En las personas sanas, la orina contenida en la vejiga es estéril. Cuando está orina pasa por el conducto (uretra) para salir al exterior no tiene bacterias o las hay en cantidades mínimas. Sin embargo, cualquier parte de las vías urinarias pueden colonizarse o infectarse por diversas causas, si esta presencia de gérmenes ocasiona síntomas estaríamos ante una infección urinaria o ITU (siglas para designar a la infección del tracto urinario).
Las infecciones urinarias están causadas por gérmenes, generalmente bacterias que entran en nuestro organismo a través de la uretra (lo más habitual). La mayor parte de las veces, estos gérmenes no se encuentran en concentraciones suficientes para producir infección y los mecanismos de defensa son capaces de neutralizarlas o eliminarlas. La bacteria que más comúnmente produce las infecciones se denomina Escherichia Coli.
Las causas más comunes
• Actividad sexual. El coito propicia la entrada de gérmenes del exterior a la vejiga.
• Embarazo. Debido a que los uréteres (conductos que comunican el riñón con la vejiga) están más dilatados, y el movimiento de los mismos suele ser menor.
• Obstrucción. Algún obstáculo, un tumor, un estrechamiento de las vías, un agrandamiento prostático, cálculos u otras.
• Reflujo vesicoureteral. Es el paso de orina desde la vejiga a los uréteres, y en ocasiones hasta el riñón, y se produce cuando se eleva la presión al orinar y existe una incompetencia de los sistemas antirreflujo bien sea funcional o anatómico.
• Uso de DIU y pastillas anticonceptivas.Algunos estudios demuestran la relación entre la utilización de esos métodos anticonceptivos y el desarrollo de infecciones urinarias.
• Uso de catéteres. Las sondas vesicales intermitentes o continuas aumentan la incidencia de las infecciones urinarias. La inserción de catéteres urinarios de otro tipo o la realización de procedimientos urológicos también aumenta el riesgo de infecciones.
¿Quién la puede padecer?
En las mujeres adultas la cistitis (infección a nivel vesical) es la infección urinaria más común. Se considera que, al menos, el 40% de las mujeres presentará una infección urinaria a lo largo de su vida.
En el varón menor de 50 años, la infección urinaria más frecuente la constituye la prostatitis (infección e inflamación prostática), dando lugar a un 20% de las consultas urológicas masculinas.
Síntomas
• Orina turbia, o con sangre.
• Escozor o dolor al orinar.
• Presión en la parte inferior del abdomen o en la espalda.
• Deseo miccional constante (tenesmo vesical).
• Fiebre.
• Dolor lumbar.
• Dificultad para la micción o sensación de vaciamiento incompleto.
• Dolor e inflamación testicular.
• Uretritis con emisión de pus.
¿Cómo se diagnostica?
La anamnesis y la exploración física aportan datos muy importantes para sospechar la existencia de una infección urinaria. Existen pruebas rápidas que confirmarán el diagnóstico.
• Tira reactiva. Reaccionan inmediatamente con la orina, y nos indican presencia o no de bacterias, sangre, etc.
• Análisis de orina. Con una muestra de orina, se puede analizar en el laboratorio, y cuantificar la presencia de gérmenes en la orina, de sangre, el pH… También se puede realizar el cultivo de orina.
Para esta última técnica, es importante recoger la muestra adecuadamente. Se debe limpiar la zona a conciencia, y desechar la primera parte de la micción, recogiendo la muestra de la mitad de la misma.
• Análisis de sangre. Objetivan el aumento de células que indiquen infección y parámetros relacionados con infección sistémica que indicarían gravedad del cuadro.
• Pruebas de imagen. Radiografía, ecografía, TAC, urografías… Utilizadas en casos más específicos (infecciones urinarias complicadas).
¿Cómo podemos prevenirlas?
• Diagnosticar y tratar adecuadamente la infección en el momento en que se presentan los síntomas hará menos probable la persistencia del germen que los ocasiona.
• Se debe mantener una adecuada higiene íntima utilizando jabones adecuados y evitando un exceso de higiene que propicia la eliminación de la flora bacteriana que protege de la colonización por bacterias patógenas.
• A la hora de limpiarnos, se debe hacer siempre de la zona de delante, hacia detrás (hacia el ano) para evitar arrastrar bacterias hacia la uretra.
• Beber abundantes líquidos, esto favorece la diuresis y la expulsión de las bacterias.
• Orinar con frecuencia evitando retener el deseo miccional, en ocasiones es necesario programar micciones en determinados intervalos de tiempo.
• Orinar tras el coito. Al mantener relaciones sexuales, se favorece la entrada de microorganismos al interior de la uretra. Con la micción favorecemos su eliminación.
• Arándanos rojos: Algunos estudios demuestran la eficacia de los arándanos para evitar la adhesión celular a la pared vesical (urotelio).
• Evitar la humedad continuada debido a pañales, incontinencia, o prendas íntimas mojadas.
• En mujeres postmenopáusicas, en ocasiones, es necesario instaurar tratamiento con estrógenos tópicos para evitar la atrofia genital que favorece las infecciones.
• En caso de infección urinaria en varón, será necesario descartar patología uretro-prostática obstructiva (dificultad para orinar) que justifique un riesgo aumentado de infección urinaria y, en caso de encontrarla, iniciar un tratamiento urológico adecuado.