Aspectos psicológicos de la alimentación en paciente de cáncer


Marisa Villafranca Iturre . Coordinadora Psicooncología AECC-Navarra Maite Bengochea Basterra. Psicooncóloga AECC-Navarra Laura Diaz Sayas . Psicooncóloga AECC-Navarra

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Una dieta saludable es vital para cualquier persona, también y especialmente para los enfermos de cáncer.

¿Por qué es importante en pacientes oncológicos?

Hay muchos factores que tenemos que tener en cuenta pero los más relevantes van a ser porque va a mejorar la resistencia a los efectos secundarios de los tratamientos, les va a ayudar a mantener el vigor a lo largo de este proceso tan prolongado en el tiempo, a prevenir la destrucción de algunos tejidos y a reparar con mayor rapidez los tejidos normales dañados, va a incrementar la protección frente a las infecciones tan frecuentes durante los tratamientos oncológicos y porque una persona cuando está subalimentada su organismo debe usar sus propias grasas, proteínas y otros alimentos nutritivos para sustituirlos, con la subsiguiente pérdida de peso de la que hablaremos mas adelante.

A lo largo de la enfermedad se suelen producir cambios en el paciente con cáncer, como es el incremento de peso o por el contrario anorexia y pérdida de peso. En ambos casos, se va a generar una alteración en su imagen corporal, su calidad de vida y, por tanto, le va a afectar psicológicamente.

Hay pacientes oncológicos en los que se produce un incremento de su peso, lo que les va a producir, a muchos de ellos, insatisfacción y preocupación. Tenemos que tener muy en cuenta que durante el tratamiento oncológico no es momento de tratamiento de adelgazamiento y una vez terminados los tratamientos, las recomendaciones deberán de estar guiadas por un profesional e incluir el aumento del ejercicio físico y por ello el incremento de gasto de energía.

Pérdida de apetito y de peso

Aunque en los pacientes de cáncer es más habitual la anorexia y pérdida de apetito. Esto lo deberemos de asociar a la enfermedad, los tratamientos, a la disminución en la ingesta que se da por diferentes motivos, en algunas ocasiones a que el paciente reduce su alimentación porque está preocupado, angustiado o tiene miedo y en otras ocasiones a complicaciones que los tratamientos pueden ocasionar como el cambio en la percepción de los sabores, las náuseas y vómitos, llagas en la boca, estreñimiento, etc.

Por todo esto, la comida se convierte, en muchos casos para el paciente oncológico, en un momento difícil o desagradable y no en el placer que debiera ser.

La pérdida de peso va a producir cambios en la imagen corporal del paciente, por lo que tendremos que prestar atención a ello y al significado que cada uno dé a esta pérdida de peso. Algunos pacientes nos dicen cada día estoy más delgado, esto no marcha bien o no como nada, cada día me encuentro peor, “no me reconozco ante el espejo”. Va a ser muy importante que los familiares y amigos estemos muy atentos a todos estos comentarios, ya que nos van a ser de gran relevancia a la hora de llevar a cabo una intervención destinada a que la alimentación no sea una dificultad.

La mejor manera, aunque no la única, de afrontar este tema, es ser consciente de que debe tolerar los cambios, ya que la mayoría de ellos serán transitorios y se verán recuperados una vez finalicen los tratamientos. También es muy importante el no descuidar el aspecto físico, intentar sentirte contigo mismo lo mejor posible, aunque haya días de mayor malestar físico por los tratamientos y sus efectos secundarios y siempre apoyarse en la familia y amigos.

Como estamos viendo, el tema de la alimentación o más bien de la falta de ingesta por parte de estos pacientes, se suele convertir en un tema recurrente dentro de las familias y con los profesionales. Es muy habitual escuchar a las familias no sé qué hacer, no quiere comer nada, cada día come menos, me tiene desesperada, por favor, dile que coma, se niega a comer nada de lo que le hago. Y todo esto, junto con la preocupación que va surgiendo dentro de los miembros de la familia, hace que cada momento relacionado con la comida sea difícil y acompañado por tensiones.

¿Qué podemos hacer los familiares y amigos para que no se convierta en un problema?

  • No convierta la comida en una obsesión, no debe de ser el eje central de nuestra conversación.
  • No presionar. Hay que apoyar al paciente sin sobreproteger, debemos recordar que el paciente es el más interesado en llevar una correcta alimentación.
  • No le observe constantemente lo que como o no come.
  • No culpabilice, castigue o riña.
  • No piense que la falta de apetito es para fastidiarle, como ya hemos comentado con anterioridad, hay muchas causas que interfieren en la disminución de la alimentación (nauseas, llagas, cambio en los sabores, ansiedad, tristeza)
  • No se sienta culpable, no es su responsabilidad.

En cambio, usted puede hacer de la comida una situación agradable, distendida, sin presiones hacia el paciente.

Mantener una conversación agradable y entretenida sobre un asunto ajeno a la enfermedad y a la alimentación hará que el paciente se sienta más dispuesto a una mayor ingesta. Tratar de saber por qué se siente y comporta como lo hace, nos ayudará mucho a conocer el motivo que le lleva a no realizar una correcta alimentación, ya que entender el origen nos facilitará el buscar una posible solución. No debemos olvidar la relación que existe entre dolor y la ingesta. Habitualmente cuando algo nos duele solemos perder el apetito. Si nuestros familiares, amigos, se encuentran en una situación de dolor, no va a querer lo que le ofrezcamos para comer. Solo querrá aliviar su dolor.

No tenga prisa con las comidas, debemos tomarnos el tiempo que sea necesario.

Anticípese y tenga la comida preparada en raciones individuales, que se conserve bien y que sea del agrado del paciente. Facilitar el comer cuando se tenga apetito aunque no sea el horario convencional.

Cambiar la rutina de las comidas, por ejemplo comer en diferentes sitios.

Caminar antes de las comidas puede estimular el apetito.

Intentar comer algo antes de ir a la cama.

Servir la comida en platos grandes para que parezca que hay menos comida y no le suponga un gran reto sino que lo vea muy accesible. Refuerce los momentos de una alimentación correcta.

Consulte con el especialista si es necesario.

Como conclusión recordar que una alimentación saludable es un gran aliado en pacientes en procesos oncológicos. Y, por ello, tendremos que experimentar y realizar las variaciones necesarias para conseguir la dieta más apetitosa en el ambiente socio-familiar más adecuado.