La parálisis periférica del nervio facial o parálisis de Bell es una disfunción de la motilidad de la cara, que representa el 75% de las parálisis faciales. Suele afectar únicamente un lado de la cara, con un curso generalmente benigno, aunque puede dejar alguna secuela irreversible.
El nervio facial también llamado séptimo par craneal, dirige los músculos de la cara incluidos aquellos que controlan el parpadeo y el cierre del ojo, y las expresiones faciales como sonreír o fruncir el ceño. Además el nervio facial, transporta impulsos a las glándulas lacrimales, salivales y transmite sensaciones del gusto provenientes de la lengua.
La parálisis de Bell es una patología que puede afectar a cualquier persona y su causa es desconocida. Afecta por igual a hombres y a mujeres y puede producirse a cualquier edad, pero es menos común antes de los 15 años y después de los 60. Además, es más frecuente en personas que padecen diabetes, pacientes embarazadas, tras un traumatismo del nervio facial, tras la exposición al frío o aires acondicionados, o tras una infección viral que provoca hinchazón o inflamación del nervio facial.
Síntomas
Los síntomas de la parálisis de Bell aparecen de forma repentina en 24-72 horas. Como el nervio facial tiene tantas funciones y es tan complejo, su afectación puede generar muchos problemas. Los síntomas varían entre las personas y suelen ser temporales. Los síntomas dependen del grado de afectación de los músculos de la cara, desde una debilidad leve a una parálisis total.
Los síntomas de la parálisis de Bell son:
• Caída del párpado y de la comisura de la boca del lado afecto.
• Incapacidad para elevar la ceja.
• Entumecimiento, debilidad leve o parálisis completa de un lado de la cara.
• Sequedad del ojo o lagrimeo excesivo.
• Dificultad para cerrar el ojo y guiñarlo.
• Dificultad para masticar del lado afecto.
• Espasmos de músculos faciales.
• Pérdida del sentido de gusto y aumento del sonido percibido por el oído (hiperacusia).
La afección alcanza su punto máximo alrededor de uno o dos días después de la aparición de los síntomas.
Diagnóstico de la parálisis de Bell
El diagnóstico con la parálisis de Bell es clínico y tras excluir otras enfermedades. La realización de pruebas complementarias se realiza sólo en casos de duda, para determinar la severidad de la parálisis y buscar otras causas diferentes.
Tratamiento de la parálisis de Bell
El tratamiento de la parálisis de Bell se aplica de forma individual teniendo en cuenta los antecedentes personales y la severidad de los síntomas. Algunos pacientes desarrollan síntomas leves que desaparecen por si solos en unas semanas y no requieren tratamiento.
En ocasiones se inicia de forma temprana el uso de corticoides para reducir la hinchazón e inflamación facial. Medicamentos antivirales (aciclovir) pueden ser útiles para acelerar la recuperación cuando se objetiva una infección por herpes simple previa.
El dolor puede tratarse con analgésicos y antiinflamatorios. Algunos médicos también recomiendan masajes suaves en el lado afectado.
Las personas con parálisis de Bell tiene que tener especial cuidado con el ojo afectado para evitar complicaciones de ojo seco y úlceras corneales, por lo que el tratamiento incluye el uso de lágrimas artificiales durante el día, un parche ocular o gafas protectoras.
Pronóstico de la parálisis de Bell
El pronóstico para los pacientes con parálisis de Bell es generalmente muy bueno. La extensión del daño del nervio es lo que determina el alcance de la recuperación. La mejoría es gradual, y la mayoría de los pacientes comienza a mejorar en las primeras dos semanas del inicio de los síntomas, con o sin tratamiento. La recuperación puede durar hasta 3 meses, aunque el 75% de los casos se resuelve de forma espontánea en 4-6 semanas. En casos infrecuentes, la parálisis puede reaparecer en el mismo lado o en el lado opuesto de la cara. En casos muy raros, los síntomas permanecen toda la vida.