Eccema ótico


Dra. Sofía Goya Lirio. MIR ORL. Hospital Universitario de Navarra. Dr. Ignacio Arruti González. Jefe de Sección ORL Hospital Universitario de Navarra.

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El conducto auditivo externo (CAE) constituye una de las estructuras principales del oído externo, siendo un canal que establece la conexión entre el pabellón auricular —la parte visible del oído— y la membrana timpánica, es decir, el tímpano.

Este conducto tiene una forma ligeramente curva o de “S”, y su longitud promedio en adultos es de aproximadamente 2,5 centímetros, aunque puede variar ligeramente entre individuos. Su interior está recubierto por una delicada capa de piel que se continúa desde la piel del pabellón auricular. En la porción más externa del CAE se encuentran diversas glándulas, entre las que destacan las glándulas sebáceas y las glándulas ceruminosas, que son responsables de la producción del cerumen, una sustancia de consistencia cerosa que desempeña una función protectora muy importante.

El cerumen, además de actuar como barrera física frente a agentes externos, posee propiedades antibacterianas y antifúngicas que ayudan a mantener el ambiente del conducto auditivo libre de infecciones. También contribuye a la limpieza del conducto, ya que su producción continua y el movimiento mandibular durante la masticación favorecen la eliminación natural de residuos.

Desde el punto de vista funcional, el CAE desempeña un papel esencial en el proceso de audición, ya que es el conducto por donde transitan las ondas sonoras desde el exterior hasta alcanzar el tímpano. Su diseño anatómico ayuda a amplificar ciertas frecuencias del sonido, especialmente las frecuencias bajas o graves.

¿Qué es el eccema ótico?

El eccema ótico es una afección dermatológica que compromete la piel que recubre el conducto auditivo externo. Esta enfermedad se caracteriza por una inflamación cutánea persistente o recurrente que provoca síntomas como picor intenso, enrojecimiento, irritación e incluso dolor en la zona afectada. Aunque no se trata de una enfermedad contagiosa, su impacto en la calidad de vida del paciente puede ser significativo.

La causa exacta del eccema ótico sigue siendo desconocida. Sin embargo, se piensa que en su aparición influyen tanto factores genéticos como factores ambientales —exposición a irritantes, alérgenos o condiciones de humedad constante—. Es una condición crónica que evoluciona por brotes, es decir, períodos de empeoramiento seguidos de fases de mejoría relativa. Se observa con mayor frecuencia en personas que presentan antecedentes de trastornos dermatológicos como dermatitis atópica o psoriasis, lo que sugiere una predisposición constitucional.
El diagnóstico del eccema ótico se realiza generalmente mediante una exploración visual del conducto auditivo con otoscopia. En esta evaluación pueden observarse distintos estadios clínicos de la enfermedad: una fase eritematosa (con enrojecimiento marcado de la piel), una fase vesiculosa (con aparición de pequeñas ampollas), una fase costrosa (formación de costras por la ruptura de las vesículas) y una fase descamativa (desprendimiento de la capa superficial de la piel). Con el tiempo, debido al rascado y a la acumulación de restos dérmicos, la piel puede volverse más delgada y frágil, y el conducto puede estrecharse, dificultando la ventilación adecuada del oído.
Un agravante frecuente del eccema ótico es la sobreinfección secundaria, especialmente si el paciente introduce objetos en el oído o si entra agua al conducto, facilitando la proliferación de bacterias u hongos. En estos casos, puede desarrollarse una otitis externa aguda, lo que complica el cuadro clínico.

Control y tratamiento

El manejo del eccema ótico debe ser individualizado y adaptado a la intensidad y frecuencia de los síntomas. En general, se recurre a esteroides tópicos de baja potencia para controlar la inflamación durante los brotes. Sin embargo, estos medicamentos no deben utilizarse de manera continua ni prolongada, ya que su uso excesivo puede llevar a la aparición de efectos secundarios, como adelgazamiento de la piel o mayor susceptibilidad a infecciones.
En fases leves o para la prevención de nuevos brotes, se recomienda el uso regular de emolientes e hidratantes tópicos. Productos con componentes naturales, como aceites esenciales (rosa mosqueta, oliva, aloe vera), ayudan a restaurar la barrera cutánea, calman la picazón y disminuyen la inflamación.
Estos tratamientos son bien tolerados, no presentan efectos adversos relevantes y pueden utilizarse a largo plazo para mantener la piel sana.

Consejos para controlar el eccema

• No rascarse los oídos por dentro, no introducir objetos ya que favorecen la impactación de tapones en el oído y la aparición de heridas que tienden a sobre infectarse.
• Evitar la humedad en los CAEs. Para ello, séquese con la toalla al salir de la ducha o de la piscina sin introducir objetos en el CAE. También una buena solución es el empleo de secadores de aire.
• Hidratar la piel regularmente: el aceite de oliva, de rosa mosqueta o de aloe vera, pueden ayudar a mantener la integridad de la barrera de la piel en el conducto y proporcionar una sensación de alivio.
• Identificar y evitar los desencadenantes: Mantén un registro para identificar los factores que empeoran tu eccema y trata de evitarlos.
• En los brotes con prurito intenso, está indicada la aplicación de corticoide tópico, normalmente en gotas. Este tratamiento debe restringirse a los brotes ya que la aplicación continuada (más de una semana) puede favorecer infecciones.

Complicaciones

Una de las complicaciones más comunes del eccema ótico es la aparición de otitis externa, una infección del conducto auditivo causada por bacterias o hongos oportunistas. Esta infección suele manifestarse con dolor intenso, secreción (otorrea), sensación de taponamiento, pérdida auditiva temporal e incluso fiebre en algunos casos. La piel afectada puede inflamarse de manera considerable, dificultando la visualización del tímpano y el acceso a tratamiento.
Normalmente no es una complicación grave pero si puede resultar muy dolorosa y difícil de erradicar por completo.
Ante estos síntomas, es esencial acudir al médico para instaurar un tratamiento adecuado. El tratamiento suele consistir en la aplicación de gotas antibióticas o antifúngicas y, en ciertos casos, puede requerirse una limpieza del conducto u otros procedimientos por parte del otorrinolaringólogo.

AUTORES:

Dra. Sofía Goya Lirio. MIR ORL. Hospital Universitario de Navarra.
Dr. Ignacio Arruti González. Jefe de Sección ORL Hospital Universitario de Navarra.