El afrontamiento de los acontecimientos vitales. ¿Qué nos enseña la visión del color y el covid?


Ignacio Mata Pastor. Médico psiquiatra. Director de Fundación Argibide 

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En muchas ocasiones, la utilización de ejemplos muy diferentes a algo que tratamos de entender sirve para hacer más simple la comprensión de un mecanismo concreto. En este sentido, ¿qué tiene que ver el mecanismo de afrontamiento ante situaciones vitales con el que utiliza nuestro sistema visual para ver los colores, o con la forma en que nuestro sistema inmunitario se enfrenta a la infección por covid?

La mayor parte de nosotros vemos el cielo de color azul o los limones de color amarillo. Sin embargo, los colores realmente no existen en la naturaleza, al menos no literalmente. Lo que realmente existe es la luz, mientras que los colores son “creaciones” de nuestro cerebro. La luz llega a nuestra retina, estimula unas células llamadas conos, y en función de su longitud de onda, el cerebro la transforma en los diferentes colores. Es decir, es nuestra mente la que crea los colores, permitiéndonos diferenciar los matices de los objetos que vemos.
Vamos ahora al ejemplo de la infección por covid. Como en cualquier otra infección, nuestro sistema inmune reacciona ante esta infección con diferentes armas. Sin pretender entrar en detalles, el organismo ataca este virus con una serie de células, linfocitos y macrófagos, algunas de las cuales generan anticuerpos contra este. Sin embargo, una determinada proporción de personas generan una respuesta inmune desproporcionada, conocida como “tormenta de citoquinas”, que causa una reacción inflamatoria masiva que afecta distintos órganos, y que a través de ciertos mecanismos acaba colapsando el sistema inmunitario.

Componente emocional

El ejemplo de los colores nos puede servir para entender que es nuestra mente la que dota de un componente emocional a aquellas circunstancias a las que nos enfrentamos. Percibimos los acontecimientos a través de los sentidos, y estos estimulan ciertas áreas de nuestro cerebro, fundamentalmente el sistema límbico, aunque también algunas partes de la corteza cerebral, generando las distintas emociones: felicidad, miedo, tristeza, disgusto, ira, sorpresa… Pero del mismo modo que los objetos no tienen colores, los acontecimientos tampoco están dotados de carga emocional por sí mismos, sino que somos nosotros quienes les atribuimos una determinada emoción.
Por otro lado, el ejemplo de la infección por covid puede ser útil para entender cómo determinadas personas, en determinadas situaciones, pueden generar respuestas emocionales desproporcionadas ante estímulos que, en otras circunstancias, gestionarían de una forma más adaptativa.
Utilizando ambos ejemplos, deberíamos tratar de evitar la negatividad (oscuridad) para reaccionar con emociones positivas (colores agradables) ante los acontecimientos vitales, y desarrollar respuestas emocionales proporcionadas (inmunidad adaptativa), de modo que nuestro sistema emocional no colapse (tormenta de citoquinas).
En aquellos casos en que no nos veamos capaces de hacerlo por nosotros mismos, quizás debamos acudir a un profesional de la salud mental.