En anteriores ocasiones ya han sido comentados los problemas psicológicos y emocionales provocados por la hipoacusia adulta. Ahora nos vamos a detener en las consecuencias de esta deficiencia sensorial cuando hablamos de niños. El déficit auditivo prematuro tiene tantas repercusiones y tan importantes en el desarrollo general del ser humano que la detección precoz es prioritaria.
El bebe que nace con una audición normal enseguida empieza a ser consciente de los sonidos y del habla. Aprenderá a diferenciar los sonidos, las palabras, las canciones. Reconocerá la voz de sus padres, las entonaciones, se asustará con ruidos inesperados. Empezará a articular sonidos con diferentes matices y un día, de repente, empezará a hablar. Lo entiende todo, lo repite todo. Con pérdida auditiva este bebe oirá, pero no discriminará correctamente ni los sonidos, ni su intensidad ni su procedencia. Su aprendizaje cognitivo quedará limitado y sus emociones alteradas. El oído aporta la seguridad de saber qué está pasando más allá de la visión. Los niños oyen a su madre hablando desde un punto que no ven y eso les tranquiliza.
Un niño con insuficiente capacidad de discriminación auditiva confundirá los fonemas sustituyéndolos, omitiéndolos o transformándolos. Las consecuencias que esto acarrea en su aprendizaje son evidentes. La falta de capacidad para participar en una conversación grupal o diferenciar de forma específica sonidos, dificulta la posibilidad de clasificar ideas y conceptos, aunque en ningún momento se produce una merma de capacidad intelectual. El desarrollo emocional puede quedar afectado produciendo sentimientos de inferioridad y desajustes de igualdad con el entorno, con restricciones en la inclusión social.
Detectarlo a tiempo es prioritario
Para padres y profesores detectar un niño con anomalías auditivas es prioritario. Una perdida leve se puede confundir con otros comportamientos muy habituales. Niños distraídos, dispersos, que parece no importarles lo que les dicen o a los que hay que repetir las cosas para que obedezcan. Cosas completamente normales que pueden ocultar algún problema auditivo como la pereza en la lectura puede implicar un problema visual.
Nuestros docentes ya están preparados para afrontar estas situaciones, incluyendo a niños con deficiencia auditiva leve o moderada en su programa habitual de estudios con niños normoyentes. Conocedores de las pautas a seguir son capaces de transmitir al resto de niños la situación de normalidad con la que deben afrontar a sus compañeros.
Algunas pautas de observación nos pueden ayudar
*Un bebe que no se sobresalta cuando hay un ruido inesperado
*No atender a los sonidos familiares con un año de edad aproximadamente.
*No repetir frases con más de dos palabras a los tres años.
*Balbucear más de lo normal según la edad.
Actualmente los medios de detección precoz habrán detectado la necesidad de un implante coclear si la pérdida es severa, pero en caso de duda no debemos tener ningún miedo a consultar a un profesional médico que dictaminará si es necesaria la adaptación de audífonos.