No pocos padres y madres temen la llegada de las vacaciones de sus hijos e hijas por no tener clara cúal debe ser la actitud ante tanto tiempo libre. Pretendo hacer una reflexión sobre el aprovechamiento del tiempo libre por parte de los niños y niñas en vacaciones, de cara a un ocio creativo y a una salud mental, física y emocional lo más equilibrada posible.
La mejor manera de disfrutar de las vacaciones no es «no hacer nada», sino el aprender a usar el tiempo libre. Muchas son las variables a contemplar a la hora de plantearse el tiempo libre como oportunidad educativa, pero una muy importante sería la de educar en laidentidad y autonomía personal. Obsérvese que acabamos de citar el principal objetivo de la Educación Infantil a lograr por la escuela y a completar por la familia trabajando en la misma dirección y con sentido.
Una lluvia de ideas nos daría como resultado algo parecido a este listado en el que se incluyen recomendaciones, tan de sentido común, que he dudado en escribir alguna de ellas. La variante de la edad de los niños es la más importante y a la que habrá que ajustarse, pero con carácter general puedo indicar que: no todo el tiempo de las vacaciones debe ser para hacer lo que se quiera, al menos se podría realizar una actividad diaria de forma consensuada y programada entre padres e hijos, si es posible, y requiere estar descansado, realizarla a primera hora del día y junto con otros niños de edad parecida o diferente; cualquier edad es buena para meter el gusanillo de ayudar un poco en casa; según la estación del año, será mejor una actividad al aire libre que dentro de casa, pero si tiene que ser en casa, que no sea en el cuarto de la tele y depende de si el adulto puede o no estar presente; la actividad planificada debe tener algún componente de género en el sentido de romper los moldes tradicionalmente establecidos. Los chicos pueden y deben pasar una mopa, y las chicas pueden y deben arreglar un pinchazo en la bicicleta; es necesario dar la posibilidad de elegir entre varias actividades consensuadas y escritas en un panel en lugar visible y que permita comentarios y revisiones diarias o, por lo menos, semanales; y por último, que sean los propios niños los que decidan repetir las actividades más placenteras.
Algunas actividades concretas que se pueden proponer dependiendo de la edad, de la autonomía de los niños, de los estilos educativos, y de tantas y tantas cosas…
En casa: jugar con cajas, palos, telas, etc.; dibujar, pintar, construir, experimentar con materiales no comerciales; construir marionetas; leer titulares del periódico; decidir, con la programación de la tele delante, lo que se va a ver cada día; escribir cuentos para contarlos a otros más pequeños o a mayores; ayudar a cocinar cosas sencillas; colaborar en hacer la lista y la compra diaria; poner la lavadora, al comienzo con ayuda; tender la ropa y recogerla; empezar a planchar, por ejemplo, los pañuelos; aprender a enviar un correo electrónico; aprender a escribir a máquina; aprender a manejar la cámara digital de fotos; escuchar música de su grupo favorito; aprender a hacer crucigramas, sopas de letras, sudokus, etc.; realizar juegos de mesa: cartas, oca, parchís, dominó, ajedrez,…(Los abuelos y abuelas suelen ser magníficos transmisores de estos juegos tan divertidos y educativos). Piénsese en algunosobjetivos, capacidades o competencias que se trabajan: memoria, atención, esfuerzo, respeto, paciencia, saber ganar, saber perder, aprender a ayudar, respetar el turno, diferir el placer, cálculo mental, estrategias, premeditaciones, previsiones, y otros que cada experto en cada juego podría precisar. Antes de pedir una pizza por teléfono para merienda-cena, pide ayuda a un mayor por si quiere hacer chocolate caliente para ti y tus amigos. Aconsejo tostar pan de días anteriores para untar en el chocolate.
En la calle: aprender a andar por el pueblo o por el barrio con un plano; andar en bicicleta; patinar; jugar a pelota en el frontón del pueblo o del barrio; jugar con los amigos al marro o al bote-bote en las noches de verano; saltar a la comba cantando las canciones que te enseñe la abuela; practicar los juegos de calle que te enseñe el abuelo; comer pipas sentados en un banco con los amigos.
En lugares especiales: viajar al pueblo a ver a los abuelos; ir al monte a por setas con algún experto; iniciarse en un deporte desconocido; visitar un museo; conocer el conservatorio; acercarse a una academia de pintura; visitar el Ayuntamiento de la localidad; ir a un teatro; ir al cine; hacerse socio de la biblioteca pública o aprender danzas de la zona.
Con personas muy especiales: un taller de costura con la abuela, por ejemplo: una bufanda de muchas lanas sobrantes te quedaría fantástica; repostería con la ayuda de la abuela: si le pides que te enseñe a hacer torrijas, te aseguro que no se resistirá lo más mínimo; un poco de bricolaje con el abuelo para realizar un teatrillo de madera donde hacer el teatro de marionetas o un Kamishibai (palabra japonesa que significa teatro de papel): ten paciencia con él y déjale que te explique cómo se coloca el pelo en la sierra de marquetería; iniciarse en el coleccionismo de sellos, monedas, postales, plantas secas, lo que al abuelo y a ti os guste. Os sorprenderá las veces que cito a los abuelos, pero creo firmemente que los extremos de la edad, niños y abuelos, se necesitan. No olvidéis decirles que les queréis mucho y darles tantos besos como años tienen.
Para ir cerrando estas pequeñas propuestas, aunque no me corresponde aconsejar sino ayudar a hacer pensar a los padres y madres, pero si es posible, evita algunas cosas: comprar juguetes para que se entretengan…, alquilar vídeos para entretenerlos una tarde…, gastar dinero (en la medida de lo posible) para no se sabe bien qué…
Por último, pero no por ello menos importante, algunas recomendaciones: ponles la tele, pero luego no te quejes de que no saben hacer otra cosa. Déjales jugar a la «play» sin ningún control de nada, pero luego no te lamentes de algunas cosa que piensan, sienten, dicen y hacen. Instala un ordenador en su cuarto y no controles nada de lo que allí pasa, es posible que no pasen ni de curso. Cómprales el móvil más caro, págales sus facturas, no controles nada de nada y luego quéjate de que no hablan contigo.
Pasa este texto a tus hijos, a tus familiares próximos o a las personas que comparten estas preocupaciones. Vuestra salud y la de vuestros hijos e hijas bien merece unos minutos de lectura, reflexión, puesta en común en casa y muchas pequeñas complicidades y prácticas, algunas serias y otras, la mar de divertidas.
Porque como decía el poeta G. Celaya:»Educar es lo mismo que poner un motor a una barca… hay que medir, pesar, equilibrar… y poner todo en marcha. Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino… un poco de pirata… un poco de poeta… y un kilo y medio de paciencia concentrada».
Salud para todos. Felices y aprovechadas vacaciones.