Someterse a cualquier intervención quirúrgica constituye una importante decisión que requiere una información completa sobre la operación, una preparación adecuada a la misma, y una previsión sobre las posibles repercusiones de tipo personal, familiar y económico, a lo largo de todo el periodo perioperatorio (antes, durante y después de la operación).
La planificación de un procedimiento quirúrgico contempla cinco pasos esenciales:
- La consulta con el cirujano
- La consulta preanestésica
- La cirugía
- El postoperatorio inmediato
- El Alta y el plan de cuidados y revisiones
Los dos últimos varían en función de si la cirugía implica un ingreso en el hospital o se trata de cirugía ambulatoria (el paciente se va a casa unas horas después de la operación).
Durante la consulta con el cirujano, éste le explica al paciente los motivos por los que le recomienda la operación, las alternativas a la misma, los beneficios que se esperan del procedimiento (o los perjuicios si no se lleva a cabo) y los riesgos y complicaciones que pueden derivarse de la intervención. Conviene no olvidar que una operación quirúrgica, por pequeña que sea, representa una agresión al organismo, con la que se busca mejorar el estado de salud del enfermo, pero que implica un riesgo -por lo general pequeño-, de padecer molestias, efectos indeseables y en ocasiones complicaciones que pueden llegar a ser importantes. Como es natural el riesgo de padecer alguna complicación está relacionado directamente con la complejidad y dificultad de la operación, y con el estado de salud del paciente (lo que se denomina comorbilidad o patología asociada: enfermedades previas, diabetes, problemas respiratorios, etc.).
El consentimiento informado
Todo paciente que decide someterse a un tratamiento quirúrgico debe firmar un documento en el que conste: su nombre completo y el del cirujano, el lugar donde se realizará la operación, el tipo de intervención propuesta y la causa por la que se propone, así como una declaración en la que reconoce haber comprendido y aceptado las explicaciones recibidas. Es muy importante que los pacientes estén completamente informados en términos que puedan comprender: en caso de duda o inseguridad es fundamental preguntar al cirujano. Este formulario se firma en el transcurso de la consulta o en un momento posterior; siempre antes de la intervención.
Gracias a los avances tecnológicos y médicos, la anestesia es muy segura; sin embargo tiene algunos riesgos de posibles complicaciones. A fin de minimizarlos, se realiza la denominada consulta preanestésica durante la cuál, un anestesiólogo examina el historial médico y el estado del paciente con el fin de establecer qué tipo de anestesia es la más adecuada. Previamente se practican diversos estudios preoperatorios (análisis, radiografía de tórax, electrocardiograma, etc. dependiendo de cada caso). Durante esta consulta, el anestesiólogo formula una serie de preguntas relacionadas con el estado de salud: el paciente debe informar de qué medicamentos (con o sin receta) está tomando, si tiene algún tipo de alergia a fármacos, comidas, látex, etc., así como cualquier problema de salud que pueda tener (problemas de corazón, pulmón, riñón…). El médico le indicará si es necesario cambiar o suspender la toma de algún medicamento, así como la ingesta de alcohol o la supresión del tabaco. Posteriormente el anestesiólogo determinará qué tipo de anestesia es el más adecuado para cada paciente: anestesia general (el paciente se duerme por completo), regional (se anestesia una región del cuerpo) o local (para anestesiar pequeñas zonas específicas).
Los días previos a la cirugía
Excepto que el médico haya dicho lo contrario, los días previos a la cirugía no se deben tomar aspirinas, antiinflamatorios o medicamentos que puedan interferir con la coagulación o con los anestésicos. También es conveniente restringir la toma de alcohol y, si fumar es nocivo en cualquier situación, resulta especialmente perjudicial antes de una intervención quirúrgica. Por ello es conveniente suprimir el tabaco desde unos días antes. El cirujano establecerá los planes referentes a cualquier otra indicación sobre dieta, medicamentos, preparación preoperatoria específica, etc. Es fundamental que el paciente informe sobre cualquier incidencia sobre su salud: la aparición de fiebre, tos, catarro, etc. son por lo general motivo suficiente para retrasar la cirugía.
En caso de intervenciones especialmente graves, algunos pacientes optan por expresar sus deseos, en relación al cuidado de su salud, mediante una declaración escrita de voluntades anticipadas. También es conveniente tener perfectamente claros los aspectos económicos relacionados con el procedimiento (cobertura del seguro) así como disponer de todo lo necesario para después de la cirugía: cuidados en casa, traslado desde el hospital (no es recomendable conducir después de una operación), etc.
Por último, el día anterior a la cirugía hay que asegurarse de seguir las instrucciones recibidas: no beber ni comer durante el periodo indicado (por lo general desde ocho horas antes), ducharse y asegurar la limpieza de la zona operatoria, tomar los medicamentos que se hayan prescrito y cumplir las recomendaciones específicas (preparación intestinal, rasurado, etc.). El día de la operación conviene acudir al hospital con tiempo suficiente, vestido con ropa confortable. No llevar dinero ni objetos de valor así como evitar objetos metálicos (cadenas, pulseras…). También es recomendable no usar maquillaje ni esmalte de uñas e informar al médico o la enfermera si se utiliza dentadura postiza u otras prótesis.
Cada día se realizan numerosas intervenciones quirúrgicas con un elevadísimo grado de seguridad. La forma mejor de afrontar esta experiencia y disminuir la ansiedad y desasosiego que produce lo desconocido es, precisamente, disminuir la incertidumbre mediante una correcta información. Por ello el mejor consejo que puede darse a un paciente que va a ser operado es que no vacile en consultar y plantear cualquier duda o cuestión referente a su operación.