Los videojuegos ocupan, en la actualidad, una parte importante del tiempo dedicado al ocio sustituyendo al deporte y demás actividades al aire libre. Se ha cambiado el juego en la calle por la televisión, los videojuegos o Internet.
Esta situación se ha ido agudizando a partir de los años 80, con una repercusión mayor en los niños que en las niñas, quizás debido al contenido de los videojuegos. La gran atracción que tienen los videojuegos para los jovenes no es de extrañar ya que les permite vivir experiencias y disfrutar de actividades que en la realidad no se podrían permitir: conducir coches de alta cilindrada, pilotar aviones etc. Son juegos que se adaptan a cada niño con diferentes niveles de dificultad, con unas reglas claramente determinadas y además con un reconocimiento social por los compañeros.
Según las últimas publicaciones, 3 de cada 4 niños de entre 8 y 13 años tienen videoconsola. Sus efectos han sido y son objeto de gran discusión. En unos estudios las conclusiones son contradictorias y en otros no son valorables por no tener ningún rigor científico.
Se les responsabiliza de aislar al niño, de incitarles a la violencia, de disminuir el rendimiento escolar, de producir adicción y de provocar obesidad; pero en otros estudios se les consideran verdaderas herramientas docentes.
Recientemente, se les responsabiliza de contribuir a la obesidad facilitando una conducta sedentaria. Según los últimos estudios, el sedentarismo, más que el tipo de dieta, está influyendo en el incremento de peso que ha pasado de afectar al 6 % de los niños en 1990 a mas del 10 % en el año 2005. Pero dentro de las actividades sedentarias, el videojuego es de las que menos influye en la obesidad, por debajo de la televisión, quizás debido a que con la televisión habitualmente se asocia un aumento de ingesta de alimentos altamente energéticos. Además, en la actualidad, los nuevos videojuegos apuestan por la actividad física, como el bien conocido Wii Fit entre otros, pues para poder jugar el niño tiene que moverse y el jugar puede llegar a ser agotador.
Pero como se comenta en un articulo publicado en El Pais, los videojuegos no son el origen ni la causa de la obesidad y sólo el ejercicio y la promoción de una alimentación equilibrada son los pilares en que se basa el control del peso.
¿Qué actitud debemos tener los tutores ante los videojuegos para tratar de minimizar estos efectos secundarios?
Debemos supervisar los juegos, permitiendo sólo el uso de juegos adecuados para la edad del niño. El 30 % de los niños reconocen que utilizan videojuegos para mayores de 18 años y un 15 % desconoce la clasificación de los juegos que utiliza.
Se ha demostrado que cuando los padres tienen hábitos sedentarios sus hijos/as tienen también hábitos sedentarios. Por tanto los padres han de dar ejemplo tratando de modificar sus hábitos.
Pero sobre todo debemos poner límites estrictos en el tiempo. La Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Española de Pediatría han situado el límite entre lo tolerable y lo peligroso en 2 horas diarias para todas las actividades de pantalla. Es conveniente que los niños jueguen en la misma estancia que están los adultos, y comenten con los padres los temas de los juegos e inclusive que traten de jugar con ellos. De esta manera podemos controlar tanto el contenido de los videojuegos, como el tiempo dedicado a ellos.
Conclusiones
Para concluir podemos decir que los videojuegos no son intrínsecamente buenos ni malos, que el problema no esta en los videojuegos sino en el uso que se hace de ellos y, como decía Victoria Campos, que al igual que los padres controlan la dieta de sus hijos deben controlar también la dieta televisiva, hecho que podemos hacer extensivo a los videojuegos, y además, como dice J. Marchamalo, este es el mundo que nos ha tocado vivir y tendremos que a aprender a convivir con la tecnología y obtener de ella todos sus beneficios para ayudarnos a vivir mejor.