La enfermedad de la gripe, técnicamente llamada influenza, es una infección respiratoria aguda causada por un virus. Esta enfermedad suele aparecer en las estaciones más frías, como el otoño y el invierno, en forma de brotes u oleadas. Aunque en ocasiones los síntomas pueden ser leves, dolor de cabeza y muscular, síntomas de catarro y malestar general; es una enfermedad a tener en cuenta, ya que a nivel mundial ocasiona miles de muertes anualmente.
¿Qué causa la gripe?
La gripe está causada por el virus influenza, que se transmite de manera interpersonal de forma rápida. Cuando una persona sana entra en contacto con secreciones respiratorias de alguien infectado (estornudos, tos, habla cercana…) es sencillo acabar contrayendo la enfermedad.
¿Cuáles son los principales síntomas de la gripe?
La gripe de manifiesta, por norma general, de forma brusca. La forma más común de presentarse es en forma de malestar general asociado a:
- Fiebre o sensación de fiebre y/o escalofríos.
- Dolores musculares y articulares.
- Dolor de cabeza.
- Tos, generalmente seca.
- Congestión nasal o sensación de goteo.
- Dolor de garganta.
- Sensación de cansancio o fatiga.
En algunas ocasiones, siendo más frecuente en los niños, también pueden aparecer síntomas digestivos: dolor abdominal, retortijones, nauseas, vómitos o diarrea.
¿Cuánto dura la gripe?
Habitualmente los enfermos de gripe se encuentran asintomáticos tras una semana de infección. Los síntomas generales, como el dolor de cabeza o muscular, suelen mejorar en los primeros 3 días; ocurriendo lo contrario con la clínica respiratoria que empeora discretamente, notando mejoría evidente a partir del día 5 de infección.
En ocasiones tras una infección de gripe los pacientes pueden presentar un tiempo de importante cansancio, a esto se le conoce como astenia post-viral, y suele mejorar en el plazo de unas semanas.
¿Qué complicaciones puede presentar la gripe?
Algunas personas, sobretodo si son especialmente susceptibles o vulnerables, pueden desarrollar complicaciones tras infectarse de gripe. Las complicaciones más frecuentes son:
- Bronquitis
- Neumonías: tanto virales como por sobreinfección bacteriana.
- Sinusitis
- Otitis
- Inflamación localizada: miocarditis (pleura del corazón), encefalitis (cerebro), miositis (tejidos musculares).
Son especialmente sensibles a la gripe, pudiendo desarrollar con mayor probabilidad complicaciones graves, los siguientes grupos de pacientes:
- Mujeres embarazadas.
- Niños pequeños (menores de 5 años).
- Adultos mayores de 65 años (a mayor edad, mayor riesgo).
- Personas con patologías crónicas: asma/EPOC, diabetes y problemas cardiacos.
¿Cómo se previene la gripe?
La mejor manera para prevenir las infecciones por gripe es la vacunación estacional. Anualmente se elaboran vacunas, con virus inactivados, con los virus más virulentos del año anterior. Con la administración de la vacuna se previene entre 50 – 80% de las infecciones por gripe, estando especialmente indicada en los grupos de riesgo.
Además de la vacunación, que suele comenzar a mediados del mes de septiembre, es muy importante mantener buenos hábitos de salud: lavarse las manos con frecuencia, cubrirse con la mano/pañuelo al toser y evitar ambientes epidémicos. Este tipo de acciones pueden ayudar a frenar la propagación de los gérmenes, disminuyendo el número de brotes e infectados.
¿Cómo se diagnostica la gripe?
El diagnóstico de la gripe suele realizarse mediante una buena historia clínica, asociando una exploración completa del paciente. No es imprescindible la realización de otros estudios o pruebas, lo que no significa que éstas no existan. En ocasiones se realizan pruebas que pueden arrojarnos una confirmación del diagnóstico, así como, el subtipo de gripe que está originando la infección.
En esos casos, el profesional sanitario le pasará un hisopo por el interior de la nariz y la garganta. Tras examinar las secreciones respiratorias podremos determinar si existe o no infección por el virus influenza y si éste es tipo A, B o C.
¿Cómo se trata la gripe?
La mayoría de las infecciones por gripe se recuperan con tratamiento sintomático para la fiebre, el dolor de cabeza o los calambres musculares; así como con algo de reposo y buena hidratación.
En el caso de complicaciones mayores o de grupos de riesgo se emplean antivirales específicos (zanamivir, oseltamivir), sabiéndose que éstos son especialmente efectivos si se emplean en las primeras 48h post-infección.