Aunque parezca mentira hasta 1800 el lavado de manos no era una práctica común. Fue el médico húngaro Ignac Philipp Semmelweis en 1846, quien estableció el lavado de manos en el Hospital General de Viena para prevenir la infección cruzada, lo cual provocó un descenso en las muertes por fiebre puerperal.
Las manos son el vehículo de transmisión de microorganismos más habitual. La higiene de manos es una de las acciones más sencillas y con mayor impacto en la prevención del contagio de enfermedades. El principal objetivo con el lavado de manos es disminuir el número de patógenos que hay en la piel de las manos y prevenir la propagación de gérmenes patógenos a zonas no contaminadas.
Cómo realizar una correcta higiene de manos
• Mojarse las manos y aplicar jabón.
• Frotar las palmas entre si.
• Frotar la palma de la mano derecha contra el dorso de la mano izquierda entrelazando los dedos, y viceversa.
• Frotar las palmas de las manos entre sí, con los dedos entrelazados.
• Frotar el dorso de los dedos de una mano contra la palma de la mano opuesta, manteniendo unidos los dedos.
• Rodeando el pulgar izquierdo con la palma de la mano derecha, frotarlo con un movimiento de rotación, y viceversa.
• Frotar la punta de los dedos de la mano derecha contra la palma de la mano izquierda, haciendo un movimiento de rotación, y viceversa.
• Aclarar las manos.
• Secarlas con una toalla de un solo uso.
• Cerrar el grifo con la toalla.
Cuándo lavarse
• Antes y después de atender a alguien que esté enfermo.
• Antes, durante y después de preparar alimentos.
• Antes de comer.
• Antes y después de tratar heridas o cortaduras.
• Después de ir al baño.
• Después de sonarse la nariz, toser o estornudar.
• Después de tocar un animal, comida para animales, jaulas o heces de animales.
• Después de usar el transporte público.
• Después de tocar la basura.
• Si tienes las manos visiblemente sucias.
La higiene de manos previene la diseminación de gérmenes: lavarse frecuentemente con agua y jabón contribuye a eliminar gérmenes que no vemos.