Las estadísticas muestran que un elevado porcentaje de la población sufre en algún momento de su vida cuadros depresivos, llegando a presentar en los casos graves tendencias suicidas.
Hablamos de depresión cuándo el desánimo y la falta de fuerza nos lleva a dejar de hacer cosas y a estar con los demás, impidiendo o limitando las actividades cotidianas. Su tratamiento viene determinado por la severidad del trastorno, siendo la actividad física de gran ayuda. A pesar de no poder hacer las actividades al mismo ritmo, es interesante llegar hasta dónde podamos, paso a paso.
La Actividad Física es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como
“cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que exija gasto de energía”.
Existen numerosos autores que destacan el papel beneficioso de la actividad física para el desarrollo y mantenimiento de la salud física, así como para la salud mental y el ajuste social. El ejercicio por tanto contribuye a la salud y a incrementar la calidad de vida, puede descender la mortalidad y mejorar la esperanza de vida.
Beneficios de la actividad física
• Regula las cifras de presión arterial.
• Mantiene la densidad ósea.
• Mejora la resistencia de la insulina.
• Ayuda a mantener el peso corporal.
• Aumenta el tono y la fuerza muscular.
• Mejora la flexibilidad y las articulaciones, reduce la fatiga.
• Aumenta la sensación de bienestar.
• Aumenta la autoestima y mejora la autoimagen.
• Reduce el aislamiento social y el nivel de depresión.
• Rebaja la tensión y el estrés, ayuda a relajarse.
• Menor grado de agresividad, ira y angustia.
• Ayuda a modificar hábitos como el tabaquismo o el consumo excesivo de alcohol.
• Mejora el ritmo de sueño.
Motivos para la realización de actividad física
• Como búsqueda de nuevas sensaciones, como medio de mantener la salud.
• Como experiencia social y espiritual.
• Como experiencia estética.
• Como liberador de tensiones
Entendemos que en muchas ocasiones comenzar a hacer ejercicio supone un gran esfuerzo y aparecen muchas dificultades como la falta de motivación, pensamientos negativos sobre las capacidades, miedo a que los demás se rían, falta de amigos y bajo estado físico. Lo que se incrementa cuando nos encontramos en un estado de depresión. Por ello un buen primer paso para iniciar la actividad física, sería hacer un listado de actividades que solían gustar en el pasado y otro de las que podrían gustar en la actualidad.
Un segundo paso sería informarnos de los recursos que tenemos en nuestro entorno y a nuestro alcance como gimnasios, piscinas, aparatos de gimnasia públicos al aire libre, grupos de paseo…
Y, un tercer paso sería, averiguar si alguien podría acompañarnos o si podríamos hacerla en grupo. Aumentando las probabilidades de éxito por hacerla más divertida.
El fenómeno de la adherencia o permanencia es de gran importancia para poder llegar a obtener ciertas garantías acerca de los beneficios. Aproximadamente el 50% de las personas que inician una actividad física acaba dejándola durante los seis primeros meses.
En la permanencia influyen factores personales y ambientales. Siendo los ambientales los más importantes para facilitarla o al menos los más sencillos de modificar. Incluidos en ellos tanto los propios del ejercicio como los del ambiente dónde se realiza y se encuentran: evitar lesiones, conveniencia del ambiente dónde se realiza la actividad, actividad adecuada a nuestras capacidades, apoyo familiar y número de los integrantes del grupo (mejor pequeño).
Los factores personales son: hábitos y actitudes de la persona, pensamientos o creencias, motivación, extroversión -introversión, grado de compromiso…
Recuerda
• Mantenernos activos rompe el círculo vicioso de la depresión. No esperaremos a tener ganas o a “estar bien”.
• Debemos incorporar el tipo de actividad física que mejor se adapte a nuestras gustos y capacidades.
• Practicarla regularmente nos ofrece enormes beneficios.