Enfermedad inflamatoria intestinal en el anciano: epidemiologia, fisiopatología y manejo


Patricia Camo Monterde. Médico adjunto de Aparato Digestivo. Hospital General de la Defensa. Zaragoza. Carmen Elias de Molins. Médico adjunto de Geriatria. Hospital General de la Defensa. Zaragoza

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La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) incluye la Enfermedad de Crohn (EC) y la Colitis Ulcerosa (CU). Es más comúnmente diagnosticada en adultos jóvenes, pero hasta en un 10-30% puede afectar a pacientes mayores de 60 años.

Podríamos dividirlos en dos grandes grupos: aquellos pacientes que hacen la transición a una edad avanzada con EII tras el diagnostico en edades más tempranas; y aquellos que se diagnostican a una edad más tardía (> 60 años).

Epidemiologia

Aproximadamente un 15% de los casos de EII se diagnostican a partir de los 60 años. Generalmente las tasas de Colitis Ulcerosa son algo más altas que de Enfermedad de Crohn y vemos mayor prevalencia en hombres que mujeres. Aunque la incidencia y prevalencia de la EII en adultos es más o menos estable en los países desarrollados, las tasas de incidencia están aumentando en países como Asia y algunas zonas de Europa, que podría ser debido a un crecimiento de ciudades y zonas urbanas, mayor concienciación sobre la enfermedad, mejor acceso a la sanidad y mejora en los métodos diagnósticos.

Fisiopatologia

En general la EII es una enfermedad multifactorial que se desarrolla en individuos genéticamente predispuestos junto con alteraciones en el sistema inmune que desencadena una respuesta inflamatoria tras interacción con productos ambientales y la microbiota intestinal.

En este grupo de pacientes parece que la genética jugaría un papel menos importante, puesto que se ha visto que el porcentaje de los antecedentes familiares de primer grado con esta enfermedad de los pacientes afectados disminuye progresivamente según avanza la edad.

Respecto a la respuesta inmune, se ha visto que en los pacientes de mayor edad hay una disminución de los linfocitos T precursores y una capacidad de respuesta disminuida de éstos; esta inmunosenescencia asociada a la edad se ha asociado con cambios en la composición de la microbiota, aumentando el riesgo de un sistema inmune aberrante y el desarrollo de EII.

En cuanto a la microbiota se ha visto que el envejecimiento de la microbiota y el equilibrio con el sistema inmunológico del huésped puede estar relacionado con la progresión de síndromes geriátricos en esta población. Algunos de los factores que se han visto que influyen en los cambios de la microbiota son un descenso en la motilidad intestinal, aumento del tránsito intestinal, impactaciones fecales, cambios nutricionales asociados con alteración del gusto y el olfato, deterioro de la dentadura y la disfagia. A todo esto, debe añadirse el aumento de uso de fármacos incluyendo laxantes y antibióticos que pueden afectar a la microbiota. Se ha demostrado que la composición de la microbiota cambia en el anciano, con un descenso de anaerobios tanto en cantidad como diversidad de especies y un aumento en anaerobios facultativos. La fragilidad, un síndrome geriátrico caracterizado por reservas fisiológicas disminuidas y una menor resistencia a los factores estresantes, podría estar asociada a cambios más importantes en la microbiota.

Manejo y pronostico

Una de las principales limitaciones en el tratamiento de la EII en estos pacientes son las comorbilidades como enfermedad cardiaca, diabetes, neoplasias u otras enfermedades inflamatorias como artritis; todo esto contribuye a un mayor riesgo de complicaciones y mortalidad. Además, el uso concomitante de otros fármacos aumenta el riesgo de efectos adversos, así como desencadenar o empeorar enfermedades concomitantes como trastornos mentales. Todo ello puede conllevar un peor pronóstico.

El uso de varios fármacos en esta población contribuye a una mala adherencia y por tanto un empeoramiento en el curso de la enfermedad, por lo que se sugiere usar posología única diaria y evitar fármacos innecesarios.

Respecto a los tratamientos específicos, si bien disponemos de todos los fármacos al igual que en población más joven, cabe destacar que es posible una respuesta más lenta y una tasa ligeramente mayor de efectos secundarios.

Para concluir, debemos recalcar que la evolución y pronóstico de esta enfermedad en este grupo de población conlleva varios desafíos tanto en el diagnostico como en el manejo; mejorar la comunicación con el paciente y optimizar la toma de decisiones respecto al tratamiento farmacológico limitando la polifarmacia y las posibles interacciones de manera individualizada es un reto y un objetivo a conseguir.