Desde hace unos años, se viene insistiendo mucho en humanizar el sistema sanitario, es decir, ver al paciente como un ser global, estudiando su entorno y adecuando los tratamientos a cada persona individualmente. Todo esto no sólo implica poner al paciente en el centro de toda la organización, sino también al personal sanitario y a los acompañantes de los pacientes.
En nuestro país ya son muchas las comunidades autónomas que tienen programas y protocolos específicos para abordar este tema, además de que cada día surgen nuevos estudios que avalan los beneficios de este cambio en la forma de tratar al paciente como reducir de la ansiedad de los pacientes, uso de medicamentos o dolor, minimización del estrés de las personas, aceleración de la recuperación, mejora de la productividad y retención del personal.
¿Qué ocurre con esta humanización en tiempos de COVID?, ¿Cómo han cambiado estos programas en los últimos meses?
Desde el comienzo de la pandemia en nuestro país se han ido implementando varias medidas con el fin de reducir el número de pacientes en los hospitales y centros de atención primaria, para evitar el colapso del sistema sanitario español.
Los centros hospitalarios son sitios eficientes, asépticos y tecnificados, pero también son lugares fríos. Los pacientes se encuentran aislados, desamparados y solos en el proceso de hospitalización, debido a que no dejan a los familiares estar acompañándolos en ese momento.
A esta realidad habitual se le ha sumado, por culpa de esta pandemia, la imposibilidad de que de ellos no pudieron siquiera tener una última conversación mirándose a los ojos, despedirse de esos seres queridos o celebrar un funeral con el apoyo de otros familiares y amigos. Las últimas horas para muchas víctimas del COVID-19 fue en compañía de los profesionales de la salud que los cuidaban. Es por ello que los profesionales sanitarios deben cubrir esa ausencia y aportar esa calidez que hubieran dado los familiares; ¿pero cómo hacerlo? La mirada y el tacto han perdido su efectividad debido a los equipos de protección personal.
Aislamiento de los padres
Otro tema importante a tratar, es el aislamiento que han podido sentir los padres que estén esperando un hijo. Desde el comienzo de la pandemia, en la mayoría de hospitales y centros de nuestro país se han prohibido las visitas de familiares y amigos en la planta de maternidad para conocer al nuevo bebe. Siguiendo las restricciones a nivel global, de prevención e intentando evitar un colapso y una mayor repercusión sanitaria tiene sentido el haber llegado a esa conclusión.
Sin embargo, a esto, se suma que también han restringido las visitas a las parejas de la mujer embarazada, pasando por todo el proceso sola. La gran parte de hospitales y centros tienen prohibido el acceso de las parejas a la sala de ecografías, privando así al futuro padre de conocer a su bebe en las etapas tempranas neonatales. Muchos de ellos, llegan al momento del parto sin haber podido asistir a una ecografía y sin haber estado en esos momentos tan especiales, los cuales, quizás, solo van a vivir en esa ocasión. Llega el momento del parto, muchos de ellos se encuentran que también les prohíben la entrada a la sala de partos.
Y en estos tiempos de intentar humanizar y buscar un mayor confort global de la persona me pregunto; ¿alguien ha pensado en cómo se sentirán estos padres sin poder conocer a su bebe, ni acompañar a su pareja en ese trance?, ¿es justo y ético privarles de ese momento; siendo que con las medidas oportunas esto podría cambiar?, ¿Quién cubre la sensación de abandono y desamparo que siente la embarazada en ese momento?
Sin duda la prevención es muy importante para evitar mayores contagios y controlar la situación sanitaria, pero no hay que olvidarse que somos personas, con unas necesidades y unas características individuales que no se pueden perder en ninguna situación.