Tularemia: síntomas y consejos preventivos


Cristina Llonch Díaz, David Decker Triguero y María Casado Armendáriz. MIR Medicina Preventiva y Salud Pública. Hospital Universitario de Navarra

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¿Sabías que el simple hecho de coger con la mano un conejo o un ratón muerto puede ser suficiente para contagiarte de tularemia?

Aprovechando el inicio de la temporada de caza de conejos y liebres en noviembre, y añadido a que en Navarra ha habido casos de esta enfermedad, nos parece interesante hablar sobre ella, y dar algunos consejos para prevenirla.

La tularemia, conocida comúnmente como “fiebre de los conejos”, es una infección causada por una bacteria llamada Francisella tularensis. El contagio en humanos acostumbra a darse a partir de pequeños mamíferos (típicamente ratones, conejos, liebres y ardillas), garrapatas, o contacto con el medio en el que haya habido un animal infectado (tierra, granos, agua…).

Zoonosis

A estas infecciones transmisibles entre animales y humanos se les llama Zoonosis. Las personas infectadas no son contagiosas para otras personas. Una característica importante de esta bacteria es que una exposición muy pequeña a la bacteria es suficiente para infectarse (es decir, su dosis infectiva muy baja), lo que significa que es posible infectarse incluso si el periodo de tiempo que se está expuesto es muy pequeño. La infección se puede contraer con el simple hecho de coger un animal infectado muerto, porque la infección entra en contacto con cualquier pequeña herida que tengamos en la mano (debido a su baja dosis infectiva, ¡los pellejitos alrededor de las uñas son suficiente para contraer la infección!), o porque tras tocar dicho animal la persona se toca los ojos, nariz o boca.
La infección también se puede producir por inhalación de polvo contaminado por roedores o el que se genera al manipular sus cadáveres. Otras formas de contraer la infección pueden ser la ingestión de agua contaminada o de carne poco cocinada, o por picadura de garrapata. El periodo de incubación, es decir, el tiempo que pasa desde que se entra en contacto con la bacteria hasta que se manifiestan los síntomas, suele ser de entre 2 y 5 días, pero puede llegar a ser de entre 1 y 21 días.

Esta infección puede manifestarse en diferentes formas clínicas, lo que significa que los síntomas en dos personas pueden ser diferentes pese a tratase de la misma bacteria. La forma clínica que presente una persona depende de:
• La vía de entrada de la bacteria (si ha sido por una herida, por ingesta, por inhalación…)
• Estado inmunológico de la persona (es decir, de cómo tiene las defensas). Esto depende de muchos factores, entre ellos las enfermedades previas que tenga la persona, los tratamientos que esté recibiendo, la edad…
• La cepa de la bacteria.

De manera general, todas las formas clínicas se suele presentar una aparición brusca de fiebre alta, malestar general, e inflamación y dolor en los ganglios cercanos a la vía de entrada de la bacteria. Además de estos síntomas mencionados, las formas clínicas más frecuentes son:
1. Ulceroglandular: aparece una inflamación en la piel del lugar de entrada de la bacteria (por ejemplo, en un dedo) que posteriormente se ulcera. También se produce inflamación y dolor de los ganglios cercanos al lugar de entrada (siguiendo con el ejemplo del dedo, podría darse en los ganglios de la axila).
2. Glandular: igual que la anterior, pero sin manifestación cutánea. Es decir, además de los síntomas generales solo aparece inflamación y dolor en los ganglios.
3. Oculoglandular: cuando el contagio ha sido vía mucosa ocular (por ejemplo, al tocarse los ojos después de tocar un animal infectado). Las manifestaciones clínicas son conjuntivitis (se pueden llegar a presentar úlceras), e inflamación de los ganglios de la zona de delante de la oreja, debajo de la mandíbula y en el cuello.
4. Orofaringea: cuando la infección se contrae por ingesta de alimentos o agua contaminada. Acostumbra a dar inflamación en ganglios del cuello, y inflamación de la cavidad oral, amigdalitis y/o faringitis.
5. Intestinal: se manifiesta con dolor abdominal, vómitos y/o diarrea
6. Pulmonar: puede darse cuando la vía de entrada es la inhalación del microorganismo, o por complicación de otras formas clínicas. Se presenta en forma de neumonía.
Las distintas formas clínicas no son excluyentes, es decir, es posible presentar síntomas de diferentes formas clínicas a la vez.
En caso de antecedente de una posible exposición, seguido de síntomas que hagan sospechar de esta infección como fiebre e inflamación de los ganglios o una úlcera cutánea, se deberá acudir al médico.

Consejos para minimizar la posibilidad de contraer la tularemia

• Lavado de manos (ya sea con agua y jabón o con gel hidroalcohólico) después de cualquier contacto con un animal o entorno que pueda estar contaminado.
• Contacto con animales:
– Evitar tocar de forma directa animales enfermos o muertos.
– En caso de tener que tocarlos y/o manipularlos, utilizar guantes impermeables y mascarilla.
– Evitar generar polvo al retirar el cadáver del animal, y no fragmentar el cadáver ni los huesos para evitar la generación de aerosoles que podrían ser inhalados.
– Cocinar la carne completamente, a más de 55ºC durante más de 5 minutos para eliminar la bacteria. Congelar la carne no la elimina.
• Agua contaminada:
– Evitar beber, bañarse o nadar en aguas no tratadas.
– Evitar tocar los cangrejos de río, que pueden ser una vía de contagio.
• Picaduras de garrapatas, moscas y mosquitos:
– Utilizar manga larga y pantalón largo, de colores claros, para distinguir las garrapatas. Utilizar sombrero para proteger la cabeza. Meter los pantalones por dentro de los calcetines y botas.
– Utilizar repelente de insectos en la piel expuesta.
– Revisar la ropa y la piel para detectar garrapatas.
• Inhalación de polvo o aerosoles:
– Utilizar mascarilla (y guantes) en lugares donde haya roedores, en los que se pueda generar polvo (por ejemplo, agricultores durante la siega, el empacado de paja, o al limpiar la propia maquinaria con restos acumulados).

Finalmente, comentar que existen muchas más zoonosis, esta es solo una de ellas. Cada zoonosis está causada por un microorganismo diferente. Pese a que la sintomatología y el tratamiento de cada una de ellas puede ser diferente, los consejos preventivos comentados sirven para prevenir muchas otras zoonosis.

AUTORES

Cristina Llonch Díaz, David Decker Triguero y María Casado Armendáriz. MIR Medicina Preventiva y Salud Pública. Hospital Universitario de Navarra