La Organización Mundial de la Salud (OMS) define malnutrición como las carencias, excesos o desequilibrios de la ingesta de energía y/o nutrientes de una persona. El término “malnutrición” abarca, por lo tanto, dos grupos: por un lado, la “desnutrición” que comprende el retraso en el crecimiento, la insuficiencia ponderal y las carencias o insuficiencias de micronutrientes y por otro lado, el sobrepeso y obesidad.
La desnutrición se define como la situación clínica provocada por un déficit de nutrientes o nutrientes inadecuados que conllevan a cambios en la composición corporal de quien la padece. Esto afecta a órganos y tejidos repercutiendo negativamente en la evolución clínica.
En población anciana se estima que la prevalencia de desnutrición en la comunidad oscila entre un 5-8% en domicilios, un 50% en residencias y entre un 44% y un 65% en pacientes hospitalizados.
Meals on wheels
El acrónimo “Meals on wheels” se utiliza en medicina para identificar causas potencialmente reversibles de desnutrición en adultos mayores. Cada letra representa un factor que puede contribuir a la pérdida de peso y desnutrición en esta población:
- Medicamentos: pueden causar pérdida de apetito, náuseas, sequedad bucal o interferir con la absorción de nutrientes.
- Emocional (depresión): reduce la motivación para comer y puede llevar a la pérdida de peso.
- Alcoholismo, anorexia tardía y abuso: el consumo excesivo de alcohol y la anorexia en la vejez afectan la ingesta de alimentos y la absorción de nutrientes.
- Locura en la vejez (paranoia tardía): trastornos psiquiátricos pueden afectar la alimentación y la percepción de la comida.
- Problemas de deglución: dificultades para tragar pueden limitar la ingesta de alimentos y aumentar el riesgo de desnutrición.
- Problemas orales: enfermedades dentales, uso de prótesis mal ajustadas o infecciones bucales pueden dificultar la masticación y la ingesta de alimentos.
- Infecciones nosocomiales y pobreza: las enfermedades adquiridas en hospitales y la falta de recursos económicos afectan la nutrición.
- Deambulación y demencia: la demencia y la deambulación excesiva pueden llevar a un mayor gasto energético y una alimentación inadecuada.
- Hipertiroidismo, hipercalcemia, hipoadrenalismo: condiciones médicas que pueden acelerar el metabolismo y contribuir a la pérdida de peso.
- Problemas entéricos (mala absorción): enfermedades gastrointestinales pueden impedir la correcta absorción de nutrientes.
- Problemas al comer (temblores, dificultades motoras): temblores u otras afecciones neuromusculares pueden dificultar la alimentación.
- Dietas restrictivas
- Dificultades para comprar y preparar alimentos, cálculos biliares: problemas para acceder a los alimentos o prepararlos, así como enfermedades como la colecistitis, pueden afectar la nutrición.
Para analizar la desnutrición es preciso realizar primeramente una valoración del estado nutricional del paciente y un cribado adecuado por su médico de referencia o geriatra. El tratamiento debe ser individualizado para cada persona.
En el documento de 2022 de la Sociedad Europea de Nutrición Clínica y metabolismo (ESPEN), ESPEN practical guideline: Clinical nutrition and hydration in geriatrics. Clinical Nutrition encontramos entre muchas, las siguientes recomendaciones:
- La ingesta energética recomendada para personas mayores es de aproximadamente 30 kcal por kg de peso corporal por día, ajustada según estado nutricional, nivel de actividad física y estado de salud.
- La ingesta de proteínas debe ser al menos 1 g de proteína por kg de peso corporal por día, ajustada según necesidades individuales.
- Se recomienda una ingesta diaria de 1.6 L de líquidos para mujeres mayores y 2 L para hombres mayores, salvo que existan condiciones clínicas que requieran otra estrategia.
- Se deben identificar y eliminar las causas de la malnutrición y la deshidratación siempre que sea posible.
AUTORAS:
María Montero García. MIR Geriatría Hospital Nuestra Señora de Gracia, Zaragoza.
Mª Carmen Deza Pérez. Médico Atención Primaria. CS Picarral-Zalfonada, Zaragoza.