Conciertos, discotecas, tráfico, aviones, petardos etc. convierten a España en el segundo país más ruidoso del mundo, por detrás de Japón.
Se calcula que unos 9 millones de españoles (el 22% de la población) están expuestos a niveles de ruido superiores a los 65 dBs diarios que establece la OMS como máximo recomendable.
Definición
La palabra “ruido” proviene del latín rugitus, lo que se traduce como rugido o estruendo. El Diccionario de la Real Academia Española define el ruido como: sonido inarticulado, por lo general desagradable. Al igual que todo sonido, se define por dos parámetros:
• Intensidad. Mide la energía de la onda sonora, diferenciando los sonidos según su volumen. Como unidad de medida empleamos los decibelios (dBs).
• Frecuencia. Mide el número de vibraciones por segundo de la onda sonora, clasificando los sonidos en graves o agudos. Se utiliza el hertzio (Hz) como unidad de medida. Los sonidos audibles tienen una frecuencia comprendida entre 16 y 20.000 Hz.
En la práctica, los sonidos suelen ser la combinación de varias frecuencias.
La vida que llevamos nos obliga a estar en contacto con el ruido, que es considerado uno de los contaminantes ambientales mas importantes en la actualidad, y como tal puede resultar nocivo para la salud ser humano. Por esto es importante conocer sus efectos para tratar de prevenir sus daños.
Alteraciones auditivas producidas por el ruido
La exposición a ruidos elevados o la continua exposición al ruido lesiona los receptores auditivos del oído interno o células ciliadas, pudiendo producir las siguientes alteraciones auditivas de menor a mayor severidad:
• Enmascaramiento de la audición, y dificultad de la misma.
• Fatiga auditiva: es el descenso transitorio de la capacidad auditiva. No hay lesión, y se recupera la capacidad con el descanso sonoro en 16 horas, dependiendo de la intensidad y duración de la exposición. Se mide a los dos minutos de la exposición al ruido y la mayor parte se recupera en las dos primeras horas.
• Hipoacusia permanente: requiere una exposición a ruido elevada, en intensidad sonora y tiempo, o una fatiga prolongada que no permite la recuperación. Comienza a establecerse en frecuencias de 4.000 y 6.000 Hz; estas frecuencias no son conversacionales, por lo que no interfieren la vida social del sujeto en un primer momento.
Si la exposición continúa, la pérdida se extiende a frecuencias más elevadas y, posteriormente, a más bajas, incluso conversacionales.
Para la medición de la pérdida auditiva empleamos la audiometría como método diagnóstico. Siempre debe valorarse la pérdida de audición comparando con una audiometría basal, y debe existir un seguimiento. La hipoacusia que se produce por el ruido es neurosensorial, por lo tanto en la audiometría veremos un descenso de audición tanto en vía aérea (audición global desde oído externo), como en vía ósea (audición específica desde oído interno).
La evolución audiométrica de la hipoacusia producida por ruido es la siguiente:
• 1ª fase: pérdida de hasta 40 dB en la zona de 4.000 Hz. Recuperable al cesar la exposición.
• 2ª fase: pérdida en la zona de 4.000 Hz principalmente (pero puede afectar a las frecuencias vecinas 3.000 y 6.000 Hz); recupera la caída en la frecuencia 6.000 Hz, es lo que llamamos escotoma traumático, la capacidad conversacional queda intacta.
• 3ª fase: disminuye 40 dB en las frecuencias 4.000 y 6.000 Hz. El escotoma se profundiza y se transforma en cubeta traumática. Presenta dificultades para escuchar relojes y timbres.
• 4ª fase: pérdida que afecta a frecuencias conversacionales: sordera social. Se evidencia una falta de recuperación en la frecuencia superior y afectación de frecuencias graves, el gráfico audiométrico se parece más a una recta descendente.
Clínica
• Hipoacusia. La percepción de disminución de la audición puede demorarse a fases avanzadas de la hipoacusia secundaria al ruido, ya que como vemos, las frecuencias que se alteran en primer lugar son frecuencias agudas, que no intervienen en las conversaciones rutinarias por lo que no suponen un problema de comunicación para la persona. Sin embargo, es importante detectar el problema a tiempo para evitar llegar a fases avanzadas en las que se puede producir un aislamiento social. Por lo tanto, una pérdida de audición debe considerarse un problema grave.
• Reclutamiento. Incremento desproporcionado de la sonoridad percibida al incrementarse levemente la intensidad de un sonido. Una persona con reclutamiento apenas oye los ruidos de baja intensidad, pero un sonido algo más fuerte puede parecerle insoportable.
• Acúfenos (tinnitus). Sensación subjetiva de ruido en los oídos, zumbidos o pitidos sin que exista fuente sonora externa que lo origina. Es decir, la persona afectada por acúfenos percibe un sonido aún en situaciones de absoluto silencio ambiental. Cuando el acúfeno es severo, se transforma en una molestia insuperable que reduce la calidad de vida del afectado, debido a los problemas psicológicos que conlleva.
• Vértigos.
Factores que condicionan el daño auditivo
• Intensidad del ruido. La lesión auditiva aparece por encima de los 80 dBs, y la probabilidad de daño aumenta según la intensidad del ruido continuo.
• Frecuencia. Los sonidos más peligrosos para el oído son los de alta frecuencia, a partir de la frecuencia de 1.000 Hz. El oído humano es más susceptible a daño para niveles comprendidos entre los 3.000 y 6.000 Hz.
• Tiempo de exposición. La probabilidad de daño auditivo es directamente proporcional al tiempo de exposición al ruido.
• Características personales. El daño por exposición a ruido debe ser valorado de forma individual.
• Edad. Diversos estudios relacionan la presbiacusia (pérdida de audición debida a la edad) con la exposición al ruido.
Alteraciones en el resto del organismo
• Aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares (Hipertensión, angina de pecho…).
• Problemas psicológicos.
• Insomnio (por encima de 30 dBs de ruido se altera la conciliación del sueño).
• Desarrollo cognitivo más lento en edad infantil.
• Reducción del rendimiento, fatiga, estrés etc.
• Aumento de la frecuencia respiratoria.
• Déficit de atención.
• Aumento de acidez gástrica.
• Disminución de agudeza visual
¿Cómo se mide el ruido?
Para evaluar la peligrosidad del ruido se utilizan equipos complejos como sonómetros, que determinan el ruido que existe en un lugar concreto en un momento dado, y dosímetros, que miden la cantidad de ruido a lo largo de un tiempo determinado (Ver Figura 1).
Formas de actuación ante el ruido
1. Medidas organizativas, disminuyendo el tiempo de contacto con el ruido.
2. Medidas sobre la fuente, orientadas a disminuir la generación de ruido.
3. Medidas sobre el medio de transmisión, colocando barreras, utilizando materiales absorbentes, alejando la fuente etc.
4. Medidas sobre el receptor, insonorizando el lugar o utilizando protectores.
¿Qué protectores auditivos existen?
• Orejeras/cascos. Atenúan unos 40 dBs para frecuencias a partir de 200 Hzs.
• Cascos no pasivos. Controlan el ruido exterior limitando los ruidos intensos hasta un nivel seguro.
• Tapones de diversos tipos y materiales (vinilo, silicona, cera…). Desechables o reutilizables.
Legislación
España tiene una de las legislaciones más avanzadas en cuanto a protección del ruido. El problema es su aplicación. Actualmente, en el ámbito laboral, está vigente el Real Decreto 286/2006 sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición al ruido.
Conclusiones
Se estima que un tercio de la población mundial y el 75% de los habitantes de las ciudades industrializadas padecen algún tipo de sordera causada por la exposición al ruido.
La detección precoz de los daños auditivos es esencial para el tratamiento.
La base del tratamiento es la prevención basada en el cumplimiento de la ley y en el razonable uso de instrumentos acústicos (auriculares, radios, televisores, altavoces etc.)
El otorrinolaringólogo es el encargado de detectar los problemas y fijar el tratamiento oportuno.