Discapacidad intelectual y educación


Natalia Ávila Gutiérrez Psiquiatra. Unidad Residencial de Patología Mixta (RPM) Centro Hospitalario Benito Menni. Elizondo

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La discapacidad intelectual (DI) se caracteriza por limitaciones significativas tanto en funcionamiento intelectual como de la conducta adaptativa; se estima que la DI afecta a un 1-3% de la población. En Navarra hay alrededor de 3.600 personas en una situación de DI.

Para el desarrollo de las personas con DI es necesario identificar y promover las capacidades del individuo e identificar sus dificultades, para proporcionar los apoyos necesarios. Los principales actores en este proceso son la familia, los maestros y los compañeros.

Los padres deben animar a su hijo a ser más independientes en las actividades del cuidado personal para desempeñarlas de la manera más autónoma posible y darle tareas, brindándole ayuda si lo requiere. Es útil fomentar su relación con otros niños para el desarrollo de destrezas sociales, y estar en contacto con otros padres de personas con DI para compartir consejos prácticos y apoyo emocional.

Los maestros deben reconocer las capacidades e intereses de los niños con DI y aplicar los apoyos que debe recibir el alumno. Pueden hablar con los maestros de educación especial; “deben intentar usar materiales y experiencias prácticas”. Las tareas largas deben dividirse en pequeños pasos para facilitar su ejecución. Es muy importante compartir información con los padres.

Los trastornos de conducta

Algunas personas con DI (entre el 5 y 60%) presentan trastornos de conducta que dificultan su inclusión en la sociedad en general y afectan a su educación. Múltiples factores intervienen en la aparición de estos: biológicos, psicológicos y sociales. Estos trastornos se manifiestan como agresividad verbal o física, conductas destructiva, oposicionista o de demanda, prácticas sexuales inapropiadas o deambulación errática. En ciertas situaciones estas conductas alteradas se mantienen por el entorno. Los trastornos de conducta pueden relacionarse con déficits sensoriales por limitación comunicativa y también con factores genéticos.

Integración social y educación

El papel de los padres y maestros es fundamental en el manejo de estas conductas anómalas. Hay que tener en cuenta que con estas conductas las personas con DI buscan comunicar algo, para obtener algo agradable o evitar algo desagradable. Por ello, es importante evaluar los contextos en los que se presentan y entender su finalidad. No se trata de extinguir la conducta alterada sino de brindar la posibilidad de comunicarse de manera más efectiva y enfrentarse mejor a la situación o modificar el entorno.

Los padres y maestros deciden cuándo es necesario el uso de los servicios de salud y de centros especializados de educación. En casos específicos, la evaluación por parte de grupos de atención sanitaria especializados de manera temprana puede facilitar el manejo de las alteraciones de conducta.

 

En conclusión, para la mayor inclusión en el sistema general de educación, es necesario considerar una adecuada coordinación entre los servicios educativos y los servicios de salud y una evaluación multidisciplinar de los casos que requieran una atención en centros especializados. El objetivo debe ser lograr una adecuada integración social, de la cual la educación es un elemento esencial.