Si nos hemos encontrado con dificultades con nuestra pareja en el verano, y hemos decidido intentar resolverlas, entendemos que es importante que partamos de la base de que no existen relaciones perfectas, y de que, al igual que en otras áreas de nuestra vida, han podido darse cambios en nuestra relación, y ahora nos toca manejar dichos cambios.
Una primera indicación que nos gustaría hacer es la de llevar a cabo un pequeño ejercicio: es importante que recordemos que cuando conocimos a nuestra pareja, hubo aspectos que nos gustaron de él / ella, y que muchos de esos aspectos siguen presentes en la actualidad, aunque no los tengamos tan presentes en nuestra mente (su simpatía, sentido del humor, su sonrisa, su cuerpo…). Podemos dedicar un tiempo a prestar atención a estos elementos agradables que siguen presentes, y a dejar sentir la emoción positiva que los acompaña.
Antes de que presentemos las estrategias de intervención, nos gustaría decir que es importante que intentemos conocer cuáles pueden ser las áreas en las que conviene intervenir en nuestra pareja, y con qué intensidad se dan las dificultades en dichas áreas. En este sentido, cada pareja tiene sus propias características y funcionamiento. Por otro lado, puede que nosotros mismos podamos evaluar y manejar dichos problemas; o que sea conveniente contar con la intervención de un profesional de la Psicología.
En los siguientes párrafos, nos gustaría ofrecer unas pinceladas sobre las estrategias de intervención más frecuentes para las dificultades de pareja. A la hora de presentarlas, hemos intentado relacionarlas con las áreas problemáticas que hemos presentado más arriba.
Las habilidades de comunicación
Una primera área de intervención, que entendemos clave ya que puede ser la llave para la mejora en otros aspectos de la pareja (puede favorecer el resolver problemas, ayudar a realizar cambios en la pareja…), es la de la comunicación.
En este sentido, se pueden trabajar aspectos básicos de la comunicación como el respeto y la comprensión desde el punto de vista del otro, y también la búsqueda de los lugares y momentos más adecuados para hablar (por ejemplo, en momentos más relajados, cuando no hay obligaciones familiares o laborales). A veces factores como el cansancio o las prisas limitan nuestra capacidad de poder avanzar. Se pueden enseñar, o aumentar la frecuencia cuando ya se conocen, de habilidades adecuadas para la comunicación. Algunas de estas habilidades serían las de expresión de sentimientos tanto positivos (emociones agradables como cariño, alegría, …) como negativos: reconocer aspectos gratificantes en lo que el otro hace (la atención que nos dedica cuando le hablamos…), saber recibir comentarios sobre aspectos negativos por parte de nuestra pareja (un mal reparto de las tareas de casa, los enfados frecuentes…), que suelen ir unidas a peticiones de cambio, peticiones que también conviene hacerlas de forma adecuada. En muchos casos, es importante trabajar las habilidades de conversación, tanto sobre temas más intranscendentes como más personales.
Habilidades de resolución de problemas internos y de las dificultades que debe afrontar la pareja
En un número importante de casos, los desacuerdos internos de la pareja (por cómo organizar su tiempo, el cuidado de los hijos…) y las dificultades externas a las que ésta debe hacer frente (laborales, de salud…), pueden llegar a tener solución, o al menos podrían ir algo mejor, de emplearse unas estrategias adecuadas. Con frecuencia, cometemos errores como los de tender a dedicar más atención a discutir sobre el problema, pero sin concretarlo, empleando expresiones generales como que “no nos entendemos” o “la relación va mal”, o a decir que el otro es el principal causante del problema (a veces por un mero temor a que si reconocemos nuestra parte de culpa, ello nos coloque en una posición de debilidad). Al igual que comentábamos antes, conviene primero elegir un momento y un lugar adecuados para hablar.
Cuando hacemos frente a una dificultad, sea interna de la pareja o un problema externo a ella, entendemos que es importante separar el planteamiento del problema de la búsqueda de la solución. Creemos que al plantear el problema pueden ser de ayuda herramientas como: comenzar con un comentario positivo, hacer una descripción del problema en términos breves y concretos, expresar los sentimientos de modo abierto, aceptar nuestra responsabilidad en el problema. De ahí, convienen pasar a la solución de problema, que es el objetivo fundamental y al que debemos dedicar más tiempo: es importante ver posibles soluciones y a partir de ahí, elegir la que se considere más adecuada, y llegar a acuerdos concretos, donde los dos tengan algún cambio.
Aumentar la frecuencia de aspectos positivos
Tal como decíamos, la relación de pareja puede hacerse menos gratificante con el paso del tiempo, más cuando se dan problemas en dicha relación. Puede disminuir la frecuencia de aspectos positivos (menor intercambio de comentarios agradables, menos actividades de disfrute…). Además, se puede entender de forma errónea que a estos aspectos positivos no hace falta prestarles atención.
Es recomendable que aumentemos el nivel de aspectos agradables: podemos orientar al otro sobre las cosas que nos resultan apetecibles y que este colabore a llevarlas a cabo (sorprendiéndonos con una cena, unas entradas para un espectáculo, poniendo nuestro programa favorito…) y cuando la pareja colabore, es importante agradecer su acción ya que estimulará la ilusión de la pareja y se reforzará el aumento del nivel de aspectos agradables; podemos aumentar los comentarios gratificantes que hacemos al otro sobre su físico o su carácter, las cosas que hace dentro o fuera del hogar…; podemos ver cómo compartir más las tareas de casa u otras obligaciones. En algunos casos, se trata de ayudar al otro a que pueda contar con la oportunidad de poder llevar adelante sus aficiones (por ejemplo, cuidando a los niños mientras el otro /a va a ver un concierto de su artista favorito…).
Planificación del tiempo libre
Dentro de los aspectos positivos de una relación, queremos destacar el ocio o tiempo libre. Hemos iniciado este artículo hablando de que muchos problemas aparecen en vacaciones, cuando contamos con más tiempo libre. En este sentido es recomendable entender que no es necesario compartir todos los gustos y que una herramienta útil para que nuestra relación de pareja sea más satisfactoria puede ser una mejora en la distribución del tiempo libre. En este sentido conviene que dispongamos de tiempo para diferentes tipos de ocio: individual, que cada miembro tenga su espacio para realizar sus actividades por separado; como pareja, llevar a cabo ocio juntos; como familia, realizar en algún momento ocio toda la familia.
Intervenciones sobre ideas erróneas sobre la vida de pareja
Tal como decíamos antes, una fuente de malestar pueden ser las valoraciones o creencias negativas (expectativas) que tengamos sobre cómo se comporta el otro y sobre nuestra relación de pareja en general. Un primer paso para solucionar este problema es el sacar a la luz dichas ideas, ya que a veces, aun siendo erróneas las damos como ciertas. Podemos comentarlas con nuestra pareja o con un profesional, intentando ver hasta qué punto se ajustan a la realidad, e intentando cambiar las distorsiones que haya en ellos. Es importante entender además que los pensamientos negativos pueden influir en cómo nos sentimos y en cómo actuamos con nuestra pareja. Por ejemplo, puede que estemos exigiendo en exceso al otro, entendiendo que hay un rechazo hacia nosotros inexistente, o que esperamos demasiado de la relación. Y un cambio en los pensamientos erróneos nos puede llevar a tener emociones más agradables hacia el otro, y a comportarnos de manera más gratificante. A modo de conclusión, sí nos gustaría decir que, al igual que en otras áreas de nuestra vida, la relación de pareja se va aprendiendo progresivamente y que pueden darse dificultades y cambios en ella. Y que desde la Psicología Clínica contamos con herramientas para hacer un diagnóstico de las dificultades de las parejas, y para tratarlas.