El yodo es un nutriente que necesitamos en pequeña cantidad, pero es fundamental para el funcionamiento del tiroides. El tiroides es una glándula que necesita yodo para poder producir sus hormonas, que son las encargadas de regular el metabolismo, el crecimiento mental y físico, y el desarrollo de los tejidos nerviosos y musculares.
El déficit de yodo en nuestra alimentación puede ocasionar trastornos importantes. La manifestación más común es el bocio, que es el aumento de tamaño de la glándula tiroidea. También puede ocasionar hipotiroidismo o afectar a la capacidad reproductiva. No obstante, es durante el embarazo cuando la carencia de este nutriente tiene sus consecuencias más graves, ya que puede ocasionar daños neurológicos irreversibles en el feto.
Durante el embarazo, los requerimientos de yodo de la madre se incrementan. Si, normalmente, una mujer requiere de unos 150 a 200 microgramos de yodo, las gestantes necesitan un aporte de entre 200 y 300 microgramos diarios. Esto se debe a que en el embarazo, el tiroides tiene que trabajar más que en condiciones normales:
• Existe un aumento de la producción de hormonas tiroideas, ya que durante el primer trimestre de embarazo, el feto no ha desarrollado todavía su tiroides, por lo que la madre debe producir hormonas suficientes para cubrir sus necesidades y las del feto. Estas hormonas son esenciales para el desarrollo del sistema nervioso del niño.
• El feto también va a tener sus propias necesidades de yodo, puesto que a partir del tercer mes, el tiroides fetal ya está formado, por lo que puede empezar a producir sus propias hormonas. Para ello, necesita que la madre le proporcione el yodo necesario.
• Durante el embarazo hay un aumento de la eliminación de yodo en la orina.
¿Qué consecuencias tiene el déficit de yodo en la mujer embarazada?
Si la madre sufre un déficit importante de yodo, y no puede suministrar la cantidad necesaria para el feto, puede traer consecuencias graves como son: infertilidad y abortos, muerte neonatal, malformaciones congénitas y bajo peso al nacimiento. También puede provocar bocio materno y fetal y, sobre todo, alteraciones del desarrollo del sistema nervioso central con diversos grados de afectación intelectual, siendo el cretinismo la situación mas severa. Cuando el déficit de yodo es leve, el feto se ve afectado en menor grado, pero varias investigaciones han demostrado que pueden dar origen a importantes complicaciones: deficiencias intelectuales y neuropsicomotoras (unos 10-15 puntos menos en coeficiente intelectual que el resto de los niños), que puede limitar, más adelante, la capacidad de aprendizaje, mayor riesgo de síndrome de déficit de atención e hiperactividad.
¿Cómo podemos prevenirlo?
Todos estos problemas pueden prevenirse a través de una dieta adecuada, que aporte la cantidad de yodo necesaria. El Ministerio de Sanidad ya hace varios años realizó una campaña informativa para prevenir la deficiencia de yodo durante el embarazo.
A pesar de todo, los estudios realizados hasta ahora confirman que la mayoría de mujeres españolas no consiguen alcanzar el adecuado estado nutricional de yodo requerido en el embarazo y la lactancia, ya que el consumo de sal yodada ocurre en menos de la mitad de los hogares españoles y otras fuentes alimentarías de yodo, como el pescado, lácteos y huevos, son insuficientes en muchas ocasiones.
Sabiendo entonces que la alimentación no es suficiente para cubrir las necesidades de yodo de la mujer embarazada, será necesario suplementar la dieta con productos farmacológicos durante el embarazo y la lactancia materna.
No parecen haberse demostrados riesgos de la suplementación de yodo farmacológica, sin embargos, si empleamos grandes cantidades de yodo como es el caso de los desinfectantes yodados, contrastes yodados o medicamentos con alto contenido en yodo, si que puede existir riesgo de sobredosis en una mujer embarazada, por ello estas situaciones deben evitarse.
Esta sobredosis nunca ocurriría con la toma de sal yodada o los suplementos de yodo para el embarazo.