, que pueden mejorar con antiinflamatorios. No se considera en sí misma una enfermedad sino una alteración frecuente en muchas mujeres.
Los quistes son nódulos lisos y móviles, que pueden ser imperceptibles o resultar dolorosos e incómodos en función de su tamaño. Pueden ser controlados o puncionados para alivio de los síntomas o para determinar el tipo de quiste.
¿Y los que no son benignos?
En España se diagnostican unos 26000 nuevos casos de cáncer de mama según la Asociación Española contra el cáncer. A pesar de que supone el tumor más frecuente en mujeres en nuestro país, la tasa de curación es muy elevada, sobre todo cuando se detecta en fases iniciales. Aunque algunos estudios recientes indican que el riesgo de padecer cáncer de mama se puede reducir realizando ejercicio físico de forma regular (al menos 4 horas a la semana), evitando el sobrepeso y la obesidad tras la menopausia asi como el consumo regular de alcohol, no existe ningún método claro de prevención de estos tumores. Por ello es importante detectarlo cuanto antes y para ello es fundamental la autoexploración.
¿Cómo autoexplorarse la mama?
Debemos realizar la autoexploración del pecho todos los meses para poder conocer la estructura normal de nuestras glándulas y hay que llevarla a cabo los días posteriores a la regla ya que los pechos están más laxos. Lo primero es colocarnos ante el espejo con los brazos colgando y después levantarlos por encima de la caveza observando si hay cambios en la forma, el tamaño, tirantez en la piel, inflamación y secreción o sangre en los pezones. A continuación palparemos la mama con los dedos juntos y usando no sólo la punta sino las falanges, presionando suavemente y en pequeños movimientos circulares, recorriendo toda la glándula como siguiendo las agujas del reloj. Para la zona cercana al esternón resulta más recomendable hacer la exploración tumbada en la cama, con el brazo flexionado y la mano bajo la cabeza.
Si tras la autoexploración encontramos alguna variación respecto a los meses previos, es el momento de consultar con nuestro médico de familia para evaluar los hallazgos y actuar en consecuencia.