Entre los avances más palpables de la implantología dental en los últimos años, quizá quepa destacar el papel que han desempeñado las técnicas de regeneración ósea.
La investigación médica y la experiencia diaria nos han demostrado que la densidad de hueso en el área donde el paciente ha perdido el diente es clave para la viabilidad del implante a largo plazo y para minimizar el riesgo de enfermedades periimplantarias.
Por eso, en la actualidad, un alto porcentaje de tratamientos de implantes, que se han convertido en la técnica de rehabilitación oral más fiable, tanto por motivos mecánicos como estéticos, incluyen una fase de reconstrucción ósea. Los especialistas pretendemos con ello que los implantes logren la estabilidad primaria desde el momento de su inserción, sin que sea necesario un largo proceso de cicatrización, y en consecuencia, para que se reduzca en lo posible el postoperatorio o el número de intervenciones.
Atrás han quedado los tiempos en que para cualquier reconstrucción de hueso era casi obligado obtener injertos del propio paciente. Hoy día, esta práctica convive con la utilización de otros recursos como bancos de hueso, componentes óseos de animales, procedimientos de regeneración basados en la inserción de plasma enriquecido del paciente, e incluso materiales sintéticos que son plenamente biocompatibles. Con ellos podemos dar respuesta ágil a las necesidades de personas con atrofias dentales significativas, por las que han perdido varias piezas y un importante volumen de hueso en los maxilares.
Las mejoras en regeneración han ido acompañadas del progreso en técnicas quirúrgicas, como los injertos verticales, la aplicación de mallas de titanio para consolidar la masa ósea de forma más rápida y eficaz, o la elevación del seno maxilar, en la que vamos a detenernos en este artículo.
La elevación de seno maxilar
Precisamente, en el año 2022 celebramos la vigésima primera edición del Curso Monográfico sobre la Elevación del Seno Maxilar, Fosas Nasales y Regeneración Ósea Guiada. Con él hemos formado a lo largo de estos años a docenas de profesionales de la odontología y la cirugía oral y maxilofacial en una técnica, en su momento pionera, para proveer de hueso a pacientes que lo han perdido en zonas especialmente comprometidas, donde se alojan premolares y molares superiores. De hecho, lideramos el I Consenso Nacional sobre Injerto Óseo del Seno Maxilar en 2010, en el que se sentaron sus bases. Cientos de pacientes de la clínica se han beneficiado de ella a la hora de recuperar con garantías los dientes perdidos.
La elevación de seno maxilar saca partido de la existencia de dos cavidades naturales a los lados de nariz. Consiste en levantar la membrana que separa el seno maxilar o sinusal para poder introducir más masa ósea que sea capaz de acoger el implante, y que está compuesta por distintos biomateriales. Se trata de una intervención que requiere un buen dominio de la técnica para evitar afecciones en la propia membrana o en los nervios circundantes.
Una vez realizada, ofrece un espacio completamente regenerado para colocar los implantes en una zona esencial para la correcta funcionalidad de la boca, ya que soporta gran parte de la presión mecánica de la masticación. Por ello, es apta para los casos de grandes atrofias.
Al realizar el diagnóstico del caso, se decide si esta técnica es la más idónea para la regeneración.