Anestesia general o sedación, ¿quién decide?


Claudia Salvador Vidal y Bakarne Apaolaza Bereciartu. Médicos Internos Residentes de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Carla Lobón Jiménez. Facultativa Especialista de Área de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Hospital Universitario de Navarra

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Actualmente se llevan a cabo millones de intervenciones quirúrgicas cada día. En la mayoría de ellas hay presente un anestesista que se encargará del bienestar del paciente permitiendo llevar a cabo la intervención sin incidencias. Asimismo, su actividad también se desarrolla antes y después del acto anestésico. Previo a la cirugía, se realiza una consulta preanestésica optimizando al paciente, se consensua un plan anestésico y se resuelven dudas respecto a la anestesia. Tras la cirugía, se encargará de la analgesia postoperatoria y el buen estado del paciente cuando este recupere la consciencia.

La anestesia intraoperatoria se basa en tres pilares fundamentales: la hipnosis, es decir, la disminución del nivel de consciencia, la analgesia o el control del dolor y la relajación muscular.

En este artículo, sobre todo, centraremos nuestra atención en las posibilidades anestésicas que existen según el grado de hipnosis inducido en el paciente.

Anestesia general

La anestesia general (nos referiremos a ella como A.G desde ahora) engloba una situación en la que el paciente pierde la consciencia, está analgesiado y relajado, todo ello inducido por los fármacos disponibles en el quirófano. La pérdida de consciencia es el punto más importante de la A.G. Tras aplicar A.G el paciente no responde a estímulos auditivos, táctiles ni al dolor, es decir, existe una situación de pérdida de consciencia completa. Tanto es así que, normalmente, el paciente no respira por sí mismo precisando de soporte respiratorio mediante intubación y un respirador.
Esta situación se debe monitorizar durante la cirugía con dispositivos que miden la actividad cerebral permitiendo optimizar la dosis de los anestésicos.
Este tipo de anestesia se suele aplicar en cirugías que afectan a órganos internos (cirugía cardiaca, torácica, abdominal, pélvica, neurocirugía… ) o que tengan una duración muy prolongada (cirugía de la columna) y a procedimientos diagnósticos o terapéuticos muy invasivos que requieran la inmovilidad del paciente.

Sedación

La sedación engloba una situación de disminución de la consciencia sin llegar a una pérdida completa y, por tanto, el paciente es capaz de responder a estímulos auditivos, táctiles o dolorosos. Según la profundidad de la hipnosis diferenciamos los siguientes grados de sedación; sedación mínima es un estado en el que los pacientes son capaces de responder con normalidad a órdenes verbales. La sedación moderada es un estado en el que los pacientes son capaces de responder a órdenes verbales tras un leve estímulo táctil. La sedación profunda es un estado de gran disminución de la consciencia en el que los pacientes, tras estímulos repetidos o dolorosos, sí son capaces de responder a órdenes verbales. Según aumenta el grado de hipnosis hay que vigilar más la vía aérea y la ventilación.
Este tipo de anestesia se suele utilizar en cirugía menor o procedimientos diagnósticos o terapéuticos poco invasivos, que no suelen precisar ingreso hospitalario, como la cirugía de cataratas, colonoscopias, gastroscopias…
Teniendo en cuenta lo descrito previamente, concluimos que la diferencia entre sedación profunda y A.G radica en la capacidad del paciente de responder a los estímulos infligidos. Sin embargo, normalmente, la A.G suele requerir intubar al paciente para mantener la vía aérea abierta y un respirador que realice la ventilación en lugar del paciente; mientras que, generalmente, una sedación profunda requiere de asistencia respiratoria sin llegar a intubar.
Dado que la sedación es un proceso continuo y no podemos predecir la respuesta individual de cada paciente, es muy importante la monitorización para identificar el grado de consciencia que tiene y la necesidad de asistencia respiratoria. Es decir, una sedación puede derivar en A.G si el procedimiento lo requiere; por eso los espacios dedicados a esta técnica deben estar dotados de las mismas garantías de seguridad que un quirófano: máquina de anestesia, fármacos para A.G, toma de oxígeno y personal formado.
Además de la ansiolisis y la hipnosis, no debemos olvidar el control del dolor: para ello disponemos de fármacos de administración intravenosa y anestésicos locales que permiten bloquear los nervios del área en el que se va a realizar la intervención. Gracias a estas técnicas, podemos dejar insensible e incluso inmóvil una zona concreta del cuerpo, permitiendo la realización de procedimientos que, de otra forma serían dolorosos. Por ello a veces una sedación sería suficiente para conseguir el confort del paciente sin la necesidad de A.G con los riesgos que ello conlleva. También podemos utilizar estas técnicas regionales para disminuir los requerimientos anestésicos intraoperatorios y conseguir un mejor control del dolor postoperatorio.
Resumiendo, la anestesia regional es compatible con la sedación y la anestesia general.

Ventajas

La mayor ventaja de la A.G ante la sedación es el aislamiento de la vía aérea evitando que el contenido gástrico pase a la vía respiratoria en caso de que el paciente vomite. De ahí la importancia de las ayunas en los procedimientos con anestesia. La sedación no siempre es posible; no sería adecuado utilizarla si no podemos asegurar que el estómago del paciente esté vacío.

La mayor ventaja de la sedación ante la A.G es que es menos invasiva y permite realizar procedimientos con una rápida recuperación posterior, precisando generalmente menor soporte durante esta.

¿Quién decide el tipo de anestesia?

Si bien hay intervenciones en las que es indiscutible la necesidad de A.G, existen casos en los que puede aplicarse una técnica u otra según las características del paciente. Para decidir hay que tener en cuenta múltiples variables para tomar una decisión: su estado funcional, la intervención propuesta… Pero siempre habrá que consensuar con el paciente lo que se va a realizar de forma que esté cómodo y tranquilo.

Conclusiones

El objetivo de la anestesia, en todas sus formas, es conseguir la máxima comodidad del paciente y controlar sus constantes y necesidades durante procedimientos invasivos.  Los diferentes tipos de anestesia nos ofrecen la posibilidad de aportar a cada paciente la técnica más beneficiosa. Incluso podemos combinar distintas formas de anestesia para aumentar el confort del paciente. Así, es fundamental informar y valorar individualmente la situación de cada paciente para adecuar al máximo la técnica a sus necesidades.