La depresión


Cristina Caballero García, Raquel Olmos Sánchez, Piedad Fleta Cubero, Francisco Landa Vidal

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La depresión es un trastorno mental caracterizado fundamentalmente por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento.

Supone una de las patologías más frecuentes en Atención Primaria y es la primera causa de atención psiquiátrica y de discapacidad derivada de problemas mentales.

Aparece con más frecuencia en mujeres y en personas menores de 45 años.

El tratamiento con psicofármacos y/o psicoterapia, consiguen, en la mayoría de los casos, aliviar parcialmente o en su totalidad los síntomas. Una vez se han superado los síntomas de la depresión, convendrá seguir bajo tratamiento antidepresivo el tiempo necesario para evitar posibles recaídas. En algunos casos, el tratamiento deberá prolongarse de por vida.

Síntomas

Los síntomas nucleares de la depresión son la tristeza patológica, la pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar y una disminución de la vitalidad que limita el nivel de actividad y produce un cansancio exagerado, que aparece incluso después de realizar pequeños esfuerzos.

Además, pueden aparecer otros síntomas, como los sentimientos de culpa o de incapacidad, la irritabilidad, el pesimismo ante el futuro, las ideas de muerte o de suicidio, la pérdida de confianza en uno mismo o en los demás, la disminución de la concentración y la memoria, la intranquilidad, los trastornos del sueño y la disminución del apetito y de la libido, entre otros.

Tipos

Las depresiones pueden clasificarse de una manera sencilla en 3 tipos

La depresión mayor tiene un origen más biológico o endógeno, con un mayor componente genético y menor influencia de factores externos. Puede aparecer de manera recurrente y, en algunos casos, guarda una cierta relación con la estación del año.

En contraposición, existe la depresión reactiva, causada por una mala adaptación a circunstancias ambientales estresantes.

La distimia, antiguamente conocida como neurosis depresiva, que se caracteriza por un cuadro depresivo de intensidad menor a los anteriores, de evolución crónica (más de dos años), sin periodos asintomáticos y con sentimientos de incapacidad y somatizaciones. Este último tipo de depresión parece guardar una relación más estrecha con la forma de ser y con el estrés prolongado.

Por último, existe un tipo de depresión denominada enmascarada, que en vez de manifestarse con los síntomas ya referidos, aparece como molestias orgánicas -somatizaciones- o cambios en la conducta.

Causas

Salvo algunos casos de depresión asociada a enfermedades orgánicas (enfermedad de Parkinson, tuberculosis, etc.), la depresión se produce generalmente por la interacción de unos determinados factores biológicos (cambios hormonales, alteraciones en los neurotransmisores cerebrales como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina, componentes genéticos, etc.), con factores psicosociales (circunstancias estresantes en la vida afectiva, laboral o de relación) y de personalidad (especialmente, sus mecanismos de defensa psicológicos).

Diagnóstico

Encontrarse en un momento determinado más triste o con el estado de ánimo más bajo no es suficiente para un diagnóstico de depresión.

Para eso, es preciso que la intensidad de los síntomas, su duración (al menos, 2 semanas) y la incapacidad que generan, sean de una entidad suficiente como para afectar el normal o adecuado funcionamiento de la persona.

  • Entrevista diagnóstica.
  • Descarte de enfermedad orgánica mediante: pruebas diagnósticas y valoración por otros especialistas.
  • Pruebas de psicodiagnóstico.

Cómo se trata

El tratamiento ideal de la depresión dependerá de las características específicas del subtipo de depresión y será, como siempre, personalizado, por lo que es fundamental una adecuada relación médico-paciente. Básicamente, el tratamiento se compone de psicoterapia y farmacoterapia.

Con la psicoterapia, se ofrece seguridad, confianza, comprensión y apoyo emocional; se intentan corregir los pensamientos distorsionados; se explica el carácter temporal y se desdramatiza la situación; se consigue la participación del paciente en el proceso curativo y, por último, se enseña a prever las posibles recaídas.

Como tratamiento farmacológico se utilizan antidepresivos, ansiolíticos y otros fármacos coadyuvantes, como las hormonas tiroideas, el carbonato de litio o psicoestimulantes.

Por último, el tratamiento electroconvulsivo, que se realiza en algunas circunstancias (depresión mayor grave del adulto, depresión resistente), bajo control anestésico y miorrelajación. Es una técnica segura y sus efectos secundarios sobre la memoria son habitualmente leves y transitorios. Por razones operativas, económicas y socio-culturales se reserva a indicaciones muy concretas.

Antidepresivos y riesgo de suicidio

Se debe advertir a los pacientes y a sus seres queridos que algunos pacientes podrían estar más agitados, deprimidos y ansiosos dentro de la semana siguiente al comienzo de un tratamiento con antidepresivos o del aumento de la dosis; los síntomas que empeoran con el tratamiento deben informarse al médico. Esta situación debe vigilarse estrechamente porque en algunos pacientes, en especial en niños y adolescentes, se produce tendencia hacia el suicidio si la agitación, el aumento de la depresión y la ansiedad no se detectan y tratan de inmediato.

Varios análisis de la base de datos de la Food and Drug Administration (FDA) sobre ensayos patrocinados por la industria condujeron a una advertencia de riesgo: los antidepresivos en general están asociados con un mayor riesgo de aparición de ideas suicidas e intentos de suicidio en pacientes de ≤ 24 años de edad. Análisis posteriores de la FDA y otros datos han puesto en duda esta conclusión.

La evidencia sugiere que el riesgo de suicidio no difiere entre las clases de antidepresivos, como ISRS, inhibidores de la recaptación de serotonina noradrenalina, antidepresivos tricíclicos e IMAO. La evidencia no es adecuada para determinar cuantitativamente el riesgo asociado con antidepresivos específicos.

AUTORES:

Cristina Caballero García. Auxiliar Administrativa. Hospital Ntra. Sra. de Gracia. Zaragoza.

Raquel Olmos Sánchez. Auxiliar de Enfermería. Hospital Ntra. Sra. De Gracia. Zaragoza.

Piedad Fleta Cubero. Celadora. Hospital Ntra. Sra. de Gracia. Zaragoza.

Francisco Landa Vidal. Técnico de Imagen y Diagnostico. Clinica Montpelier. Zaragoza.

 

INTERNET: https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/depresion

https://www.msdmanuals.com/es/professional/trastornos-psiqui%C3%A1tricos/trastornos-del-estado-de-%C3%A1nimo/tratamiento-farmacol%C3%B3gico-de-la-depresi%C3%B3n