Terapia electroconvulsiva


Clara Llena Güerri, Cyntia Cuenca Cáceres, Lucía Gayán Fenero, Vanesa Laín Carnicer, Teresa García Laiglesia y Ángela Cano Oliván.

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La Terapia Electroconvulsiva (TEC) es un procedimiento médico utilizado principalmente en el tratamiento de trastornos psiquiátricos. Consiste en la aplicación de una corriente eléctrica para provocar una convulsión en el cerebro, con el objetivo de aliviar los síntomas de diversas afecciones mentales.​
El TEC fue introducida en la práctica clínica en la década de 1930 y, a lo largo de los años, ha sido objeto de numerosas investigaciones y refinamientos. Aunque en sus inicios se utilizaba sin anestesia ni relajantes musculares, las técnicas modernas han mejorado significativamente la seguridad y la eficacia del procedimiento.​

Indicaciones y eficacia

El TEC se indica principalmente cuando no hay respuesta al tratamiento farmacológico o psicoterapéutico. Diversos estudios han demostrado su eficacia en la reducción rápida de síntomas, especialmente en situaciones de emergencia o cuando otros tratamientos no han sido efectivos.​

Procedimiento

El procedimiento del TEC se divide en varias fases:

  • Fase previa: incluye la evaluación médica completa, la obtención del consentimiento informado y la preparación del paciente, que abarca ayuno, colocación de vía intravenosa y monitorización de constantes vitales.
  • Fase de aplicación: se administra anestesia general y un relajante muscular. Se colocan electrodos en la cabeza del paciente y se aplica una corriente eléctrica que induce una convulsión limitada de corta duración.
  • Fase posterior: tras el procedimiento, el paciente es monitorizado en una sala de recuperación hasta que despierta. Se controlan constantes vitales y se brindan cuidados de apoyo, incluyendo orientación y manejo de posibles efectos secundarios.​

Rol del profesional de enfermería

El personal de enfermería desempeña un papel crucial en todas las etapas de la TEC:

  • Antes del procedimiento:
    • Proporcionar información clara al paciente y a sus familiares sobre el proceso.
    • Realizar una valoración de salud completa
    • Preparar al paciente física y emocionalmente.​
    • Asegurar el cumplimiento de las indicaciones preoperatorias, como el ayuno y la higiene personal.​
  • Durante el procedimiento:
    • Preparar y verificar el equipo necesario.
    • Monitorear constantes vitales y parámetros relevantes.​
    • Asistir al equipo médico en la administración de medicamentos y en la aplicación de la corriente eléctrica.​
  • Después del procedimiento:
    • Monitorizar la recuperación del paciente.​
    • Brindar apoyo emocional y orientación.​
    • Identificar y gestionar posibles efectos adversos.​
    • Documentar detalladamente todo el proceso y las intervenciones realizadas.​

La actualización y formación continua del personal de enfermería es crucial para garantizar un abordaje integral y humanizado del paciente que se somete a Terapia Electroconvulsiva (TEC). Estas estrategias deben enfocarse no solo en los aspectos técnicos del procedimiento, sino también en la comprensión de su impacto psicológico y social.

a) Educación teórico-práctica

Los profesionales de enfermería deben recibir capacitación específica sobre:

  • Fundamentos fisiopatológicos del TEC.
  • Indicaciones clínicas y contraindicaciones.
  • Manejo de equipos electroconvulsivantes.
  • Farmacología asociada al procedimiento (anestésicos, relajantes musculares, anticonvulsivantes).
  • Identificación de signos de alarma y complicaciones post-TEC.

Una estrategia efectiva es el uso de simulaciones clínicas y talleres prácticos que permitan al personal ensayar los protocolos de actuación en un entorno controlado.

b) Protocolos estandarizados de atención

Disponer de protocolos escritos y validados mejora la calidad del cuidado enfermero. Algunos elementos clave incluyen:

  • Checklist de seguridad antes del procedimiento.
  • Plan de cuidados individualizado.
  • Registro detallado en historias clínicas.
  • Guías para el manejo de efectos secundarios inmediatos y tardíos.

Estos protocolos también deben incluir algoritmos de decisión para situaciones de emergencia, como convulsiones prolongadas o reacciones adversas a la anestesia.

c) Humanización del cuidado

Este procedimiento puede generar ansiedad, miedo o estigmatización. Por ello, la enfermería debe incorporar en su práctica estrategias centradas en el paciente:

  • Escucha activa y validación emocional.
  • Explicaciones comprensibles sobre el procedimiento y sus efectos.
  • Creación de un ambiente tranquilo, empático y seguro.
  • Participación del paciente en su propio proceso terapéutico, respetando su autonomía.

Estas estrategias contribuyen a una experiencia más positiva, reducen la angustia preoperatoria y fomentan la adherencia al tratamiento.

Educación y orientación a la familia

El papel de la familia es fundamental en todo el proceso de atención en salud mental, teniendo todavía más relevancia si cabe en el contexto del TEC.

Muchas veces, los familiares tienen una percepción negativa o desinformada influenciada por su representación en los medios. El personal de enfermería debe proporcionar información clara y basada en evidencia, que permita:

  • Disminuir el estigma asociado al procedimiento.
  • Fomentar la comprensión de la enfermedad y del porqué de la indicación de la TEC.
  • Prepararlos para brindar apoyo emocional efectivo al paciente.

Materiales educativos escritos, charlas y sesiones informativas grupales son herramientas útiles en este contexto.

Siempre que sea posible, la familia debe estar involucrada en el proceso:

  • Apoyando al paciente en las fases pre y post-procedimiento.
  • Ayudando en la identificación de efectos adversos en casa.
  • Colaborando en la toma de decisiones informadas (en casos donde el paciente no puede otorgar consentimiento por sí mismo).

Esta participación fortalece el vínculo familiar, mejora la continuidad del tratamiento ambulatorio y reduce tasas de recaídas.

Efectos secundarios y manejo

Uno de los efectos más frecuentes es la pérdida de memoria. Esta puede afectar tanto a recuerdos recientes como, en algunos casos, a memorias más antiguas. La mayoría de los pacientes experimenta dificultad para recordar hechos que ocurrieron días o semanas antes del tratamiento. En algunos casos, esta pérdida de memoria puede extenderse a meses o incluso años, aunque lo más habitual es que estos efectos sean temporales y que la memoria se recupere con el tiempo. Sin embargo, hay quienes reportan pérdidas permanentes, especialmente con tratamientos prolongados o más intensivos.

La confusión también es un efecto común, particularmente justo después de cada sesión. Algunas personas pueden sentirse desorientadas en tiempo o lugar por unos minutos u horas. Este estado suele ser transitorio, aunque en pacientes mayores puede durar más tiempo o ser más pronunciado.

Además, existen efectos físicos que suelen aparecer inmediatamente después de la terapia. Entre ellos están los dolores de cabeza, náuseas, dolor muscular y molestias en la mandíbula debido al uso de relajantes musculares y a la tensión generada por las contracciones durante la convulsión inducida. Estas molestias suelen ser leves y se tratan fácilmente con analgésicos o reposo.

En algunos casos, pueden presentarse alteraciones cardiovasculares, como cambios en la presión arterial o en el ritmo del corazón. Por ello, es fundamental que los pacientes sean evaluados previamente para descartar problemas cardíacos u otras condiciones médicas que puedan aumentar los riesgos del procedimiento.

También se ha reportado en ciertos pacientes una alteración en la capacidad de concentración o en la velocidad del pensamiento, lo que puede influir en el desempeño diario durante el periodo en que se administra la terapia.

A pesar de estos posibles efectos secundarios, la terapia electroconvulsiva sigue siendo considerada segura cuando se realiza bajo supervisión especializada. Los equipos médicos ajustan cuidadosamente la intensidad y frecuencia del tratamiento según la respuesta del paciente, con el objetivo de maximizar los beneficios y minimizar los riesgos.

El personal de enfermería debe estar preparado para reconocer y gestionar estos efectos, proporcionando intervenciones adecuadas y apoyo al paciente.​

Conclusión

La Terapia Electroconvulsiva sigue siendo una herramienta valiosa en el tratamiento de ciertos trastornos psiquiátricos. El equipo de enfermería juega un papel esencial en garantizar la seguridad, eficacia y bienestar del paciente durante todo el proceso. Es fundamental la formación para ofrecer una atención de calidad y apoyar al paciente en su camino hacia la recuperación.​

La Terapia Electroconvulsiva sigue siendo, pese a los prejuicios históricos, una de las intervenciones más efectivas para el tratamiento de trastornos psiquiátricos graves y refractarios. Su eficacia ha sido demostrada de forma contundente en la literatura científica reciente, y con los avances en técnicas anestésicas y monitoreo, hoy es un procedimiento seguro y altamente controlado.

En este contexto, el rol de la enfermería se expande hacia una dimensión más amplia, humanista y crítica. El profesional de enfermería actúa como puente entre el equipo médico y el paciente, desempeñando funciones educativas, asistenciales, emocionales y éticas que son vitales para garantizar una experiencia terapéutica digna y eficaz.

Además, la integración de la familia en el proceso de la TEC representa un elemento clave para el éxito del tratamiento. Un acompañamiento familiar informado y empático mejora la adherencia al tratamiento, disminuye el estigma y contribuye de manera directa a la recuperación emocional del paciente.

La formación continua, la creación de protocolos de atención basados en evidencia y el trabajo interdisciplinario son pilares esenciales para optimizar la atención en TEC. En un contexto de transformación del modelo de atención en salud mental, enfermería tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de liderar el cambio hacia un modelo más humano, inclusivo y respetuoso de los derechos del paciente.

Finalmente, el conocimiento profundo sobre el TEC y su abordaje desde la enfermería no solo mejora los resultados clínicos, sino que también fortalece la relación terapéutica y reafirma el compromiso ético del cuidado centrado en la persona.

AUTORAS:

Clara Llena Güerri, Cyntia Cuenca Cáceres, Lucía Gayán Fenero, Vanesa Laín Carnicer, Teresa García Laiglesia y Ángela Cano Oliván. Enfermeras de Hospital Universitario San Jorge de Huesca.