La contaminación es una degradación del medio ambiente a partir de sustancias nocivas o elementos físicos que provocan que éste sea inseguro o dañino para el ser humano.
El ruido entendido como un sonido displacentero, es la principal fuente de contaminación acústica en las ciudades. Su intensidad se mide en decibelios (dB) y su frecuencia en hercios (Hz). Una exposición de ruido con más de 85 dB prolongada en el tiempo se considera contaminación acústica y puede generar daños auditivos irreversibles.
Conciertos, discotecas, tráfico, industrias, aviones, petardos etc. convierten a España en el segundo país más ruidoso del mundo, por detrás de Japón.
Se calcula que unos 9 millones de españoles (el 22% de la población) están expuestos a niveles de ruido superiores a los 65 dbs diarios que establece la OMS como máximo recomendable.
Según la OMS, los niños, ancianos y enfermos crónicos son considerados como población más vulnerable al ruido. A nivel mundial, se estima que un total de 360 millones de personas sufren los efectos negativos producidos por el ruido.
Factores predisponentes
1. La intensidad de ruido: Se considera límite de seguridad auditiva una exposición de 80 dB. Por encima de esta cifra, el riesgo de daño auditivo será exponencial.
2. Frecuencia del ruido: Los sonidos más peligrosos para el oído son los de alta frecuencia, a partir de la frecuencia de 1.000 Hz. El oído humano es más susceptible a daño para niveles comprendidos entre los 3.000 y 6.000 Hz.
3. Tiempo de exposición: Presenta una función exponencial; a mayor tiempo de exposición mayor riesgo lesivo.
4. Susceptibilidad individual: Múltiples variables individuales (genéticas, metabólicas etc.) que intervienen en el deterioro fisiológico coclear.
5. Edad y sexo: No hay estudios con resultados estadísticamente significativos que puedan confirmar la hipótesis basada en que varones de una determinada edad presenten un riesgo de deterioro auditivo mayor que mujeres de la misma edad o que una población de edad avanzada presente mayor riesgo que una población joven. Por lo que, no se pueden obtener conclusiones.
6. Naturaleza del ruido: La exposición de forma intermitente es menos lesiva que la exposición prolongada y mantenida en el tiempo. A su vez, los ruidos permanentes son menos lesivos que los pulsados debido al sistema de amortiguación del oído medio.
Clínica
• Hipoacusia. La percepción de disminución de la audición puede demorarse a fases avanzadas de la hipoacusia secundaria al ruido, las frecuencias que se alteran en primer lugar son frecuencias agudas, que no intervienen en las conversaciones rutinarias por lo que no suponen un problema de comunicación para la persona. Sin embargo, es importante detectar el problema a tiempo para evitar llegar a fases avanzadas en las que se puede producir un aislamiento social.
• Acúfenos (tinnitus). Sensación subjetiva de ruido en los oídos, zumbidos o pitidos sin que exista fuente sonora externa que lo origina. Es decir, la persona afectada por acúfenos percibe un sonido aún en situaciones de absoluto silencio ambiental. Cuando el acúfeno es severo, se transforma en una molestia insuperable que reduce la calidad de vida del afectado, debido a los problemas psicológicos que conlleva.
• Vértigos.
Alteraciones en el resto del organismo
• Aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares (Hipertensión, angina de pecho…).
• Problemas psicológicos.
• Insomnio (por encima de 30 dbs de ruido se altera la conciliación del sueño).
• Desarrollo cognitivo más lento en edad infantil.
• Reducción del rendimiento, fatiga, estrés etc.
• Aumento de la frecuencia respiratoria.
• Déficit de atención.
• Aumento de acidez gástrica.
• Disminución de agudeza visual
Tras el diagnóstico, se debe ajustar el tratamiento. Es importante, recordar que no existe tratamiento curativo. En caso de que el paciente desee mejorar su conexión con el entorno social y mejorar su capacidad auditiva, se ofrecerá adaptación protésica exclusiva.
Por lo tanto, se recomienda reforzar todas las medidas preventivas primarias dirigidas a evitar aquellos ruidos que puedan condicionar nuestra audición en el tiempo.
Protectores ante el ruido
• Orejeras/ cascos. Atenúan unos 40 dBs para frecuencias a partir de 200 Hzs.
• Cascos no pasivos. Controlan el ruido exterior limitando los ruidos intensos hasta un nivel seguro.
• Tapones de diversos tipos y materiales (vinilo, silicona, cera…). Desechables o reutilizables.
Legislación
España tiene una de las legislaciones más avanzadas en cuanto a protección del ruido. El problema es su aplicación. Actualmente, en el ámbito laboral, está vigente el Real Decreto 286/2006 sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición al ruido.
Conclusiones
Se estima que un tercio de la población mundial y el 75% de los habitantes de las ciudades industrializadas padecen algún tipo de sordera causada por la exposición al ruido.
La detección precoz de los daños auditivos es esencial para el tratamiento.
La base del tratamiento es la prevención basada en el cumplimiento de la ley y en el razonable uso de instrumentos acústicos (auriculares, radios, televisores, altavoces etc.)
El otorrinolaringólogo es el encargado de detectar los problemas y fijar el tratamiento oportuno.