Espero que cada vez menos, pero todavía nos pesa la idea de que, a partir de la jubilación, una vez acabada la vida laboral, podemos “desconectarnos” del mundo. Esto es cada vez menos frecuente. Por el contrario, estamos viviendo tiempos en los que las personas jubiladas (pensionistas, jubilados, viudos-as), están haciéndose oír, convencidos de que aún tienen mucho que hacer en esta sociedad en la que todos vivimos.
Las personas mayores siempre tienen mucho que decir, y ahora quizás más que nunca, porque poseen enormes conocimientos, opiniones y experiencias que aportar.
Por eso, incluso aunque no lo hayas hecho antes, piensa que este también es el momento de comprometerte con la sociedad, con lo que ocurre a nuestro alrededor, lo bueno y lo malo. No hay que dejar pasar las cosas que nos afectan.
¿Y esto por qué?, ¿Qué gano yo con complicarme la vida a estas alturas?, te puedes preguntar. Pues esto debe ser así porque es una manera de comprometernos con la vida, y no solo con las cosas que personalmente nos afectan, sino también con aquellas que pueden afectar a otros, personas de mi edad, de la edad de mis hijos, sobrinos, nietos….con quienes compartimos universo. Lo que yo diga o haga es importante y puede contribuir a mejorar la sociedad y, en consecuencia, la vida de otras personas.
Además, también resulta positivo para mí, ya que si comparto, las iniciativas o las preocupaciones de otros me ayudan a tener la posibilidad de empezar nuevas relaciones personales, o estrecharlas con quienes ya las tengo. Nos ayudará a mejorar como personas y es lo que nos llevaremos al más allá. No nos lo quitará nadie. Los buenos momentos vividos y compartidos con otras personas.
Y siguiendo esta línea de mejora para mí mismo, si participo, si estoy al tanto de lo que ocurre a mi alrededor, me mantengo en forma tanto física como mentalmente. Puedo hablar de más temas, aportar mi experiencia, dar otro punto de vista, el mío, y no aburro a quienes me rodean hablando solo de los males que sufro. No estaré solo y me sentiré mucho mejor y acompañado.
¿Y esta reflexión a qué viene? Pues viene a que según voy cumpliendo años, parece que cada vez puedo aportar menos al mundo que nos rodea. Se ha convertido en una de esas ideas que parecen tener éxito en la sociedad, pero no os lo creáis, ni dejéis que lo digan o piensen: demostrad que los años nos enseñan muchas cosas que no se aprenden en los libros, y esto solo lo puede afirmar quien ha vivido mucho. Tú mismo.
Si alguien os dice, «como ya te has jubilado, ahora a vivir sin preocuparte por nada», di que no, porque la frase esconde el mensaje de “ya no cuentas”. Y como ya hemos aprendido que seguir mandando en mi propia vida, implicándome en el mundo que me rodea va a repercutir en mi propio bienestar, no os dejéis llevar por una vida monótona, sino pensad qué os merece la pena y qué queréis hacer.
Por lo tanto, hay que participar en la sociedad. Existen múltiples asociaciones, seguro que en alguna de ellas encajo. Me interesa algo concreto, la cultura, la música, el voluntariado, los paseos, excursiones, alguna actividad de aprendizaje, ¿por qué no hacer algo que nunca tuve tiempo para hacer?
No os olvidéis de que habrá personas con similares aficiones, y poder juntaros con ellas ahora que las nuevas tecnologías nos lo ponen tan fácil, no tiene precio.
¿Y por qué no? ¿Por qué no voy a aprender a manejar internet, el ordenador, el móvil de última generación? Si he llegado a esta edad, es que soy bastante listo. No seré yo quien me ponga límites. Si no has tenido tiempo o no te has atrevido nunca hasta ahora, no dudes en intentarlo. Seguro que tienes un nieto, sobrino o vecino, dispuesto a enseñarte.
Finalmente, no dejes que nadie opine por ti. Si hay alguna situación que te incomode o moleste, y es difícil solucionarla individualmente, busca a otras personas que se unan a tu voz. Tu experiencia, tu conocimiento, es un privilegio que ninguna sociedad se puede perder si quiere mejorar el mundo en el que vivimos.
Tu voz es importante, y debe oírse allí donde se tomen decisiones. Eres capaz de hacerlo.