Drogas y Adolescentes


Fermín Castiella Lafuente

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La familia tiene como tarea educativa poner a sus hijos en condiciones de participar en los modos de vida característicos de la sociedad a la que pertenecen, de manera que al final de este proceso los propios hijos se encuentren en condiciones de iniciar un nuevo ciclo vital.

Antes de que un niño acuda al colegio ya ha tenido que aprender una serie de actividades relacionadas con la habilidad corporal, un lenguaje y también ser capaz de establecer una distinción básica, entre lo que está bien y lo que está mal.

En esa época previa a la socialización en la escuela los niños establecen unos vínculos afectivos fuertes con las personas que se responsabilizan de sus cuidados, que con mucha frecuencia coinciden con sus progenitores. Es un tiempo fundamental en el proceso educativo ya que los referentes principales van a dejar huellas permanentes. Por lo tanto, padres y madres desde el momento del nacimiento de nuestros hijos vamos a ser las personas más importantes y sus educadores por excelencia. Con el paso de los años, la relación de padres e hijos se va diferenciando, llega un momento en el que prefieren compartir su tiempo y sus inquietudes con sus amigos en un intento de búsqueda de su propia identidad. Rechazan muchas cosas que hasta ese momento eran incuestionables porque representan a la infancia y están en el intento de ser mayores; establecen sus valores, objetivos y prioridades. Transcurre más tiempo y el adolescente se convierte en persona adulta capaz de adquirir total capacidad de autonomía e independencia.

La familia en este proceso de socialización tiene un papel primordial. En el momento mas álgido de la adolescencia, las relaciones suelen ser conflictivas, por una parte el adolescente quiere ser independiente y “se come el mundo” y sus padres quieren seguir imponiendo la disciplina y el control, situación contra la que se revela pero que reclama cuando no existe; se sienten seguros cuando se les marca los límites del camino que deben seguir.

Modelo de comportamiento

Para garantizar un final feliz en este proceso podemos hacer muchas cosas. La primera ser buenos modelos, ya que vamos a enseñar con lo que nosotros hagamos y no tanto con lo que digamos. Tenemos que crear puentes activos para la comunicación empezando desde los primeros meses de vida con una observación positiva y activa de sus comportamientos. Una buena comunicación va a ser la base de la relación y ésta requiere dedicación e interés, de manera que cuando empiecen los lenguajes mas explícitos sienta que lo que expresa nos importa y que para nosotros es primordial. Así podremos establecer vínculos afectivos y comunicativos.

El estilo educativo que adoptemos los padres va a influir mucho sobre cómo se producen y se desarrollan los conflictos. Nuestra forma de actuar tiene que tener unos cuantos elementos imprescindibles como autoridad, disciplina, límites bien definidos, normas claras, cariño, comprensión, cercanía, compañía, tolerancia, todo en dosis suficientes, de manera que podamos conseguir lo que queremos que nuestros hijos adquieran; la capacidad de autonomía ajustada a su momento de desarrollo para terminar como un adulto capaz de asumir responsabilidades y compromisos.

En este proceso hacia la autonomía nuestros hijos también van conquistando derechos (horarios, dinero, lugares donde acudir…). Como toda conquista, tiene que ser algo que ellos hacen de manera consciente, con trabajo y responsabilidad. El hecho de cumplir años no debe ser el motivo de la adquisición del derecho. El comportamiento se debe corresponder con la edad que queremos, “si queremos que nos traten como a personas mayores, nos tendremos que comportar como mayores”.

Estamos viviendo en una sociedad de consumo y nuestros hijos también participan de estos valores. Depende de nosotros que participen en la sociedad con comportamientos razonablemente ajustados o no. Pero también van a tener que convivir con las drogas. Cómo se relacionen con ellas también va a estar muy relacionado con todo aquel bagaje educativo que les hemos proporcionado desde que nacen.

¿Conocimientos necesarios?

A veces surge la siguiente pregunta: ¿Son necesarios ciertos conocimientos y formación específica para desarrollar una prevención familiar en drogodependencias?

Los padres pueden pensar que si tienen amplios conocimiento de psicología, pedagogía, educación social, experto en drogas, etc., van a dotarse de unas herramientas infalibles para encarar la educación de sus hijos. Disfrutar de amplios conocimiento ayuda muchísimo en la vida profesional, social… y también en la vida familiar, pero desde luego no es algo determinante. La dedicación a la educación de los hijos, promover y mimar el apego, imbuirles de sentido común, fomentar y apoyar su educación y formación, corregirles en caso necesario, es una actitud mas de sentido común y compromiso que de grandes conocimientos, en definitiva: destreza y arte.

Otra cosa muy distinta es la necesidad de recurrir a la ayuda de psicólogo, pedagogo, educador social… si unas circunstancias determinadas o problemas concretos así lo requieren. Para educar a nuestros hijos nadie nos da un carné, ni la capacitación se adquiere con examen, simplemente se consigue con sentido común (es suficiente) y dedicación.

Podemos hacer muchas cosas: ser buenos modelos, favorecer la autoestima de nuestros hijos, establecer un sistema adecuado y coherente de normas que les van a propiciar el espacio de seguridad que necesitan, concederles cuotas de responsabilidad y autonomía ajustadas a su momento de desarrollo y en función de la respuesta que nos ofrezcan. Para ello la comunicación basada en la escucha y el dialogo es el ingrediente imprescindible. Tenemos que tener en cuenta sus capacidades para poder ajustar las expectativas a lo que sea capaz de conseguir. Reconocer sus éxitos, sobre todo aquellos que se consiguen gracias al trabajo y no sólo a las capacidades. Aunque en ocasiones nos cuesta, también tenemos que reconocer los valores positivos, que seguro que los tienen. Vivir es complicado y no siempre nos sale todo bien, que nuestros hijos aprendan a tolerar las frustraciones les va a ser una buena herramienta para acercarse a la felicidad. Conocer a sus amigos es buen ejercicio ya que para ellos son personas importantes y en algunos momentos incluso más que nosotros. Tienen que asumir las responsabilidades que se deriven de sus actos, podremos acompañarles en momentos difíciles, pero la responsabilidad de sus actos, es suya.

NO:
Solucionar todos los problemas para evitar sufrimientos.

Educar en el éxito como única meta. Satisfacer sus caprichos indiscriminadamente. Hacernos responsables de sus errores evitando que asuman la responsabilidad.