La principal causa de aparición de Enfermedad Arterial Periférica (EAP) es la arterioesclerosis (ATC), entendiéndose ésta como la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias dentro de las arterias y sobre sus paredes.
Otros factores de riesgo para el desarrollo de esta enfermedad, a tener en cuenta son:
• Tabaquismo.
• Diabetes.
• Hiperlipidemia.
• Hipertensión Arterial.
• Insuficiencia renal crónica y enfermedades inflamatorias crónicas.
Aterogénesis y aterotrombosis
Las placas ateromatosas se caracterizan por la acumulación de lípidos y material fibroso en la capa más interna de las arterias; como consecuencia se produce un engrosamiento de la pared de los vasos y un estrechamiento de la luz de los mismos. Este estrechamiento provoca que la cantidad del flujo sanguíneo a las extremidades se reduzca, reduciéndose también la disponibilidad de oxígeno y nutrientes en los tejidos.
Lo más frecuente es que las placas ateroscleróticas se formen en las curvas y bifurcaciones de las arterias, donde el flujo sanguíneo es más lento y turbulento. Existen múltiples factores que contribuyen a la formación de estas placas: acúmulos de calcio, inflamación crónica de la pared arterial, hiperlipidemia y aumento de la función plaquetar, entre otras.
Las lesiones ateromatosas avanzadas se vuelven susceptibles a la rotura o erosión, favoreciendo la formación de trombos o émbolos de pequeño tamaño que obstruyen los vasos de pequeño tamaño.
Tabaquismo
El tabaquismo es el principal factor de riesgo prevenible para la EAP, multiplicando por dos las posibilidades de desarrollar la enfermedad. El riesgo de desarrollar EAP y la progresión de la misma, aumenta de manera proporcional en función de la cantidad de cigarrillos fumados al día y el tiempo que lleve el paciente fumando. Se ha demostrado que el riesgo es mucho más alto cuando el paciente empieza a fumar antes de los 16 años y fuma más de 10 paquetes al año.
Aunque el abandono del tabaco disminuye el riesgo y la mortalidad asociadas, se ha demostrado que se precisan 20 – 30 años de abstinencia tabáquica para igualar el riesgo con los no fumadores.
Diabetes
Se ha comprobado que el riesgo de desarrollar claudicación intermitente es 2 – 3 veces superior en pacientes diabéticos, frente a los que no lo son. Como en el caso del tabaco, cuanto peor esté controlada la enfermedad (es decir, mayores sean los niveles de azúcar en sangre o más variaciones existan) y cuanto mayor sea el tiempo de evolución de la misma; mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad que nos ocupa.
La diabetes, como problema añadidos, provoca:
• Neuropatía distal: daño que se provoca en los nervios con motivo de concentraciones de azúcar elevadas en sangre. La neuropatía provoca disminución de sensibilidad en extremidades inferiores, especialmente en los pies.
• Menor resistencia a la infección: es decir, mayores probabilidades de infección a nivel general por afectación del sistema inmune.
• Microangiopatía.
Estos factores, asociados a la EAP, provocan que el riesgo de amputación de las extremidades inferiores sea 5 veces superior al de la población no diabética.
Hiperlipidemia
Los niveles altos de colesterol, en cualquiera de sus fracciones no cardioprotectoras (LDL, VLDL, triglicéridos, lipoproteínas…); así como los niveles bajos de HDL (el llamado colesterol saludable), aumentan exponencialmente el riesgo de sufrir enfermedad arterial periférica y claudicación intermitente. Es vital, con el fin de reducir el riesgo de ésta y el resto de enfermedades cardiovasculares, tener una dieta balanceada (basada en frutas y verduras, evitando ultraprocesados y alcohol); y en el caso de ser preciso recurriendo al facultativo habitual para que prescriba fármacos hipolipemiantes.
Hipertensión Arterial
La hipertensión arterial (HTA) se asocia con un incremento del riesgo de padecer EAP; en algunos estudios se demostró que la aparición de claudicación intermitente es dos veces más frecuente en pacientes hipertensos que en aquellos que tenían la tensión normal.
Recuerden que los factores de riesgo cardiovascular pueden ser en parte modificables. Con sencillas pautas como: evitar el sedentarismo, dejar de fumar, bajar de peso y tener los niveles de tensión, colesterol y azúcar controlados, podemos reducir el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con el corazón y el sistema circulatorio, mejorar nuestra calidad de vida y aumentar nuestra supervivencia.