Tengo piedras en la vesícula, ¿debo preocuparme?


Ainara Baines García, Miriam Royo Álvarez, Sonia Matarranz Rípodas y Marina Beroiz Salaverri

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La colelitiasis, conocida coloquialmente como “piedras en la vesícula” es una de las patologías más frecuentes a nivel digestivo. Para entenderla, hay que conocer que la vesícula biliar es un órgano pequeño, en forma de bolsa, que se encuentra en contacto con el hígado. Se encarga de almacenar la bilis, un fluido segregado por el hígado necesario para la absorción de las grasas de la dieta. Este fluido, una vez sale de la vesícula, es conducido a través de los conductos biliares hasta la primera parte del intestino, donde participa en la digestión. Aunque la bilis es líquida, contiene partículas de colesterol y pigmentos que pueden solidificar dando lugar a estos cálculos o litiasis dentro de la vesícula.

Causas

El origen de estos cálculos no es bien conocido, aunque se han descrito factores de riesgo como la edad superior a 40 años, la obesidad, el sexo femenino, los niveles altos de estrógenos (embarazo, toma de anticonceptivos o terapia sustitutiva en la menopausia), la etnia indoamericana y la pérdida rápida e importante de peso como la que ocurre tras una cirugía bariátrica.

Respecto a su prevención, aunque con una evidencia limitada, parece que el consumo de café, vitamina C, fibra y proteína de origen vegetal pueden ser elementos protectores. También lo son el ejercicio físico diario y el realizar ingestas moderadas, bajas en grasa y fraccionadas a lo largo del día.

Diagnóstico

Aunque también pueden evidenciarse en exploraciones más complejas como las tomografías computarizadas (TAC) o las resonancias magnéticas, la mejor prueba para detectar la colelitiasis es la ecografía abdominal. En ella los cálculos se visualizan como formaciones blancas y móviles dentro de la vesícula biliar. Es muy frecuente que se diagnostique este hallazgo de forma casual en ecografías abdominales realizadas por motivos diferentes, ya que la mayoría de las veces no producen ningún síntoma.

Complicaciones

Entre un 65 y un 80% de los casos las colelitiasis no producen síntomas, y las personas podemos vivir con ellas sin ningún problema. No obstante, en caso de existir complicaciones estas pueden ser graves, por lo que todo médico debe saber reconocerlas. Las más frecuentes son el cólico biliar, la colecistitis aguda, la coledocolitiasis, la colangitis aguda y la pancreatitis aguda.

Cólico biliar

Se trata de la complicación más frecuente. Se presenta como un dolor continuo localizado en la parte superior derecha del abdomen, iniciado desde escasos minutos hasta 1-2 horas tras las comidas (más frecuente si ésta es ricas en grasas), que puede irradiarse a espalda y hombro derecho, acompañarse de náuseas y vómitos, y durar hasta 3 o 4 horas. La causa del dolor es la obstrucción del tracto de salida de la vesícula producida por una de las piedras que se encuentra dentro, sin que llegue a salir. Es un motivo frecuente de visita a Urgencias, y habitualmente se resuelve con analgesia oral o intravenosa. Un único episodio aislado no será indicación de quitar la vesícula, pero ello sí se planteará si los cuadros se repiten a lo largo del tiempo.

Colecistitis aguda

Si la obstrucción al tracto de salida de la vesícula se prolonga en el tiempo, la bilis que contiene puede infectarse dando lugar a un cuadro conocido como colecistitis aguda. Esta situación se expresa habitualmente en forma de dolor en la parte superior derecha del abdomen, de mayor intensidad y duración que el cólico biliar, acompañado de escalofríos, fiebre y quebrantamiento del estado general. Su tratamiento consiste en iniciar antibióticos y, habitualmente, extirpar la vesícula de forma urgente para evitar complicaciones mayores.

Coledocolitiasis y colangitis aguda

Si las piedras salen de la vesícula y avanzan por los conductos biliares, pueden dar lugar a otro tipo de complicaciones. La coledocolitiasis es el nombre reciben las piedras que quedan atascadas en la vía biliar. Si la bilis se obstruye a ese nivel durante mucho tiempo, puede sobreinfectarse, dando lugar a otra complicación conocida como colangitis aguda.

En estos dos casos, lo más importante será desatascar la vía biliar, además de instaurar tratamiento antibiótico si existe infección. Ello se realiza habitualmente mediante un procedimiento endoscópico conocido como colangiografía retrógrada endoscópica (CPRE).

Será en un segundo tiempo, varias semanas o meses tras la resolución del cuadro, cuando se plantee la cirugía de la vesícula.

Pancreatitis aguda

Dado que el páncreas queda muy cerca de los conductos biliares, las piedras que transcurren por ellos pueden irritar este órgano a su paso, originando una inflamación conocida como pancreatitis aguda. En este caso el dolor es muy intenso, localizado en la boca del estómago, frecuentemente irradiado a ambos lados del abdomen o a la espalda, que puede acompañarse de náuseas y vómitos. Su espectro de gravedad es muy amplio, llegando a ser episodios potencialmente mortales, por lo que siempre precisan de atención hospitalaria.

Cirugía de la vesícula: colecistectomía

La cirugía por la cual se extirpa la vesícula se conoce como colecistectomía. Ésta puede plantearse de dos maneras, de forma urgente o programada.

En casos de colecistitis agudas la colecistectomía se realiza de forma urgente durante el propio ingreso, con el fin de evitar complicaciones como la extensión de la infección o incluso la perforación de la vesícula. Por el contrario, en el resto de complicaciones el objetivo de la colecistectomía es evitar que se vuelvan a producir episodios similares, por lo que se relegará a un segundo tiempo una vez se haya resuelto el cuadro.

Existen dos maneras de realizar la colecistectomía: la cirugía abierta, en la que la vesícula biliar se extirpa a través de un corte grande realizado en el abdomen, y la cirugía laparoscópica, en la que se realizan varias incisiones muy pequeñas a través de las cuales se realiza la operación.

Habitualmente se prefiere esta última modalidad, salvo en casos muy concretos en los que no pueda realizarse, porque las complicaciones postoperatorias, el dolor, el tiempo de estancia hospitalaria y el tiempo de recuperación son menores.

Conclusión

Por tanto, el hecho de tener piedras en la vesícula no debe preocuparnos, ya que son muy frecuentes y la mayor parte de las veces no causan ningún problema. No obstante, es recomendable conocer las posibles complicaciones y su forma de presentación, de cara a solicitar atención médica en caso de producirse.

AUTORES

-Ainara Baines García. Médico adjunto de Aparato Digestivo en el Hospital Reina Sofía. Tudela.

-Miriam Royo Álvarez. Médico residente de la Unidad de Cuidados Intensivos. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.

-Sonia Matarranz Rípodas. Enfermera especialista Familiar y Comunitaria. Centro de salud de Alsasua.

-Marina Beroiz Salaverri. Técnico de laboratorio. Hospital Universitario de Navarra. Pamplona