Si en otoño e invierno lo que solemos tratar los otorrinos son sobre todo las consecuencias de los catarros y resfriados, en verano suelen darse con mucha más frecuencia problemas relacionados con el contacto del agua.
En el oído sano, el agua entra en contacto con la piel del conducto auditivo externo y con el tímpano. En principio estas estructuras no se ven afectadas por el mismo, para que se desarrolle un problema hace falta que algo las haga más sensibles a la humedad. Por otro lado, un tímpano sano e íntegro va a impedir que el agua llegue al oído medio, en cambio si existe una perforación del mismo podemos tener entonces problemas del oído medio.
Papel del cerumen
El cerumen tiene un efecto protector sobre la piel del conducto auditivo debido a la presencia de lípidos entre sus componentes. Además tiene un poder antimicrobiano.
Es habitual que tras los primeros baños del verano la entrada de agua en un oído con bastante cerumen provoque la hidratación del mismo con el consecuente aumento de tamaño y el taponamiento del canal. Todo ello provoca una sensación desagradable pudiendo aparecer pérdida auditiva, acorchamiento facial, mareos…
Ante dicha situación, el paciente debe acudir al especialista, quien confirmará el diagnóstico y procederá a su extracción mediante el clásico lavado con agua tibia o utilizando distinto instrumental: pinzas, asas o aspirador.
Otitis externa
Como ya hemos señalado, el verano es una época propicia para el desarrollo de estas otitis. Estas se relacionan con la entrada de agua, siendo mucho más lesiva el agua de las piscinas. El agua, el calor y la humedad predisponen a la maceración de la piel del conducto auditivo externo y la consiguiente colonización por gérmenes patógenos.
La otitis externa, comúnmente conocida como “otitis del nadador”, es una infección del canal auditivo externo.
Pero no únicamente en contacto con el agua se puede sufrir esta otitis. Cualquier cosa que produzca una agresión de la piel del conducto auditivo, puede ayudar a producir una infección. La piel seca, o un eccema, rascarse el canal auditivo, limpiarse el oído de manera vigorosa con palillos o colocarse objetos como ganchitos en el oído pueden aumentar el riesgo de desarrollar una otitis externa.
El síntoma principal es el dolor de oído. La hinchazón del canal auditivo puede hacer que se sienta el oído “tapado”. Es posible que el oído externo se ponga rojo o se hinche y que los ganglios alrededor del oído aumenten su tamaño y duelan. Es posible que haya un poco de supuración del oído.
En principio no se trata de una afección grave pero sí dolorosa y a veces de difícil curación. Se deberá acudir al especialista el cual pondrá el tratamiento adecuado.
¿Cómo prevenir la otitis externa?
• Nunca se debe introducir nada dentro del conducto auditivo externo (bastoncillos, dedo, ganchos…).
• Dejar la cera dentro del oído, como ya hemos dicho tiene un papel de protección sobre el mismo.
• Después del baño o ducha seque suavemente el oído con una toalla, un secador de pelo a la temperatura y velocidad más bajas también pueden ayudar.
• Ayude a sacar el agua de dentro del oído volteando la cabeza hacia ambos lados y movilizando el lóbulo de la oreja.
• En personas con continuo contacto con el agua (nadadores, monitores…) se puede emplear alcohol (siempre que el tímpano esté intacto) para ayudar a secar la piel del conducto.
Exóstosis
Se trata del crecimiento anormal del hueso que forma el conducto auditivo externo. También es conocido como “oído de surfista”.
Este término se debe al hecho de que la causa principal de la exóstosis es un contacto reiterado con agua y viento frío, por lo que esta afección suele afectar a surfistas. Sin embargo, también puede afectar a personas que no practican este deporte.
La exóstosis no es necesariamente peligrosa en sí misma, pero al estrecharse el conducto auditivo se dificulta el drenaje de agua, cerumen y demás residuos que puedan introducirse en el conducto auditivo, lo que favorece las infecciones del oído.
Buceo
Bajo el agua, los oídos peligran porque aumenta la presión.
Una inmersión a más de tres metros de profundidad puede dañar los tímpanos. Se habla entonces de barotraumatismo y puede producir desde un edema simple del oído medio a una perforación de la membrana timpánica.
¿Cómo prevenir el barotraumatismo?
• No bucear si se está resfriado.
• Al primer síntoma de molestia debemos ascender.
• Descender lentamente y con precaución.
• Practicar maniobras de descompresión de los oídos previamente a la inmersión y durante el descenso.
• Maniobra de Valsalva: consiste en espirar mientras mantenemos la nariz pinzada y la boca cerrada.
• Maniobra de Frenzel: consiste en cerrar las cuerdas vocales efectuar una inspiración y tratar entonces con la nariz tapada de decir la letra “K”.
• Maniobra de Toynbee: consiste en pinzar la nariz y a continuación simular el movimiento que hacemos al tragar. Es una maniobra de despresurización que consigue extraer aire del oído medio, por lo tanto solo resulta útil durante el ascenso.
¿Cuándo hay que evitar el contacto total con el agua? ¿Se deben proteger siempre los oídos del agua?
Como norma general no, la piel del conducto está diseñada para que pueda entrar agua. Sin embargo, tendremos que ser estrictos en determinadas circunstancias:
• Todas las afecciones del oído externo.
• Todas las perforaciones de la membrana timpánica que puedan permitir que a través del exterior lleguen gérmenes al oído medio.
• En el curso de una otitis media supurada.
• Después de una perforación traumática (golpe, explosión…).
• Tras la colocación de unos tubos de drenaje.
• Todas la otitis medias crónicas que cursan con perforación timpánica.
• Postoperatorio de cirugías sobre el oído medio y/o sobre la membrana timpánica.
• Portadores de audífonos. En la actualidad existe algún modelo que permite su contacto con el agua.
Medidas de protección
Existen diversos tipos de tapones con mayor o menor grado de protección frente al agua, aunque ninguno de ellos proporciona una protección efectiva al 100%.
• Tapones a medida: son los más seguros dentro de esta categoría, ya que se adaptan perfectamente a la forma de cada conducto. Están hechos de silicona hipoalérgica y se venden en centros auditivos u ópticas. Pese a que son los más seguros, no son herméticos por lo que siempre existe la posibilidad de entrada de agua. También son los más costosos económicamente.
• Tapones estándar: los hay de diversos materiales (cera, espuma, silicona…). La forma es estandarizada para todo el mundo y se pueden obtener en farmacias y tiendas de deporte con precios diversos.
• Tapones caseros: también existe la posibilidad de hacer tapones de usar y tirar en casa utilizando algodón y vaselina. Sin duda, es el modelo más económico y nos puede hacer la función en casos en los que no vaya a haber inmersión en el agua.
Banda acuática
Consiste en una cinta de neopreno elástica que se pone tapando los oídos de forma complementaria a los tapones, logrando así una mejor protección frente a la entrada de agua al actuar como barrera y evitar la salida accidental de los tapones. También se puede emplear el gorro de baño, no de tela, para lograr la misma función, siempre que cubra bien las orejas.
Estas medidas son optativas en caso de oídos sin patología en los que se busca evitar el contacto con el agua y obligatorias en los casos descritos anteriormente en los que el agua pueda suponer un riesgo de infección.
Gafas de buceo
Existen unas gafas de buceo con protectores auditivos que permiten igualar la presión y evitan de esta manera el barotrauma.
Conclusión
El contacto del agua con un oído sano no debe representar ningún riesgo específico, pero no debemos olvidar que el ser humano, al igual que casi todos los mamíferos, no está hecho para vivir bajo el agua y en aquellos casos en que existe alguna patología del oído externo y/o del oído medio conviene tomar precauciones.
Desgraciadamente en algún caso deberemos prohibir taxativamente el contacto con el agua, pero afortunadamente esto es cada vez más raro.