La Navidad es época de reuniones familiares y de reencuentro con amigos para disfrutar de los días festivos alrededor de una buena mesa, pero los excesos con la comida y la bebida pueden acabar dañando nuestra salud y aguarnos la fiesta. La ingesta de comidas copiosas, el abuso de condimentos fuertes y también el exceso de alcohol son algunos de los ingredientes que pueden provocar o exacerbar patologías digestivas previas. Los síntomas más comunes son el dolor abdominal, la pesadez digestiva, la sensación de ardor y acidez, las nauseas, los vómitos y la alteración del ritmo intestinal.
El problema real de los excesos navideños no consite tanto en cometer un exceso ocasional como en que en estas fechas se multiplican las posibilidades de participar en comidas excepcionales. Así, entre Noche Buena, Navidad, Fin de Año, Año Nuevo y Reyes, además de un par de salidas sociales (por supuesto celebradas con una cena o comida) con amigos y/o compañeros de trabajo, sumamos en torno a siete ocasiones en las que es probable cometer excesos en la dieta.
Normalmente las patologías gástricas más frecuentes asociadas a los excesos navideños son la enfermedad de reflujo gastroesofágico y la gastritis.
Reflujo gastroesofágico
La enfermedad de reflujo gastroesofágico se define como el paso de contenido gástrico del estómago al esófago, produciendo diversa sintomatología como puede ser la acidez, el ardor, el dolor torácico o abdominal; y síntomas respiratorios como tos, dolor de garganta, mal sabor de boca, etc. Esta patología se ve muy incrementada en estas señaladas fechas, ya que las comidas con un exceso de grasa, asociadas a la ingesta de alcohol favorecen que el estómago aumente el tiempo de vacimiento de su contenido gástrico, la cantidad de ácido producida para su digestión y la distensión del mismo. Además, el alcohol, normalmente protagonista en estas fiestas, favorece que el cardias (esfínter situado entre el esófago y el estómago) se relaje con mayor facilidad, permitiendo el retorno de la comida en digestión al esófago. Otro problema que se suma a la cantidad de alimentos y su composición es el ritmo inadecuado de las comidas, realizando ingestas desmesuradas en horas nocturnas, sin respetar la norma básica establecida por el dicho popular: “desayunemos como reyes, almorcemos como príncipes y cenemos como mendigos”. Esta situación favorece y potencia aun más el reflujo gastroesofágico al acostarnos tras la trasgresión dietética.
Si el reflujo gastroesofágico se perpetúa en el tiempo y no se trata de manera adecuada, puede incluso derivar en problemas médicos serios como la esofagitis (lesión de la mucosa esofágica), las úlceras esofágicas, la hemorragia digestiva y el estrechamiento por cicatrización de las lesiones provocadas por el reflujo que puede derivar en impactación de los alimentos, etc.
Gastritis aguda
La gastritis aguda o crónica reagudizada es una inflamación de la mucosa gástrica que, como el reflujo gastroesofágico, se ve favorecida por los factores descritos previamente. Las molestias típicas son lo que conocemos como dispepsia, y engloban el discomfort y/o el ardor abdominal superior, la sensación de digestión pesada y plenitud gástrica. Los tóxicos y las infecciones pueden incrementar esta inflamación, produciendo incluso en ocasiones erosiones o ulceraciones con sus complicaciones.
Aunque este artículo se enfoque en patologías gástricas, no debemos olvidar otras patologías digestivas como los problemas biliares tipo cólicos por litiasis vesiculares, pancreatitis y gastroenteritis, tanto infecciosa como toxicoalimentaria.
El mejor tratamiento de las consecuencias de los excesos navideños es la prevención, que consiste en algo tan básico como es comer con mesura. No hay que asociar celebración con exceso. Pero si pese a todo no hemos podido seguir este consejo y necesitamos una recuperación para restablecer nuestro sistema digestivo, se recomienda iniciar con una dieta que incluya alimentos variados, bajos en grasas, repartidos en cinco tomas de pequeña cantidad, con ingesta de abundantes líquidos no gaseosos ni alcoholicos. Los antiácidos, procinéticos y demás medicación digestiva pueden ser de gran ayuda a la hora de aliviar la sintomatología y mejorar la recuperación. Conviene recordar que aunque la gente esté habituada a medicarse con esos productos, no dejan de ser fármacos y su ingesta debe realizarse bajo prescripción facultativa.
Como conclusión, para evitar las consecuencias de los excesos navideños, sería recomendable no dejarse llevar por los impulsos y disfrutar de las comidas con moderación, sobre todo si la persona padece enfermedades crónicas. Evidentemente, no se trata de amargar las fiestas a nadie, pero un poco de sentido común permitirá un disfrute más pleno de las mismas.