El Síndrome de Vejiga Hiperactiva (SVH) afecta a uno de cada cinco personas mayor de cuarenta años y se define por síntomas urinarios de urgencia (deseo repentino y apremiante de orinar, difícil de posponer), generalmente acompañada de frecuencia diurna (orinar frecuentemente durante el día,ocho o más veces) y nocturna (necesidad de levantarse más de una vez por la noche a orinar), todo ello a veces asociado a incontinencia de urgencia (pérdida involuntaria de orina).
Seis de cada diez pacientes sólo tienen los dos primeros síntomas y el 40% restante padece además incontinencia. El SVH afecta en España a más de dos millones de personas y en todo el mundo lo padecen alrededor de 1.000 millones de personas.
La causa de este síndrome es la presencia de frecuentes contracciones involuntarias en el músculo detrusor de la vejiga durante el proceso de llenado de la misma.
No existe un perfil definido del paciente con SVH aunque afecta en mayor proporción a las mujeres y a las personas de edad avanzada (alrededor del 30% de los pacientes tienen más de 65 años). Según el Informe de Prevalencia de Vejiga Hiperactiva en España casi el 24% de las mujeres y el 15% de los hombres mayores de 40 años tienen síntomas compatibles con el SVH. Además, casi el 80% de los pacientes afirma haber comenzado con los síntomas hace más de un año.
Mientras que en algunos hombres este trastorno puede estar relacionado con problemas de próstata, en las mujeres se podría atribuir al descenso en los niveles de estrógenos de la menopausia. En otros casos, el motivo sería un problema neurológico, como el Parkinson, las demencias tipo Alzheimer o los accidentes vasculares cerebrales (infartos y hemorragias). En otro grupo estarían los debidos a complicaciones tardías de enfermedades metabólicas como la Diabetes Mellitus, que causa trastornos neurológicos y vasculares en la vejiga. Finalmente, existe un considerable número de pacientes con SVH en los que no se reconoce ningún factor causante.
El SVH afecta de manera importante la calidad de vida. La frecuencia y la urgencia urinaria alteran y limitan significativamente la actividad diaria de los pacientes: vergüenza, ansiedad, preocupación, irritación, estrés, frustración y trastornos del sueño son algunas de sus manifestaciones.
Estrategias de los pacientes
Estos pacientes aplican variadas estrategias para sobrellevar mejor el SVH: orinar con frecuencia, tener localizados los baños en los lugares que más se frecuentan, calcular el tiempo que se tarda en llegar a ellos y planificar las actividades que se realizan fuera del entorno habitual teniendo siempre en cuenta la presencia de lavabos. Muchos pacientes han de resignarse a utilizar algún tipo de absorbentes (compresas o pañales).
A pesar de que cada vez son más frecuentes las consultas por esta patología en Atención Primaria, Urología y Ginecología, más de el 40% de personas con SVH se muestra reticente a acudir a la consulta cuando se hace presente alguno de los síntomas. Ello es debido a un sentimiento de vergüenza, a la creencia de que se debe inevitablemente al envejecimiento o a desconocer que existen tratamientos efectivos.
Sin embargo, si se trata adecuadamente, no existe razón por la que la urgencia, con o sin incontinencia de orina, impida a cualquier persona llevar una vida activa y satisfactoria. Genéricamente los medicamentos para tratar el SVH se denominan antimuscarínicos. Las principales limitaciones de estos fármacos son sus desagradables efectos secundarios como visión borrosa, taquicardia, estreñimiento y sobre todo, sequedad de boca. Dentro de este grupo de fármacos, cloruro de Trospio, Oxibutinina, Tolterodina, Solifenacina y Fesoterodina han demostrado eficacia similar en el tratamiento del SVH con una mejoría de los síntomas en 50-60% de los casos.
En casos refractarios, la Toxina Botulínica intravesical es un tratamiento prometedor, pero todavía existen muy pocos datos sobre los beneficios y la seguridad y aún no se conoce su dosis óptima.
El tratamiento médico se acompaña de lo que se denomina reeducación vesical, que abarca desde explicar al paciente en qué consiste su problema a rellenar “diarios miccionales” (registros en los que el paciente detalla las características de sus micciones), micciones programadas (orinar con frecuencias predeterminadas), micciones diferidas (retardar la frecuencia urinaria paulatinamente) e incluso ejercicios del suelo pélvico (contraer el esfínter anal en el momento en que se sientan ganas “anormales” de orinar).