En estos momentos deberíamos estar volviendo progresivamente a recuperar la normal actividad asistencial, aunque ésta no volverá a ser igual que antes, después de las graves consecuencias sanitarias, asistenciales y económicas que el manejo de la pandemia del nuevo coronavirus (Covid-19) ha provocado en nuestra sociedad.
Lo han sido a lo largo de estos meses, pero en estas próximas semanas de atenuación, ahora más que nunca, son necesarias las donaciones de sangre total, de plasma, de médula ósea y tejidos, además de optimizar a los pacientes potencialmente transfundidos.
Nos sumamos a lo expresado, en una reciente carta al Diario de Navarra, el Dr. D. Antonio Medarde: “Es reconfortante constatar la gran cantidad de personas que en estos difíciles momentos han mostrado generosidad, solidaridad, altruismo o, simplemente, un encomiable buen hacer profesional. Para que nuestra sociedad siga funcionando es necesaria la colaboración de distintas profesiones y grupos sociales, entre los que se encuentran los donantes de sangre”. Los donantes de sangre de nuestras dos Comunidades Autónomas, vecinas y hermanadas, han venido acudiendo desde el momento de la declaración oficial por la Organización Mundial de la Salud de pandemia a finales de febrero.
Por supuesto que hubo preocupación, dudas sobre la seguridad, pero la responsabilidad de todos nuestros profesionales, la puesta en marcha de medidas de higiene, de control, de distanciamiento físicos, de autoexclusión en caso de síntomas o contactos durante las semanas anteriores y posteriores, han permitido con éxito mantener nuestros stocks y abastecer a nuestros centros hospitalarios con la máxima seguridad.
A nivel mundial se han reportado caídas de la donación y del suministro a los hospitales entre el 60 al 80% en China, Irán o los mismos EE.UU. Estos días ha llegado a salir en la prensa la situación desesperada del Estado de Nueva York, o los llamamientos en algunas comunidades autónomas o países de nuestro entorno. Los datos de los informes semanales del Ministerio de Sanidad indican una caída de la donación durante las primeras ocho semanas del confinamiento alrededor del 30%, con un descenso promedio en algunas semanas superior al 35%.
Tanto en Aragón como en Navarra hemos experimentado un descenso, controlado por nuestra parte, por las restricciones o imposibilidades de la realización de algunas colectas en algunas localidades o lugares públicos o instituciones cerradas. Por ello, hemos potenciado las medidas de seguridad y redoblada esfuerzos y medios, para potenciar la donación en nuestros centros de transfusión.
Seguridad de las transfusiones
Hasta el momento actual, aunque se haya encontrado ARN en algunos donantes chinos y coreanos, el riesgo de transmisión y desarrollo de infección de COVID-19 a través de la transfusión parece ser teórico. No obstante, como de forma genérica se conoce que los coronavirus son sensibles a los sistemas de inactivación existentes, estamos procediendo a la inactivación del plasma y de las plaquetas.
Sin embargo, la existencia de viremia durante el periodo de incubación o tras la resolución de los síntomas, de pacientes y contactos asintomáticos, aconsejan mantener algunas medidas de precaución, tales como “cuarentena” y autoexclusión. Es por ello, que a los donantes les informamos y solicitamos “que si durante los 14 días post-donación presentan síntomas compatibles con enfermedad por COVID-19 lo comunique al centro de extracción” e intentamos realizar una “cuarentena” de los concentrados de hematíes de dos semanas antes de su transfusión (al menos 5 días en el centro).
Donantes convalecientes
Los donantes confirmados positivos para este virus pueden donar sangre y/o plasma si han transcurrido al menos 14 días desde la resolución completa de los síntomas, y con resultado negativo de la prueba de laboratorio (eliminación del ARN viral del tracto respiratorio superior), o bien, han transcurrido al menos, 28 días a partir de la resolución completa de los síntomas.
Su donación tras la recuperación confirmada es más importante que nunca. Por un lado, a partir de su plasma podremos obtener por fraccionamiento industrial inmunoglobulinas inespecíficas que podremos tener disponibles dentro varios meses, para el otoño, para ayudar a pacientes inmunodeprimidos o con algunas patologías autoinmunes.
En el informe del CCST con fecha 6 de mayo se reconoce que “El plasma procedente de pacientes recuperados de COVID-19, puede ser una alternativa terapéutica potencialmente útil para esta enfermedad”. A principios del mes de abril, se puso en marcha un “Programa común europeo sobre obtención y transfusión de plasma de convaleciente”, que ha creado una plataforma de datos a nivel europeo, al objeto de demostrar su eficacia y seguridad.
Según este informe “Es conveniente que los Centros de Transfusión (CT), evalúen su capacidad de extracción, preparación y almacenamiento de este tipo de donación, con la finalidad de disponer de stock de plasma hiperinmune para futuras demandas”. Nuestros CT tenemos que contemplar en nuestro Plan de Contingencia para la COVID-19 la obtención de stock – como ya ha hecho Aragón y casi todos los CT del país-, o “en su defecto, habilitar acuerdos con otros CT, de forma que llegado el caso quede garantizado el suministro”.
Era post-COVID
Como ya hemos insistido con anterioridad en esta revista, la donación de sangre, acto voluntario y altruista, es uno de los pilares básicos de la salud para el aseguramiento de una sanidad moderna y de calidad. Uno de los pilares del Plan Nacional de Hemoterapia, junto a la seguridad y el uso óptimo, es el autoabastecimiento de sangre y sus derivados. Para obtenerlo invitamos que sigan acudiendo a nuestros llamamientos porque la donación es ahora más necesaria. La importante caída de la donación, va a agravar más la dependencia exterior, porque el consumo mundial de inmunoglobulinas y de albúmina lleva más de una década creciendo, con previsiones casi exponenciales.