La alimentación en los primeros 1000 días de vida


Xabier Villabona Los Arcos. Enfermero Centro de Salud Ansoáin. Neus Saloni Gómez. MIR Pediatría y Áreas Específicas. Hospital Universitario de Navarra

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Actualmente, la gran mayoría de la población es consciente de la importancia de la alimentación, su impacto en la salud y su uso como tratamiento de diversas enfermedades. Ahora bien, en muchas ocasiones, se tiende a mejorar la alimentación una vez ya han aparecido los síntomas de enfermedad. Es importante conocer el papel de los hábitos saludables como herramienta de prevención, como exponemos a continuación.

En primer lugar, en los últimos años ha surgido con fuerza el concepto de “los primeros 1000 días de vida”. Con él, se hace referencia al intervalo de tiempo desde la concepción hasta los 2 años de vida en los cuáles tienen lugar múltiples procesos, sobre todo de índole neurológico, imprescindibles para el desarrollo psicomotor. Así pues, durante los primeros 1000 días de vida, gracias a la maduración de innumerables conexiones neuronales favorecidas por un buen ambiente estimulante y, siempre que no exista patología, el lactante logrará sostener la cabeza, sentarse, andar, jugar, iniciar la comunicación, desarrollar su pensamiento, etc.

No obstante, durante este período de maduración y desarrollo, también tiene lugar otro fenómeno clave que tendrá repercusión en la adultez. En las últimas décadas, múltiples estudios científicos han comprobado que el tipo de alimentación que se tiene durante el embarazo y los primeros 2 años de vida supone un gran impacto en el metabolismo del individuo. Tan es así, que una alimentación poco saludable, rica en productos ultraprocesados y escasamente variada en la infancia provoca las primeras alteraciones en el organismo que, mantenidas en el tiempo, causaran un mayor riesgo de desarrollar obesidad, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y diabetes, entre otras patologías. Se ha descubierto que los primeros cambios en los vasos sanguíneos relacionados con la hipertensión tienen lugar en la adolescencia. Por eso es importante que, una vez se haya establecido la alimentación complementaria, se aumente el consumo diario de frutas, verduras y hortalizas en todas sus formas y texturas, pescados especialmente de tipo azul (limitando aquellos con alto contenido en mercurio) y carnes blancas. También es importante recordar que una alimentación infantil con excesiva proporción de proteínas se relaciona con mayor tasa de obesidad en infancia tardía y la vida adulta. Por el contrario, se debe retrasar tanto como sea posible la introducción de productos azucarados (no confundir con los azúcares naturalmente presentes en frutas y verduras) y reducir alimentos ricos en grasas saturadas.

Así pues y, en conclusión, una buena alimentación es imprescindible para disfrutar de una buena salud a corto y largo plazo. No obstante, no debemos olvidar que en los primeros 1000 días de vida los hábitos alimentarios van a resultar claves en determinar el metabolismo de la vida adulta. Finalmente, en el caso que se desee ampliar información al respecto, se recomienda seguir siempre las recomendaciones oficiales de sociedades científicas así como de profesionales de salud para recibir la mejor orientación sobre la alimentación de los más pequeños.