Peligro de las fiebres altas en los niños


Dra. Isabel Ezpeleta Iturralde . Médico residente de Medicina Familiar y Comunitaria. Especialista en Medicina Preventiva Semergen Navarra

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Todos los niños tienen fiebre, y en la mayoría de los casos, la temperatura vuelve a la normalidad en unos pocos días. No es infrecuente que los niños se despierten a media noche con la cara enrojecida, calientes y sudorosos. Si su frente está caliente, inmediatamente sospechamos que tiene fiebre, ¿qué hacer a continuación?

En los niños sanos, la fiebre normalmente no indica nada grave. De hecho, para los niños mayores de 3 meses, el estado general es mucho más importante que la lectura del termómetro. La fiebre en sí no causa ningún daño, es a menudo la manera del cuerpo de combatir las infecciones. Y no todas las fiebres necesitan ser tratadas. La fiebre alta, sin embargo, puede hacer que un niño se encuentre incómodo y agrave problemas como la deshidratación.

Qué es la fiebre

La fiebre es una respuesta del organismo desencadenada por un agente infeccioso (virus, bacterias, hongos, parásitos) u otros procesos de base inflamatoria.

El cuerpo intenta alcanzar una temperatura superior para combatir mejor a los virus y las bacterias que causan las infecciones y conseguir que el cuerpo sea un lugar menos cómodo para ellos. Tener fiebre, por tanto, ayuda a defenderse de la enfermedad. La parte del cerebro que controla la temperatura corporal (hipotálamo), no está completamente desarrollada en los niños. Por ello la temperatura en los niños puede elevarse y descender muy rápidamente.

La temperatura corporal generalmente es más alta por la noche y se puede elevar a causa de la actividad física, emociones fuertes, comer, ropas gruesas, medicamentos, temperatura ambiente alta y humedad alta. Esto es especialmente válido en los niños.

La temperatura normal del cuerpo varía entre personas, según la edad, la actividad y el momento del día. La temperatura corporal normal promedio es de 37º C y se considera normal una temperatura menor de 37,5º C.

Causas de la fiebre

Es importante recordar que la fiebre en sí no es una enfermedad, es generalmente un síntoma de un problema subyacente. La fiebre tiene varias causas posibles:

  • Infección: La mayoría de las fiebres son causadas por una infección u otra enfermedad. La fiebre ayuda al cuerpo a combatir infecciones al estimular los mecanismos naturales de defensa. La mayoría de las veces son infecciones causadas por un virus, que son benignas, tiene una duración limitada -entre siete y diez días- y se resuelven solas, sin necesidad de ningún tratamiento. Son más frecuentes durante los meses de invierno, cuando hay en el ambiente más virus de tipo respiratorio. Cuanto menor es el niño la posibilidad de que la infección sea bacteriana es algo mayor, pues su sistema inmunitario es aún inmaduro; por esa razón, en menores de 3 años es preciso consultar siempre y sin demora con el pediatra, y en menores de 3 meses hay que consultar de forma urgente.
  • Demasiada ropa: Los niños menores de 3 meses, pueden tener fiebre si están demasiado abrigados o en un ambiente caluroso, ya que no regulan su temperatura corporal, a diferencia de los niños mayores. No obstante, la fiebre en los recién nacidos puede indicar una infección grave, y siempre deben ser evaluados por un médico.
  • Vacunaciones: Los bebés y los niños a veces tienen un poco de fiebre después de recibir las vacunas.

Aunque la dentición puede causar un ligero aumento de la temperatura corporal, no es probable que sea la causa si la temperatura del niño es mayor de 38 ° C.

Efectos de la fiebre

No suele haber, salvo temperaturas muy altas (>40,5º C), relación entre el grado de fiebre y la gravedad de la infección. Un simple catarro puede dar fiebre elevada mientras que una meningitis puede expresarse con temperaturas inferiores a 39º C.

Muchos padres temen que la fiebre ocasione daño cerebral, pero esto generalmente no ocurre, a menos que la fiebre sea de más de 42º C.

Así mismo, muchos padres sienten temor de que la fiebre que no recibe tratamiento siga subiendo más y más. La fiebre no tratada, causada por infección, rara vez supera los 40.5º C, a menos que el niño tenga demasiada ropa o esté en un lugar con temperatura muy alta.

Cuando sube la fiebre, un niño puede tener escalofríos porque el cuerpo trata de generar más calor para que la temperatura empiece a subir. Al revés, el niño puede sudar cuando el cuerpo libera más calor, para que la temperatura comience a descender. A veces los niños con fiebre respiran más rápido de lo normal y pueden tener una frecuencia cardíaca mayor. Se debe llamar al médico si el niño tiene dificultad para respirar, respira más rápido de lo normal, o sigue respirando rápido cuando la fiebre baja. Algunos padres sienten temor de que la fiebre vaya a causar convulsiones, pero esto no sucede en la gran mayoría de los niños. Sin embargo, las convulsiones febriles sí ocurren en algunos niños. Una vez que ya se sepa que el niño tiene fiebre alta, es improbable que se presente una convulsión febril con la enfermedad actual. En todo caso, las convulsiones febriles simples desaparecen en cuestión de momentos sin consecuencias duraderas.

Cómo medir la fiebre

Un suave beso en la frente o en la mano colocada suavemente sobre la piel es a menudo suficiente para dar una pista de que su hijo tiene fiebre. Sin embargo, este método de tomar la temperatura (denominado temperatura táctil) depende de la persona que hace la medición y no da una medida precisa de la temperatura. Se debe usar un termómetro fiable para confirmar la fiebre. Se considera fiebre cuando la temperatura de un niño es igual o mayor de estos niveles:

  • medido por vía oral (en la boca): 37,5 ° C
  • medida por vía rectal (en el recto): 38 ° C
  • medido en la axila (debajo del brazo): 37,2 ° C

En nuestro medio (España y Países latinos), siempre nos referimos a la temperatura axilar.

Tipos de termómetros

Los termómetros digitales suelen proporcionar mediciones más rápidas y más precisas. Hay de muchos tamaños y formas y están disponibles en la mayoría de los supermercados y farmacias, con varios precios. En general, los termómetros digitales se pueden utilizar para obtener la temperatura oral (en la boca), rectal (en el recto) y axilar (bajo el brazo). Suelen tener una sonda de plástico, flexible con un sensor de temperatura en la punta y una pantalla digital fácil de leer en el extremo opuesto. Son los más recomendados.

Los termómetros electrónicos de oído miden la temperatura timpánica, la temperatura en el interior del canal auditivo. Aunque son rápidos y fáciles de usar en bebés y niños, no son tan precisos como los termómetros digitales para bebés de 3 meses de edad o menos. En algunos casos es difícil obtener la temperatura real (a veces puede marcar entre 0.5 y 1º C más). El motivo de esta dificultad se encuentra en que para una correcta medición, los infrarrojos que utilizan estos aparatos deben incidir directamente sobre el tímpano. Si el niño genera abundante cerumen o presenta un conducto auditivo tortuoso, difícilmente podrán llegar los infrarrojos al tímpano. De todas formas, la temperatura medida por este método es equivalente a la rectal (0,5º C superior a la axilar).

Termómetros de tira plástica (pequeñas tiras de plástico que se presionan contra la frente) indican si hay fiebre, pero no son fiables para una medición exacta, especialmente en lactantes y niños de corta edad.

Los termómetros chupete pueden parecer útiles, pero de nuevo, sus lecturas son menos fiables que las temperaturas rectales y no deben ser utilizados en niños menores de 3 meses. También exigen a los niños a mantener el chupete en la boca durante varios minutos sin moverse, lo cual es una tarea difícil para la mayoría de los bebés y niños pequeños.

Termómetros de mercurio, son los más exactos, pero tienen riesgo de rotura porque son de cristal, y además riesgo de contaminación por el mercurio, que es un metal tóxico. Por estos motivos, la Unión Europea ha prohibido la comercialización de estos termómetros Aunque los termómetros de mercurio son los más fiables, se recomienda el uso de los termómetros digitales, puesto que la Unión Europea ha prohibido la comercialización de los termómetros de mercurio por riesgos contaminantes del metal.

Cualquiera sea el método elegido, se aconseja:

  • No tomar la temperatura de un niño después de un baño, porque afecta a la lectura de la temperatura.
  • No dejar al niño desatendido mientras se toma la temperatura.

Una vez constatada la temperatura se trata de febrícula si la temperatura axilar se encuentra entre 37,5º y 37,9º C, y de fiebre si se superan los 38º C. Por tanto, se considera NORMAL una temperatura menor de 37,5º C.

Tratamiento

Si hay febrícula (temperatura axilar entre 37,5º – 37,9º C):

En estas circunstancias la fiebre se considera un mecanismo de defensa que puede incluso ser beneficioso. Son suficientes las medidas físicas:

  • Lo primero es permitir que el cuerpo pierda el calor sobrante desabrigando al niño. No dudar en dejar al niño sólo con camiseta o body.
  • Asegurar una temperatura agradable en el dormitorio, no demasiado caliente o demasiado frío.
  • Paños húmedos en la frente, axilas e ingles.
  • Baños con agua tibia (nunca fría), hasta 20 minutos.
  • Ofrecer líquidos fríos con frecuencia para recuperar las pérdidas y prevenir deshidrataciones. Evitar las bebidas que contienen cafeína, como las bebidas de cola y el té.
  • En general, dejar que el niño coma lo que quiera (en cantidades razonables) sin forzarle a comer.
  • Asegurar que el niño descanse lo suficiente.
  • Es conveniente que no acuda al colegio o guardería hasta que la temperatura sea normal durante 24 horas.

Sólo tendrá sentido tratar enérgicamente una febrícula o una fiebre en pleno ascenso cuando haya antecedentes de convulsión febril.

Si hay fiebre (temperatura axilar mayor de 38º C):

El niño tiene fiebre y hay que llevarlo al pediatra para que valore su situación e investigue las posibles causas.

En menores de 3 años es preciso consultar siempre y sin demora con el pediatra y, en menores de 3 meses consultar de forma urgente, después de descartar la posibilidad de un exceso de calor. En ese caso, hay que desabrigarles y ponerle el termómetro pasados veinte minutos.

A) Medidas físicas: descritas anteriormente

B) Tratamiento farmacológico: antitermicos. Alcanzan su máxima eficacia hacia la media hora después de su administración. Siempre se debe consultar con el pediatra, la dosis correcta, en función del peso del niño. nunca dar antibioticos, si no es bajo supervisión médica y sólo si su pediatra sospecha infección bacteriana (es bien sabido que los virus NO responden a los antibióticos). El empleo indiscriminado e injustificado de los mismos ha sido la causa de que muchas bacterias se hagan resistentes y el tratamiento de las enfermedades infecciosas sea, en algunos casos, difícil.

Cuándo considerar el proceso febril como una urgencia

La fiebre no debe ser considerada como un síntoma de alarma salvo en contadas excepciones, porque:

  • La mayor parte de las infecciones febriles tienen un origen vírico y, por tanto, son intrascendentes.
  • La fiebre es considerada como un mecanismo de defensa que puede llegar a ser beneficioso. El pediatra sabe que la fiebre es un proceso que activa el Sistema Inmunitario del paciente para luchar contra la infección, y que entre 37-38º C activa el Interferón (sustancia indispensable para dicha lucha), por lo tanto, incluso al profesional no le interesa propiciar dicha bajada de temperatura corporal.
  • Por desgracia, las infecciones causantes de fiebre (independientemente de su gravedad) pueden no dar síntomas inicialmente y la exploración física inicial realizada por un médico puede ser rigurosamente normal (lo que se llama: fiebre sin foco). Del mismo modo una analítica rutinaria sería inicialmente normal (al menos en las primeras 12-24 horas de fiebre) por lo que carecería de fundamento exigirla para “quedarse tranquilos”. Siguiendo con lo anterior, no es nada raro que una infección vírica permanezca sin dar síntomas (fiebre sin foco) durante toda su evolución y luego desaparecer sin haber dejado rastro de su origen.
  • No suele haber, salvo temperaturas muy altas (>40,5º C), relación entre el grado de fiebre y la gravedad de la infección. Un simple catarro puede dar fiebre elevada mientras que una meningitis puede expresarse con temperaturas inferiores a 39º C.

Debe acudir a urgencias cuando el niño:

  • Tiene menos de 3 meses.
  • Tiene una temperatura superior a 41 º C.
  • Lleva 4 días o más con fiebre. Esto no es un signo de alarma pero deberá consultar obligatoriamente, aunque sin prisas, salvo que su pediatra le haya dado otras instrucciones.
  • Padece alguna enfermedad crónica grave (malformación del corazón, inmunodeficiencia, cáncer en tratamiento quimioterápico).
  • Presenta síntomas de alarma:
  • Rigidez de nuca franca: solo puede explorarse en el niño de más de 1 ó 2 años y que colabora. Se dice que hay rigidez de nuca si el niño es incapaz de sujetar una hoja de papel con el mentón (cerrando la boca) sobre el pecho. No obstante, la fiebre elevada puede producir rigidez de nuca siendo necesario bajarla para comprobar que persiste.
  • Convulsión, sobre todo si es la primera vez que ocurre.
  • Petequias. Son manchas puntiformes de color rojo que NO desaparecen al estirar la piel circundante. Los vómitos y la tos repetida producen petequias en cara y parte superior de tórax y no deben preocupar. También las infecciones víricas pueden producir petequias. Entonces… ¿cuando debe consultarse inmediatamente por petequias en presencia de fiebre? Sólo si son varias (rodearlas con un bolígrafo para cerciorarse que son de aparición progresiva) y, en caso de vómitos, su localización rebasa los límites anteriormente descritos. Aunque las causas más frecuentes de este tipo de petequias son banales (tos, infecciones víricas, etc.), hay que consultar sin demora, más aún si existe decaimiento, para descartar infecciones graves y de rápida progresión.
  • Decaimiento importante. Cabe decir que la fiebre, por muy escasa que sea, puede producir decaimiento en el niño; solo deberá alertar si el decaimiento es importante y persiste pese a lograrse bajar la temperatura por debajo de 37,5º C.
  • Síntomas importantes como: irritabilidad, confusión, no respuesta a estímulos verbales o físicos, dificultad para respirar, inmovilidad parcial o total para mover algún miembro (pierna o brazo).