El envejecimiento es una experiencia única y personal, influenciada por una cantidad enorme de factores, tanto genéticos como de calidad de vida. Es difícil definir que un paciente es mayor/geriátrico/anciano, aunque se suele utilizar como corte la edad de 65 años, sin embargo, muchos debaten si la edad fisiológica de los diferentes sistemas orgánicos puede ser más apropiada que la propia edad cronológica.
Las mejoras en las condiciones de atención médica y sanitaria han aumentado la esperanza de vida a nivel mundial. Este incremento en la longevidad de la población trae como consecuencia un crecimiento en el número de los pacientes ancianos que son sometidos a procedimientos invasivos o cirugías que requieren anestesia. Se estima que la mitad de los pacientes ancianos se someterán a alguna cirugía a lo largo de su vida.
¿Qué es la fragilidad?
La fragilidad es un declive de múltiples sistemas corporales y normalmente se asocia a otros síndromes geriátricos como las caídas y fracturas, delirium y demencia, así como mayor probabilidad de complicaciones tanto durante la cirugía, como después. Entre los factores que se asocian a la fragilidad destacan una edad avanzada, niveles educativos más bajos, depresión, tabaquismo, discapacidad intelectual, apoyo familiar deficiente y estratos socioeconómicos más bajos. Los marcadores de fragilidad son la pérdida de peso, debilidad muscular, disminución del nivel de actividad y la experiencia subjetiva de agotamiento con actividad diarias rutinarias.
¿Está aumentado el riesgo anestésico en el paciente anciano?
Como es lógico pensar, el riesgo anestésico en un anciano es mayor que el de una persona joven. Se debe principalmente a que, a pesar de que el rendimiento basal de la mayoría de órganos no cambia, la reserva funcional y la capacidad para compensar un estrés, como el que supone una cirugía, están disminuidos. Sin embargo, dada la diversidad de este grupo de población, resulta sumamente difícil predecir la magnitud de los cambios fisiológicos asociados a la edad de un individuo concreto.
¿Qué es la “reserva funcional”?
La reserva funcional se puede definir como la diferencia entre los niveles basales de función de un órgano y los niveles máximos que se pueden alcanzar como consecuencia del estrés quirúrgico, es decir, el “margen” que tienen los órganos de soportar una situación de estrés, como por ejemplo una intervención quirúrgica.
¿Cómo se refleja esta disminución de la reserva funcional y capacidad para responder al estrés quirúrgico en los diferentes órganos?
Sistema cardiovascular: la hipertensión arterial y la arterioesclerosis son muy frecuentes en este grupo de edad, provocando que las arterias sean menos distensibles y que se adapten peor a los cambios en el volumen de sangre de los pacientes, impidiendo que les llegue sangre de forma adecuada.
Sistema pulmonar: la disminución de la capacidad de la caja torácica para cambiar de tamaño, obliga a aumentar el trabajo respiratorio en estos pacientes. En muchas ocasiones es necesario oxígeno suplementario, para evitar complicaciones. Además la incidencia de apnea obstructiva del sueño (SAOS) aumenta con la edad.
Sistema renal: la sangre que llega a los riñones está disminuida y por ello su capacidad para eliminar algunos fármacos y diluir o concentrar la orina.
Sistema digestivo: el retraso en el vaciamiento gástrico y la dificultad para tragar alimentos es más frecuente, con el riesgo aumentado de que parte del contenido alimentario puede pasar a los pulmones y que se complique con una neumonía.
Sistema nervioso: los pacientes de edad avanzada presentan una mayor sensibilidad a los efectos sedantes de los anestésicos, por lo que requieren menos dosis que una persona joven, y habitualmente requieren más tiempo para despertar.
Sistema osteomuscular: la artrosis degenerativa limita los movimientos de estos pacientes. Es importante prestar atención a la postura que adoptan los pacientes en quirófano ya que se pueden provocar fracturas, compresiones nerviosas y luxaciones.
¿Cuáles son las intervenciones más frecuentes en este grupo de edad?
La cirugía más frecuente es la intervención de catarata en el caso de las cirugías programadas, mientras que de las urgentes es la fractura de cadera. Además son muy frecuentes procedimientos endoscópicos como colonoscopias y gastroscopias (que se suelen realizar con sedación).
¿Qué tipo de anestesia es más adecuada en estos pacientes?
El tipo de anestesia depende de la cirugía que se vaya a realizar y del tipo de paciente. En este caso, en pacientes ancianos, no se ha demostrado que la anestesia general sea mejor o peor que la regional en la mayoría de los procedimientos. Por lo tanto, será el anestesiólogo junto con el paciente, los que consensuen el plan anestésico que mejor se adapte a las necesidades tanto del paciente como de la cirugía propuesta.
¿Pueden realizarse cirugías de forma ambulatoria, es decir sin ingreso, en pacientes ancianos?
El ingreso de los pacientes ancianos aumenta el riesgo del llamado delirio postoperatorio o trastorno cognitivo postoperatorio, que consiste en un deterioro global de las funciones superiores que puede conllevar un aumento del tiempo de ingreso del paciente o de la mortalidad asociada al procedimiento. Además, la separación del anciano de su medio habitual y la llegada a un nuevo ambiente, puede perjudicarles. Es por lo referido anteriormente que estos pacientes son candidatos, e incluso es preferible, realizar las cirugías en régimen ambulatorio. Si bien es cierto, se debe de individualizar tanto por el tipo de cirugía como por el tipo de paciente.
Como conclusión, debemos recordar que el aumento de la esperanza de vida actual supone un reto tanto para el anestesiólogo como para el sistema sanitario. La respuesta al estrés quirúrgico dependerá mucho del tipo de intervención y del estado de salud previo del paciente añoso. En cuanto a la mejor técnica anestésica, siempre es mejor individualizar, valorando cada caso según el tipo de cirugía y la reserva funcional del paciente.