Las litiasis vesicales son masas duras de minerales que se forman en la vejiga por cristalización de los mismos cuando tienen concentraciones altas en la orina.
Este tipo de cálculos supone aproximadamente el 5% de todas las litiasis del tracto urinario, si bien es más frecuente en hombres y en países en desarrollo. En nuestro medio ocurre preferentemente en varones a partir de los 60 años.
Su causa más frecuente es una obstrucción a la salida de la orina de la vejiga (por ejemplo, próstata aumentada de tamaño). Otras de las causas que pueden ocasionarlas son alteraciones en la inervación vesical, la presencia de catéteres u otros cuerpos extraños en la vejiga, litiasis de menor tamaño procedentes del tracto urinario superior y que, al contrario de lo que ocurre habitualmente, no han logrado ser expulsadas de manera espontánea, sirviendo así de nido para el crecimiento de litiasis de mayor tamaño, etc.
Síntomas
Algunos de los síntomas más frecuentes en esta patología son:
• Frecuencia urinaria aumentada.
• Hematuria (sangre en la orina).
• Disuria (dolor al orinar) o dolor suprapúbico (que aumentan al final de la micción o pueden desencadenarse con el movimiento o el ejercicio repentino).
• Infecciones recurrentes del tracto urinario.
Diagnóstico
Para diagnosticar esta patología contamos con 4 pruebas fundamentales:
1. Ecografía: se trata de la prueba de primera línea a realizar en pacientes en los que se sospecha esta patología. Es inocua y tiene una gran sensibilidad para el diagnóstico.
2. Radiografía de abdomen: su capacidad para visualizar la litiasis es mayor cuanto mayor sea su tamaño. Además, como veremos más adelante, la visualización o no del cálculo en la radiografía es importante para valorar la realización de algunos tratamientos.
3. TAC: Se trata de una prueba con mayor irradiación para el paciente, pero tiene la ventaja de poder diagnosticar no solo litiasis a nivel de la vejiga sino también a otros niveles del trato urinario.
4. Cistoscopia: consiste en la introducción a través de la uretra de aparato delgado en forma de tubo, que lleva incorporada una cámara en su extremo distal y va acoplado a una fuente de luz, logrando así una imagen del interior del tracto urinario inferior que se nos muestra en una pantalla. Se trata de una prueba más invasiva, a pesar de no requerir anestesia, pero cuenta con la ventaja de tener la capacidad de diagnosticar otras patologías vesicales que pueden ocasionar síntomas similares.
Una vez que hemos diagnosticado al paciente deberemos llevar a cabo una serie de pruebas complementarias para conocer la causa y poder establecer un tratamiento de la litiasis y posteriormente de la causa para evitar su reaparición. Estas pruebas incluyen una exploración física del paciente, analítica de orina y de sangre, análisis de las litiasis (en el caso de que se haya expulsado alguna) y flujometría con residuo postmiccional (consiste en analizar el caudal de orina que se elimina en un tiempo determinado, cantidad de orina expulsada y cantidad de orina que queda en la vejiga tras finalizar la micción).
Tratamiento
El tratamiento de esta patología es fundamentalmente quirúrgico, si bien puede aplicarse tratamiento médico inicial en algunos casos seleccionados, mediante la administración de bicarbonato o citrato alcalino.
El abordaje quirúrgico debe individualizarse en función del caso. El tratamiento de elección en la mayoría de los casos es la cistolitotricia transuretral. Esto consiste en el acceso a través de la uretra con un cistoscopio o nefroscopio (aparato de características similares al descrito anteriormente para el diágnostico) que nos permiten visualizar las litiasis vesicales y por su interior podemos introducir una fibra de laser capaz de fracturar el cálculo en fragmentos más pequeños que o bien se extraen con unas pinzas de cuerpos extraños, se aspiran o bien pueden expulsarse fácilmente con la micción.
En el caso de pacientes con alteraciones uretrales como podría ser una estenosis de uretra (estrechamiento de la uretra) se puede realizar este mismo procedimiento a través de un orificio que se realiza en la parte inferior del abdomen hacia la vejiga. Este procedimiento recibe el nombre de cistolitotricia percutánea.
Además, existe la opción de combinar estos procedimientos para disminuir el tiempo quirúrgico.
Una alternativa más agresiva a estos procedimientos es la cistolitotomía abierta que consiste en una incisión sobre la vejiga para extraer los cálculos y su cierre posterior. Esta técnica tiene algunas desventajas respecto a las anteriores como puede ser un aumento significativo de las complicaciones y la estancia hospitalaria, si bien es muy eficaz y de elección en algunos casos seleccionados con litiasis de tamaños muy elevados cuyo manejo endoscópico es muy complicado. La tasa de recidiva de esta patología es similar en todas las técnicas.
Finalmente, destacar la posibilidad de realizar cistolitotomía laparoscópica o litotricia (fragmentación de las litiasis vesicales mediante ondas de choque sin cirugías) si bien son técnicas menos utilizadas.
Prevención
En la mayoría de los casos, como hemos dicho anteriormente, la causa de esta patología radica en un crecimiento prostático (HBP) por lo que clásicamente se han asociado las litiasis vesicales a la necesidad de cirugía de hiperplasia benigna de próstata (HBP), bien sea mediante un abordaje endoscópico (resección transuretral o RTU) o abierto/laparoscópico (adenomectomía) para evitar la recidiva de esta patología.
En los casos de paciente con vejigas neurógenas como causa de sus litiasis vesicales la prevalencia de esta patología disminuye en casos de cateterismos intermitentes y mediante la realización de irrigaciones periódicas.
Recomendaciones para pacientes
• Beber abundantes líquidos.
• Orinar con frecuencia.
• Consultar a su médico ante los primeros síntomas de dificultad para la micción.
AUTORES
Ana Aldaz Acín e Inés Giménez Andreu. Médicos Internos Residentes.
Patricia Serrano Frago y Cristina Redondo Redondo. Médicos Adjuntos.
María Jesús Gil Sanz. Jefa de Servicio.
Servicio de Urología. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza