Tengo el fósforo en sangre bajo ¿Debo preocuparme?


Zoila Stany Albines Fiestas, Belén Campos Gutiérrez, Paula Mora López, Verónica Alexandra Villa Ayala y David Beltrán Mallén.

Print Friendly, PDF & Email
El fósforo es un mineral esencial que participa en cascadas metabólicas y de señalización. Si se encuentra en concentraciones bajas en la sangre se denomina hipofosfatemia. En su regulación intervienen el tracto digestivo, riñones, hueso y paratiroides, por lo que una alteración en su concentración podría reflejar un problema de salud subyacente a esos niveles.

¿A partir de qué cifras se habla se hipofosfatemia?

En adultos, la hipofosfatemia se caracteriza por una concentración de fósforo en sangre que está por debajo de 2,5 mg/dL. La cifra de fósforo en sangre por debajo de 1 mg/dL que traduce una hipofosfatemia grave, es muy infrecuente de encontrar en la práctica clínica.

¿Qué causas la provocan?

Dentro de sus causas se incluyen:

  • Aporte deficiente de fósforo
  • Intoxicación aguda por alcohol
  • Alcoholismo crónico
  • Trastornos gastrointestinales que produzcan disminución de la absorción del fósforo en el intestino como en el síndrome de malabsorción
  • Trastornos renales que produzcan una eliminación excesiva de fósforo a través de la orina como el síndrome de Fanconi o en el postrasplante renal
  • Trastornos endocrinos como alteraciones tiroideas, el hiperparatiroidismo o el déficit de vitamina D
  • Uso de ciertos fármacos como antiácidos (con aluminio) ligantes del fósforo, acetazolamida, foscarnet, imatinib, pentamidina y sorafenib
  • Diabetes mellitus mal controlada con cetoacidosis diabética
  • Alcalosis respiratoria (una alteración del equilibrio ácido base del organismo que puede redistribuir el fósforo)
  • Exceso de glucocorticoides
  • Uso prolongado intravenoso de preparados de hierro

¿Qué clínica puedo presentar?

A menudo, la hipofosfatemia no expresa clínica salvo sea grave con concentraciones de fósforo en sangre por debajo de 1 mg/dl. Las manifestaciones clínicas se producen sobre todo a nivel neurológico y musculoesquéletico como irritabilidad, debilidad, dificultad para hablar, convulsiones, parestesias, parálisis ascendente, trastornos del estado de conciencia incluyendo el coma, daño muscular grave e insuficiencia respiratoria. Además, pueda conducir a insuficiencia cardiaca y osteomalacia (una enfermedad ósea caracterizada por debilidad muscular y dolor óseo).

Asimismo, puede provocar alteraciones hematológicas como anemia hemolítica, que es la disminución de la liberación de oxígeno de la hemoglobina que compromete la función leucocitaria y plaquetaria.

¿Qué pruebas complementarias existen para llegar al diagnóstico de hipofosfatemia?

Nos aproximan al diagnóstico:

  • La historia clínica haciendo hincapié en las comorbilidades y su respectivo control, ingesta de fármacos, hábito enólico, regímenes dietéticos, así como en la clínica sugestiva.
  • La determinación de la concentración en sangre de fósforo
  • La determinación de otros parámetros que pueden ayudar en el diagnóstico diferencial de su etiología: bicarbonato, glucosa, calcio, magnesio, paratohormona, 25-hidroxivitamina D, función renal y excreción urinaria de fósforo.

Una alta excreción de fósforo a través de la orina nos orientaría a pérdidas renales.

¿En qué consiste el tratamiento?

Lo principal es la prevención de su aparición en pacientes con factores predisponentes como los malnutridos o pacientes con alcoholismo crónico, aportando suplementos si lo necesitan.

Además de tratar la causa subyacente, se puede iniciar aportes con suplementos, que habitualmente se indican con cifras inferiores a 2 mg/dl teniendo en cuenta la clínica que presente el paciente. Asimismo, se puede recomendar cambios en la dieta como el consumo de alimentos ricos en fósforo, como productos lácteos, carnes, nueces y legumbres.

Fundamental, que el tratamiento sea supervisado por el profesional de salud para seguimiento y evitar complicaciones. Los casos graves de hipofosfatemia, pueden precisar incluso ingreso hospitalario para administración de aporte intravenoso y vigilancia estrecha, ya que la administración de este aporte requiere además control de otros iones sanguíneos como el calcio.

AUTORES

Zoila Stany Albines Fiestas. FEA Nefrología. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Zaragoza.

Belén Campos Gutiérrez. FEA Nefrología. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.

Paula Mora López. MIR Nefrología. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.

Verónica Alexandra Villa Ayala. MIR Nefrología. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.

David Beltrán Mallén. MIR Nefrología. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.