Leer y escribir es un proceso sensorial en el que el cerebro tiene que analizar e interpretar la información que recibimos.
Para que este procesamiento sensorial funcione es necesario una adecuada visión:
- Buena agudeza visual.
- Los ojos han de ser capaces de trabajar en colaboración uno con otro (visión binocular).
- Adquirir la habilidad de mover los ojos de una manera eficaz, sin saltos ni regresiones con buen campo visual.
- Ser capaces de cambiar el foco de visión de lejos a cerca (acomodación) y viceversa. Los síntomas que pueden indicarnos un problema visual en un niño pueden ser:
- Frotarse los ojos.
- Utilizar del dedo para no perderse en la lectura.
- Acercarse e inclinarse mucho para leer o escribir.
- Pobre comprensión lectora.
- Saltarse palabras.
- Visión borrosa o doble.
- Dificultad para mantener la atención.
La habilidad para interpretar la información visual es esencial en la lectura, para que el niño comprenda lo que lee y pueda identificar letras y números.
Destacamos las siguientes capacidades:
- Discriminación visual para ver pequeños detalles.
- Adecuada memoria visual para recordar la información.
- Desarrollo adecuado de la lateralidad y la orientación espacial.
- Coordinación ojo mano e integración visuomotora para establecer la escritura.
Los principales signos que pueden tener los niños con bajas habilidades de percepción visual son los siguientes:
- No recordar la información visual (localizar la misma palabra en un texto…).
- Inversiones en letras y números.
- Baja comprensión lectora.
- Mala escritura.
- Confundir palabras.
- Dificultad para orientarse en el espacio (derecha-izquierda, arriba-abajo…) y en el tiempo.
- Le cuesta recordar secuencias (dias de la semana, tablas de multiplicar) y realizar series.
Para detectar un problema visual que esté afectando al aprendizaje es necesario realizar una valoración optométrica que determine la eficacia visual y la percepción del niño, habilidades esenciales para que la lectura funcione.