Los trastornos alimentarios son alteraciones psicológicas y mentales que tienen un alto riesgo de producir daños en todas las esferas vitales del paciente que los sufre, produciendo un deterioro general. Estas personas suelen tener una imagen distorsionada e irreal de su propio cuerpo, y en consecuencia, una mala relación con la comida, originando actitudes alimentarias anormales.
Las patologías más frecuentes son la anorexia y la bulimia, las cuales afectan a cerca de un 2% y un 3% respectivamente en España. La población que más las sufre son las mujeres jóvenes entre los 10 y los 25 años, y suelen estar acompañadas de otras enfermedades como ansiedad, depresión, trastornos de la personalidad o abuso de drogas. Se desconoce la causa de estas patologías, pero se sabe que es compleja y que está influenciada por muchísimos factores, como la socialización diferencial que se ha impuesto siempre a las mujeres respecto a los hombres.
Esta socialización incluye la búsqueda de un cuerpo perfecto, la necesidad de aceptación y satisfacción de la sociedad, la mirada masculina, el capitalismo, el heteropatriarcado y los medios de comunicación.
La anorexia y la bulimia
La anorexia conlleva graves alteraciones de los patrones alimenticios, produciendo importantes pérdidas de peso de hasta un 15%. Las pacientes empiezan eliminando ciertos alimentos de su dieta, cada vez van contando más a menudo las calorías que lleva cada uno de ellos y terminan por dejar de comer. Además, suelen hacer muchísimo deporte para quemar lo poco que comen. Sin embargo, la bulimia conlleva una ingestión compulsiva de alimentos que se compensan con conductas purgativas (vómitos provocados, uso de laxantes, ejercicio físico excesivo y grandes períodos de ayuno), pudiendo mantenerse un peso normal y pasar desapercibida a simple vista.
Aunque no sea una cuestión que nos planteemos habitualmente cuando pensamos en trastornos alimenticios, estos provocan importantes alteraciones de la sexualidad, debido a la baja autoestima y la mala percepción corporal que tienen de sí mismas estas pacientes. Por un lado, parece que algunas de estas pacientes experimentan una menor satisfacción sexual durante sus relaciones íntimas, debido a su baja estima corporal, la cual les produce vergüenza, vivencias negativas, evitar el contacto (íntimo y físico) y encuentros sexuales que podrían haber sido perfectamente positivos (incluso con su pareja habitual).
Además, los trastornos alimentarios aumentan bastante el riesgo de sufrir relaciones de explotación y situaciones de abusofísico y sexual. Y también se produce a la contra: el hecho de haber sido víctima de abusos sexuales aumenta el riesgo de sufrir un trastorno alimentario. En estos casos parece que la persona trata de eliminar su cuerpo sexualizado frente a la mirada masculina. Sin embargo, parece que hay otro grupo de personas con trastornos de la alimentación que tienden a realizar conductas sexuales de riesgo (mayor promiscuidad o pasar por alto la necesidad de utilizar el preservativo).