El síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño (SAHOS) en la infancia se caracteriza por pausas repetidas en la respiración durante el sueño debido a una obstrucción de la vía aérea superior que interrumpe la ventilación normal y los patrones normales del mismo.
Epidemiología
La literatura científica reporta una prevalencia de SAHOS infantil que oscila entre el 4% y 11%, con un pico máximo entre los 2 y 8 años, atribuible en gran medida a la hipertrofia del tejido adenoamigdalar (anginas y vegetaciones). Sin embargo, un 20% de los casos presentan causas alternativas.
En cuanto a la distribución por sexos, en menores de dos años, es más frecuente en varones, prematuros o con trisomía 21 (Sd. Down). En la etapa prepuberal, la incidencia es similar en ambos sexos y en la etapa pospuberal, vuelven a verse más afectados los varones.
Además, el incremento de la frecuencia y el grado de la obesidad infantil se traduce en un aumento de la severidad de esta enfermedad. Sobre todo, en los síntomas que afectan a los sistemas metabólico y cardiovascular.
Clínica
El SAHOS infantil es una patología infradiagnosticada. Muchas veces la clínica pasa desapercibida a los padres, por lo que se deben tener presentes los distintos síntomas que pueden anunciar el SAHOS para evitar un retraso en el diagnóstico que conllevaría importantes complicaciones.
El síndrome se presenta con síntomas nocturnos y diurnos. Entre los nocturnos destacan las apneas (pausas respiratorias), hipopneas, ronquido, sueño intranquilo, sudoración nocturna, posiciones anormales durante el sueño, micción involuntaria en niños en edad escolar…
En cuanto a los síntomas diurnos, encontraremos niños con hipersomnolencia, aunque en la edad infantil también es frecuente que presenten actitud irritable, inquietud e hiperactividad. Muchos de estos síntomas están relacionados con la hipertrofia adenoamigdalar, frecuente en estos pacientes: mal aliento, respiración oral, congestión nasal, disfagia (dificultad para la deglución), retraso en el lenguaje debido a una hipoacusia de transmisión, déficit de atención…
Comorbilidades
Si el SAHOS no se trata, puede tener consecuencias a largo plazo, lo que denominamos comorbilidades. Entre ellas encontramos el retraso en el crecimiento debido, en parte, a que algunas hormonas importantes en el crecimiento se segregan durante ciclos del sueño que están alterados en estos pacientes y esto afecta a la liberación de la hormona.
Otro factor que condiciona esta complicación es que, durante la noche, estos niños necesitan un consumo energético extraordinario por el incremento del esfuerzo respiratorio, lo que repercute directamente en su rendimiento escolar.
Los niños con SAHOS no tratado pueden experimentar irritabilidad, hiperactividad, dificultades de atención y problemas de conducta. La falta de sueño reparador puede afectar su estado de ánimo y su capacidad para concentrarse y aprender.
La respiración bucal crónica y los cambios en la estructura facial asociados al SAHOS pueden llevar a la llamada Facies adenoidea; cara estrecha y alargada, retroposición mandibular, boca entreabierta, paladar ojival, hipotonía del labio superior, maloclusión dental, mejillas flácidas y “ojeras”.
Además, presentan aumento de riesgo de desarrollar síndrome metabólico (resistencia a la insulina, dislipidemia, hipertensión arterial y obesidad), y alteraciones cardiovasculares.
Diagnóstico
El otorrinolaringólogo es el especialista indicado para evaluar y diagnosticar este trastorno. Para conocer la historia clínica del paciente, se indagará sobre sus hábitos de descanso nocturno, la presencia de pausas de apnea, la respiración bucal, el desarrollo del lenguaje, la audición y la ingesta, entre otros aspectos relevantes.
La exploración física exhaustiva incluirá la evaluación del tamaño de las amígdalas y adenoides. En algunos casos, se requerirá una nasofibroscopia, técnica diagnóstica que consiste en la introducción de una pequeña cámara a través de las fosas nasales para visualizar la región anatómica donde se encuentran las vegetaciones y las amígdalas. Además, se valorará la mordida y la forma del paladar del paciente. La exploración física se completará con la observación detallada de ambos oídos mediante un otoscopio o un microscopio.
En muchos casos, la historia clínica y la exploración física son suficientes para establecer un diagnóstico preciso. Sin embargo, en ciertas ocasiones, se requerirá un estudio del sueño más completo. La polisomnografía es un estudio neurofisiológico que permite cuantificar la cantidad de apneas que presenta un paciente durante el sueño, así como su impacto en los sistemas cardiovascular y respiratorio. Para la realización de este estudio, es necesario que el paciente pernocte en el hospital.
Tratamiento
El tratamiento del SAHOS infantil depende de la causa subyacente. En la mayoría de los casos, la cirugía para extirpar las adenoides y/o amígdalas (adenoidectomía y amigdalectomía) es el tratamiento más efectivo. Esta intervención se realiza mediante anestesia general y suele realizarse de forma ambulatoria o con una breve estancia hospitalaria. La duración aproximada de ambas intervenciones es de una hora y media. Los cuidados postoperatorios incluyen una dieta blanda o de fácil masticación, evitando sobre todo alimentos que puedan irritar o crear heridas en la zona intervenida como los fritos, pan tostado, vinagres o cítricos. Tras la amigdalectomía es preciso que el niño mantenga reposo domiciliario durante 7 días, mientras que la adenoidectomía precisa de un descanso de 2 días. En ambos casos posponiendo el regreso a la actividad deportiva unos 15 días.
La complicación más frecuente, aunque rara, de estas intervenciones es el sangrado. En ese caso es importante que acudan a urgencias del hospital para realizar una valoración temprana.
Es fundamental recordar que el tratamiento del SAHOS infantil debe ser individualizado y adaptado a las necesidades de cada paciente. Por lo tanto, es esencial que el niño sea evaluado por un médico especialista en otorrinolaringología.
Un diagnóstico y tratamiento tempranos del SAHOS infantil son fundamentales para mejorar la calidad de vida del niño y prevenir complicaciones a largo plazo.
Si sospechas que tu hijo puede tener SAHOS, no dudes en consultar a tu pediatra u otorrinolaringólogo.
AUTORES
Dra. Sofía Goya Lirio. MIR ORL. Hospital Universitario de Navarra.
Dr. Ignacio Arruti González. Jefe de Sección ORL Hospital Universitario de Navarra