Depresión en el paciente anciano


Marta Mercedes González Eizaguirre y Carmen Elías de Molins. F.EA. Geriatría Hospital San José de Teruel. Diego Martín Díaz. Enfermero E.I.R MyFC

Print Friendly, PDF & Email
La depresión es el trastorno psíquico más frecuente en los adultos mayores y las personas afectadas suelen presentar ánimo abatido, tristeza, tendencia al llanto, pérdida de interés por el mundo que lo rodea, trastornos del sueño y del apetito, pérdida de autoestima e incluso ideas de suicidio. A pesar de que los adultos mayores están en un riesgo más alto que el resto de la población, el deterioro cognitivo y la depresión no son considerados normales o inevitables en el envejecimiento. Los cambios en el funcionamiento cognitivo y afectivo de los adultos mayores a menudo requieren acción puntual y agresiva y es especialmente probable, que el funcionamiento cognitivo y afectivo en los pacientes mayores decline durante una enfermedad o a causa de alguna lesión.

La depresión constituye uno de los síndromes psiquiátricos más frecuentes e incapacitantes entre la población geriátrica. Así, los trastornos del estado de ánimo y fundamentalmente la depresión, tienen una elevada prevalencia (en base a su alta incidencia, recurrencia aumentada y tendencia a la cronicidad) y conllevan alta morbilidad tanto directa como indirecta (comorbilidad con otros procesos).

En ancianos en comunidad, la prevalencia del trastorno depresivo mayor se sitúa entre el 1 y 6% , la distimia depresiva entre el 3 y 20% , los trastornos adaptativos aparecen hasta en el 30% de los ancianos y los trastornos mixtos ansiedad y depresión pueden llegar hasta casi el 13%

El diagnóstico de la depresión senil sigue siendo fundamentalmente clínico, basado en la anamnesis y en la exploración del paciente para identificar los síntomas depresivos. Un importante factor que interfiere negativamente a la hora de establecer el diagnóstico de depresión senil es la creencia muy extendida, no sólo en la comunidad, sino también entre el colectivo sanitario, de que la depresión es la consecuencia lógica del envejecimiento, creencia que en absoluto es respaldada por datos clínicos y epidemiológicos. La historia clínica deberá recoger los antecedentes de enfermedad depresiva que haya tenido el anciano o sus familiares de primer grado. Es conveniente, también, que esta historia incluya los principales rasgos de la personalidad del anciano, especialmente si ha sido una personalidad basada en la necesidad de orden y perfeccionismo. Si bien el síntoma básico es la tristeza vital, el anciano normalmente expresa su malestar como aburrimiento, apatía o indiferencia, sin que necesariamente el estado anímico sea obligatoriamente vivenciado como la mencionada tristeza. La anhedonia es el síntoma más temprano de depresión; es característico el desinterés por todas las ocupaciones que antes le resultaban gratas y la pérdida de ilusión. Frecuentemente, junto con la tristeza, aparece un sentimiento de angustia, que puede reflejarse tanto a nivel psíquico (nerviosismo, inquietud interior) como somático (cefaleas de tensión, bolo esofágico, meteorismo, diarreas, tensión muscular, etc.). Otros síntomas característicos son la irritabilidad y la lentitud en el pensamiento; el paciente tiende a sentirse inseguro, se infravalora y se hace autorreproches. Los trastornos somáticos que con mayor frecuencia forman parte del espectro depresivo son:

  • la alteración del sueño más común en los estados depresivos es el insomnio, siendo el denominado insomnio tardío, caracterizado por un despertar temprano, la variedad más típica y frecuente en los casos graves
  • la depresión se asocia frecuentemente con una disminución del apetito, existiendo una proporcionalidad entre la intensidad de la alteración del apetito y la gravedad de la sintomatología del cuadro depresivo.

Finalmente, conviene destacar el alto riesgo de suicidio detectado en los enfermos con depresión senil, estimado en cuatro veces mayor que en individuos deprimidos de menor edad. La alta prevalencia de enfermedad depresiva en los ancianos con tentativas suicidas, en comparación con otras enfermedades, justifica el compromiso de los profesionales de la salud para detectar la posible presencia de conducta autolítica y proceder a un tratamiento vigoroso y a la vigilancia estrecha a cargo de los familiares del enfermo. Factores que se asocian con un alto riesgo suicida son la ausencia de apoyo familiar, mala salud física, alcoholismo asociado, sentimiento de culpa, historia de anteriores intentos suicidas y presencia de anestesia afectiva (sentimiento  de falta de sentimiento).

El diagnóstico del trastorno depresivo debe comenzar con un historia y una exploración que incluya una valoración neurológica incluyendo el estado cognitivo. Hay que revisar de forma exhaustiva el consumo de fármacos y alcohol. Aquellos pacientes en los que resulte complicado hacer una correcta anamnesis, es preciso valerse de los familiares y cuidadores para completar la exploración de los síntomas o su cambio en el tiempo. También es necesario realizar una prueba de laboratorio para conocer la función tiroidea ya que no es infrecuente encontrar episodios de depresión asociados a descenso en los niveles de tiroxina.

Escala de depresión geriátrica de Yesavage. Es la más utilizadas en el cribado de depresión en paciente anciano. Consiste en un cuestionario de preguntas de respuesta dicotómica si/no valorándose con un punto tanto las respuestas afirmativas para síntomas negativos, como respuestas negativas para situaciones de normalidad. Existen dos versiones, una completa que consta de 30 ítems y una versión reducida con 15 ítems; en la versión reducida puntuaciones por encima de 5 deben hacer pensar en la posible existencia de depresión y puntuaciones de 10 o más son muy sugerentes de proceso depresivo establecido.

La escala de Goldberg. Valora tanto los síntomas depresivos como ansiosos. Se interroga al paciente sobre la presencia o ausencia, en las dos semanas previas, de 4 síntomas en la subescala de ansiedad y otros 4 en la de depresión y en caso de obtener una o más respuestas afirmativas en la subescala de depresión, hay que completar otro cuestionario con 5 preguntas más; en esta subescala el punto de corte se fija en 2, de forma que cifras superiores son indicativas de depresión y la intensidad será tanto más alta cuanto mayor sea la puntuación obtenida.