El yodo es un micronutriente esencial para la síntesis de las hormonas tiroideas, que desempeñan un papel crucial en el metabolismo, el crecimiento y el desarrollo. La ingesta adecuada de yodo a través de la dieta es fundamental para mantener la función tiroidea normal. Sin embargo, tanto la deficiencia como el exceso de yodo pueden estar asociados con alteraciones tiroideas.
Deficiencia de yodo y trastornos tiroideos
- Bocio endémico: la deficiencia de yodo es la principal causa del bocio endémico, una enfermedad caracterizada por el agrandamiento de la glándula tiroides. En áreas donde la deficiencia de yodo es común, la prevalencia de bocio es elevada.
- Hipotiroidismo: la falta de yodo en la dieta puede llevar al hipotiroidismo, una condición en la que la glándula tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas. En poblaciones con deficiencia severa de yodo, también se puede observar hipotiroidismo congénito, que es una causa prevenible de retraso mental.
- Cretinismo: en casos extremos, la deficiencia de yodo durante el embarazo puede causar cretinismo en el recién nacido, que se manifiesta con retraso mental, sordera, mutismo y anomalías del crecimiento.
Exceso de yodo y trastornos tiroideos
- Hipertiroidismo: el exceso de yodo puede inducir hipertiroidismo, especialmente en personas con predisposición a trastornos tiroideos como la enfermedad de Graves o bocio multinodular tóxico. Esto se conoce como el efecto Jod-Basedow.
- Tiroiditis autoinmune: un alto consumo de yodo ha sido asociado con un mayor riesgo de desarrollar tiroiditis autoinmune, como la enfermedad de Hashimoto. En personas susceptibles, el exceso de yodo puede desencadenar una respuesta autoinmune que daña la glándula tiroides.
- Hipotiroidismo inducido por yodo: el efecto Wolff-Chaikoff describe un fenómeno donde una alta ingesta de yodo inhibe temporalmente la producción de hormonas tiroideas. En la mayoría de las personas, la glándula tiroides se adapta y la producción hormonal se normaliza, pero en algunos casos puede llevar a hipotiroidismo.
Según la evidencia más reciente, se ha observado una relación en forma de «U» entre la ingesta de yodo y el riesgo de alteraciones tiroideas. Tanto la deficiencia como el exceso de yodo se asocian con un mayor riesgo de disfunción tiroidea, lo que subraya la importancia de una ingesta equilibrada de este micronutriente.
Las recomendaciones diarias de yodo varían según la edad, el sexo y las condiciones fisiológicas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las ingestas diarias recomendadas de yodo son las siguientes:
- Lactantes (0-6 meses): 110 microgramos (µg)
- Niños (7 meses – 6 años): 90 µg
- Niños (7-12 años): 120 µg
- Adolescentes y adultos (mayores de 12 años): 150 µg
- Mujeres embarazadas: 250 µg
- Mujeres en periodo de lactancia: 250 µg
Estas cantidades están diseñadas para cubrir las necesidades fisiológicas y prevenir deficiencias que puedan derivar en enfermedades tiroideas.
La fortificación de sal con yodo sigue siendo la estrategia más efectiva para prevenir la deficiencia de yodo en la población. Sin embargo, debe manejarse con cuidado para evitar el exceso de yodo, especialmente en poblaciones con una alta ingesta de sal o en individuos con riesgo de enfermedades tiroideas.
Estudios recientes han examinado la relación entre la ingesta de yodo y la prevalencia de enfermedades tiroideas autoinmunes. Se ha observado que en áreas donde la ingesta de yodo es alta, hay una mayor incidencia de tiroiditis de Hashimoto y cáncer de tiroides, aunque esta relación aún está siendo investigada.
Una estrategia global ampliamente adoptada para prevenir la deficiencia de yodo ha sido la yodación universal de la sal. Esta medida ha demostrado ser efectiva para mantener niveles adecuados de yodo en la población. Además, las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia deben recibir atención especial, ya que sus necesidades de yodo son mayores. En estos casos, se recomienda la suplementación con yodo, en conjunto con una dieta equilibrada que incluya alimentos ricos en yodo, como pescado, mariscos, lácteos y huevos.
Conclusión
El yodo es esencial para la salud tiroidea, pero tanto su deficiencia como su exceso pueden provocar alteraciones en la función tiroidea. Es crucial mantener un equilibrio adecuado en la ingesta de yodo para prevenir trastornos como el bocio, hipotiroidismo, hipertiroidismo y tiroiditis autoinmune. Las políticas de salud pública deben continuar enfocándose en asegurar una ingesta óptima de yodo en la población, adaptándose a las necesidades y contextos específicos de cada región.
AUTORES:
Valeria González Sacoto, Leticia Serrano Urzaiz, Macarena Lacarta Benítez, Carlos Moreno Gálvez, Lidia Olivar Gómez y Ana Ros Anadón. Endocrinos. MIR en Hospital Universitario Miguel Servet.
Carlos Mora Cevallos. Urólogo. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa.