Querido lector, seguro que este título le suena, ya que en la actualidad cada vez conocemos más casos de gente diagnosticada como intolerante a la lactosa, incluso personas que se “auto diagnostican” al sentir malestar al tomar leche, pero ¿realmente sabemos lo que es?
Se produce cuando no hay suficiente lactasa en el intestino delgado para romper toda la lactosa consumida. La lactosa pasará sin digerir al intestino grueso, y allí las bacterias la irán descomponiendo en distintos compuestos que nos provocarán los famosos síntomas que todos conocemos: hinchazón, dolores abdominales, diarreas, vómitos…
Para entender mejor este tema, explicaremos que es la lactosa y lactasa.
• Lactosa: es un azúcar que está presente en la leche y sus derivados.
• Lactasa: es un enzima que produce el intestino delgado y cuya función ayudarnos a digerir la lactosa.
¿Qué debemos hacer si sospechamos que podríamos ser intolerantes a la lactosa?
Debemos acudir a nuestro médico de cabecera para que pueda valorar si somos o no intolerantes con las pruebas pertinentes.
Si nos diagnostican la intolerancia no se sabe muy bien qué tomar y qué no, y se termina por descartar al completo alimentos que ni siquiera estamos seguros de si pueden tomarse o cómo pueden tomarse.
El Dietista-Nutricionista nos guiará en el tratamiento para la intolerancia, iniciando con la supresión total de la lactosa y reincorporándola progresivamente según se produzcan los síntomas, en ese momento habremos alcanzado la cantidad de tolerancia que es propia de cada uno.
La mayoría de pacientes suelen tolerar la ingesta de hasta 7gr de lactosa por ración, por ejemplo: 120ml de leche. Por ello, podemos ir repartiendo la cantidad tolerada de lactosa durante las tomas del día, asegurando una ingesta adecuada de calcio, sin que a la persona le siente mal.
En el mercado podemos encontrar diferentes marcas de leche sin lactosa, las cuales contienen menos de un 0,01% de lactosa. Por otro lado, las leches de bajo contenido en lactosa tienen un 1% de lactosa, ya que se ha reducido en un 80%.
Relacionado con el consumo de lácteos y derivados está el aporte de calcio, que principalmente se encuentra en estos alimentos. El calcio es muy importante porque estamos viendo que las personas con osteoporosis e intolerancia a la lactosa es cada vez mayor, así que debemos tener en cuenta qué alimentos nos pueden aportar este mineral.
¿Podemos encontrar alimentos que sean buena fuente de calcio y no contengan lactosa?
Pescados enlatados: Sardinas en lata, verduras: brécol, acelgas, espinacas y legumbres: judías blancas son unos buenos aliados para llegar al consumo de calcio recomendado sin aportar lactosa.
Otra opción es consumir alimentos con un bajo contenido en lactosa y gran aporte de calcio, como queso, yogur descremado o crema de leche.
Hay que tener en cuenta la cantidad de calcio que absorbemos de los alimentos, sobre todo en los vegetales, ya que contienen algunas sustancias que se unen al calcio e impiden su absorción en nuestro organismo.
Vamos a verlo con un ejemplo: un plato de espinacas nos proporciona unos 240mg de calcio, puede parecer mucho, pero si lo comparamos con lo que absorbemos al tomar un vaso de leche necesitaríamos comer ocho platos de espinacas para igualar su cantidad. ¿Sorprendidos?
¿Por qué los yogures son mejor tolerados que la leche?
Es debido a su contenido en fermentos vivos
que fabrican una sustancia que degrada la lactosa, disminuyendo su contenido y haciendo más fácil su digestión.
Debemos prestar mucha atención a las etiquetas ya que la lactosa no siempre aparece con este nombre o similar, sino que aparece como jarabe de suero, fermentos lácteos, proteína de suero hidrolizada, caseína, lactoglobulina,…Por el contrario, podemos encontrar productos con ingredientes que no contienen lactosa pero pueden crear confusión como ácido láctico, lactato, lactilatos de estearol.
Un diagnóstico a tiempo, un buen asesoramiento y un cuidado en la elección de los alimentos equilibrarán tu bienestar digestivo.