El molusco contagioso es una infección viral cutánea que afecta frecuentemente a niños en edad escolar, causada por un virus de la familia Poxvirus. Se diagnostica clínicamente al visualizar lesiones perladas, rosáceas o de color carne, acompañada en ocasiones de una depresión central. En casos de duda la dermatoscopia puede ser de utilidad.
El molusco contagioso es una infección viral cutánea que afecta frecuentemente a niños en edad escolar, raramente a adolescentes, con una incidencia anual entre el 2% y el 10% y una prevalencia de 5,1% a 11,5%. Es de curso benigno y la mayoría de las veces autolimitado. Está causada por un virus de la familia Poxvirus que se transmite por contacto piel con piel o a través de objetos infectados. En adultos es raro encontrarla, estando en ese caso más relacionada con inmunodeficiencias (especialmente VIH) o siendo una enfermedad de transmisión sexual.
El diagnóstico de la infección es principalmente clínico, basado en identificar el tipo de lesión. Las lesiones típicas consisten en pequeñas pápulas o granitos perlados, rosáceos o de color claro, que frecuentemente parecen traslúcidos y muestran una pequeña depresión central (también conocida como “umbilicación”). Aunque pueden aparecer de manera aislada, es frecuente encontrar las lesiones agrupadas o siguiendo una distribución lineal (dependiendo del contacto que haya tenido para infectarse). Pueden encontrarse lesiones en cualquier parte del cuerpo, aunque de manera más frecuente aparecen en zonas húmedas, axilas, cara interna del codo o ingles, así como en tronco y extremidades. También pueden aparecer a nivel genital o anal, sin que en niños esto traduzca enfermedad de transmisión sexual (a diferencia de los adultos). Como complicación, se puede presentar una reacción inflamatoria local. Esto puede llevar a prolongar el ciclo de la infección ya que se puede acompañar de picor y al rascarse se puede autoinocular el virus en otras localizaciones del cuerpo. Otras de las complicaciones más frecuentes es la sobreinfección bacteriana de las lesiones secundaria a la manipulación de las mismas.
En los casos en los que las lesiones no muestren las características típicas, es muy útil la utilización del dermatoscopio dada la existencia de un patrón típico de esta enfermedad que consiste en la visualización de una estructura central amorfa blanquecino-amarillenta rodeada de vasos de manera radial o “en corona”. Dentro de la estructura blanquecina central es donde se encontraría albergado el virus.
La elección del tratamiento en la edad pediátrica debe priorizar el evitar el dolor y minimizar el riesgo de secuelas cicatriciales. Laevolución típica de la infección por moluscum contagiosum es la resolución espontánea tras varios meses o años (aproximadamente de 6 meses a 2 años), pero se puede recibir tratamiento para intentar eliminarlo antes tanto por motivos estéticos, molestias (especialmente en niños con dermatitis atópica que la infección puede ser más persistente), o por evitar contagiosidad con el entorno. Los diversos tratamientos van desde la destrucción de las lesiones con frío (crioterapia) o por curetaje (arranque de las lesiones con una cucharilla), ambas con anestésico tópico previo, o la aplicación de tratamientos químicos específicos sobre la piel. Estos últimos se aplican directamente sobre las lesiones, ayudando a eliminar antes el virus al generar una irritación o inflamación de la piel para que el sistema inmune luche contra ella. En casos de sobreinfección bacteriana, siempre se deberá aplicar rema antibiótica tópica hasta la resolución de la infección, manteniendo una adecuada higiene de manos, corte de uñas y evitar el rascado.
Para prevenirlo es importante evitar el contacto directo con las lesiones, realizando un adecuado lavado de manos en caso de manipulaciones de las mismas así como no compartir utensilios, ropa, etc. con personas infectadas. Aunque hay estudios que ponen de manifiesto una mayor incidencia de esta patología en niños que van a la piscina no hay evidencia documentada de que mantener a los niños fuera de la piscina sea eficaz para prevenir la transmisión. Sin embargo, otros trabajos demuestran que el riesgo relativo de contagio se triplica al compartir esponja de baño y/o toalla. Pese a ello, no se considera un motivo que impida acudir a la guardería o al colegio, mientras se aseguren las medidas recién comentadas.
AUTORES:
María Erroz Ferrer. MIR de Pediatría y Áreas Específicas. Hospital Universitario de Navarra.
Estíbaliz Sáez López. Enfermera. Hospital Universitario de Navarra.
Jorge Álvarez García. Pediatra en Centro de Salud de Ansoáin, Navarra.
María García Ayerra. Pediatra en Centro de Salud de Ansoáin, Navarra